“Matilda, el musical”, sobre relato de Roald Dahl y bajo dirección de Ariel Del Mastro, regresó por un mes al teatro porteño Gran Rex para reafirmar el suceso de esta monumental versión local que en 2023 reunió a más de 140.000 personas dando un notable espaldarazo al género en el país y que en su alegato universal dialoga fuertemente con la actualidad.
La consigna “Nunca Más” repetida tres veces en lo más alto del pizarrón de la despótica escuela que la directora Tronchatoro manejaba con mano de hierro mientras el alumnado celebra su victoria, la de la “revolución de los revoltosos”, en una de las escenas finales de la puesta, es una alegoría atemporal que en su mensaje imperecedero logra impactar en el presente.
Una institución tenebrosa comandada por un poder indiscutible e irracional que considera que el mundo “se divide en ganadores y perdedores” y que basa su pedagogía en la lógica de que al niño “para que aprenda primero hay que quebrarlo”, forma parte del relato que podría parecer exagerado y ficcional pero que, sin embargo, logra poner en acto el potencial del arte como catalizador social gracias a la lograda adaptación de Marcelo Caballero, Macarena Del Mastro y Juan Pablo Schapira.
Basada en el libro de 1988 del británico Dahl (también autor de historias sobre las infancias que trascendieron las bibliotecas como “Charlie y la fábrica de chocolate” y “James y el durazno gigante”), el musical genera un universo propio surgido en 2010 que remite sólo parcialmente a la popular película de 1996 que Danny De Vito dirigió, produjo y actuó ambientando la historia en Estados Unidos.
Desde entonces y con este formato, la puesta estuvo en teatros londinenses en 2010 y 2011, dos años después llegó a Broadway y a partir de 2015 giró por salas de Estados Unidos y Gran Bretaña para luego llegar a Madrid (en 2022) y a partir del año pasado reafirmar su suceso en Buenos Aires.
En ese raid acumuló 1.500 representaciones con más de 10 millones de espectadores y 99 premios internacionales, una recorrida que se reafirmó en Argentina dando un fuerte respaldo a este tipo de propuestas en salas locales.
La osada apuesta vernácula, que para concretarse apeló a la reunión de varias productoras (las de Carlos y Tomás Rottemberg, Valentina Berger de GO Broadway, Mariano Pagani de MP y Pablo Kohlhuber y Fernando Moya de Ozono Producciones) no solamente construyó un éxito sorprendente sino que – a contrapelo de la crisis económica del país – dio impulso a la escena del teatro musical a gran escala con producción propia.
Y aunque el despliegue necesario para estar a la altura del desafío es enorme (48 artistas en escena, 400 horas de ensayo, 124 personas en backstage, 245 cambios de vestuario y una escenografía con 500 letras retroiluminadas, entre otros números), el resultado del boom que la noche del viernes retornó al Gran Rex reafirmó su impacto.
El talento nacional expandido y reunido en escena tiene los rutilantes nombres de Laurita Fernández (la Señorita Miel), Agustín “Soy Rada” Aristarán (la directora Tronchatoro), y José María Listorti y Fer Metilli (como el señor y la señora Wormwood, los padres de Matilda). Además, cuenta con 26 niños y niñas de entre 9 y 12 años que actúan, cantan y bailan en vivo con destreza y ángel.
Las estrellas adultas del espectáculo dan carnadura a sus personajes destacándose el desparpajo de Aristarán, la ductilidad de Fernández (que en marzo encabezará “Legalmente rubia”, otro musical importado, en el Liceo) y la gracia malévola de la pareja animada por Listorti y Metilli, todas ellas con solvencia en cada uno de los rubros que exige la historia.
En poco más de dos horas de incesante acción, la puesta (a cargo de Marcelo Caballero, quien también se encarga de la dirección del elenco) no solamente recurre a la actuación, el baile y el canto sino que añade artes circenses en un combo fascinante donde el diseño escenográfico y de iluminación (de Jorge Ferrari y Gaspar Potocnik, respectivamente) llevan la experiencia a una estatura cinematográfica.
La superproducción, que en diciembre pasado fue declarada “de interés cultural de la Ciudad” por la Legislatura porteña, se despedirá ofreciendo otras 40 funciones (de martes a domingo con programa doble los sábados y domingos hasta el 13 de febrero) con localidades que se mantienen al mismo precio que en julio pasado.