“Se vislumbra una tendencia en donde la cuestión geopolítica es definitoria en el terreno comercial. Este cambio en el relato acerca de los beneficios de la globalización y del comercio mundial impactan sobre las políticas comerciales que los países aplican y esto empieza a afectar a los flujos comerciales. La globalización está en una encrucijada“, sostuvo Ralph Ossa, economista jefe de la Organización Mundial del Comercio (OMC) este martes en el marco de la presentación del Informe de Comercio Global que confecciona anualmente este organismo, con sede en Ginebra, Suiza.

De acuerdo a la mirada de la OMC, entidad que se encarga de que se cumplan las normas de facilitación del comercio a nivel global, hay un contexto político, con condimentos estructurales, que definen un giro en la globalización tal como se concibió desde principios de los ’90, luego de la caída del socialismo y la expansión del capitalismo a la manera norteamericana en prácticamente todos los rincones del globo.

Este cambio de rumbo en la globalización comenzó a manifestarse luego de la crisis internacional subprime de 2008 y contó con otros “hitos” como el Brexit, la guerra de tarifas entre Estados Unidos y China, la pandemia y la guerra en Ucrania.

Además de esos acontecimientos, factores de carácter más estructural, como la creciente desigualdad económica y el deterioro del mercado laboral en países desarrollados, que definieron la pérdida de optimismo alrededor de la globalización, junto al crecimiento del sector de servicios –que naturalmente tiene una cadena de valor más corta que las manufacturas, con lo cual cuentan con menor potencial para la apertura comercial– también juegan a la hora del diagnóstico.

Los partidos de ultraderecha han sabido aprovechar este malestar con programas de gobierno autoritarios y un enfoque más “nacional” de la cuestión económica, en contra de la tendencia a la liberalización. Un caso de estudio sería el de Javier Milei, que a contramano de todos sus inspiradores quiere acercarse lo más posible a eliminar el Estado, lo cual supondría una brutal eliminación de toda protección comercial.

El ex Primer Ministro británico Gordon Brown participó de la jornada de presentación del informe de la OMC y dijo que “hay un traspaso de la economía neoliberal a la economía neomercantilista. Se alzan cortinas de hierro en tecnología, inversión y en datos. El Consenso de Washington no tiene consenso ni siquiera en Washington, y ahora la suposición equivocada es que las restricciones al comercio van a llevar a mejores niveles de vida”.

Indicios

“Hay un claro incremento en el número de las advertencias comerciales presentadas por los Estados miembros”, indica el informe de la OMC. Por un lado, se trata de normas sanitarias y fitosanitarias y otras “barreras al comercio”. Y con la pandemia y el estallido de la guerra en Ucrania, dice el organismo, se multiplicaron medidas restrictivas en los alimentos, semillas y fertilizantes.

Desde 2021, cada cuatrimestre que pasa en el Consejo de Comercio de Bienes de la OMC rompe el récord de quejas por parte de países, mientras que el año pasado se registró el máximo histórico de presentaciones comerciales relacionadas a la seguridad nacional. De modo similar, la OMC advierte que en 2020, 2021 y 2022 se produjo un enorme aumento de las quejas contra las medidas llamadas ambientales contra el comercio, que incluyen medidas sanitarias, fitosanitarias y barreras técnicas.

La OMC destaca las quejas levantadas contra las medidas aplicadas por Indonesia para las exportaciones de materias primas, las de China en las exportaciones de galio y germanio, el mecanismo europeo de ajuste de carbono en frontera, las medidas de Green New Deal de la UE y la Inflation Reduction Act de Estados Unidos.

Otra novedad es que las quejas ante medidas de protección comercial no se verifican sólo a nivel técnico sino que ahora aparecen en el más alto nivel político. Asimismo, el organismo advierte un fuerte movimiento en el grupo de países que monitorean el uso de subsidios de parte de los Estados para apoyar a las industrias locales.

Geopolitización

“El uso de las medidas comerciales unilaterales amenaza con convertirse en una espiral descendente de respuestas de retaliación hacia un mundo más fragmentado y dominado por los espacios comerciales regionales. Por ejemplo, las tarifas impuestas en 2018 por Estados Unidos en las importaciones desde China y la retaliación aplicada por China siguen en funcionamiento”, dice la OMC.

A nivel geopolítico, dos grandes factores profundizaron la tendencia al estancamiento de la apertura comercial que se observa desde la crisis 2008. En primer lugar, la disputa geopolítica entre Estados Unidos y China, las dos mayores economías del mundo. La guerra de tarifas entre ambos países tuvo especial impacto en el comercio en el sector farmacéutico, maquinaria y equipos de energía renovable, semiconductores y equipamiento de telecomunicaciones.

En segundo lugar, la guerra en Ucrania disparó una búsqueda de priorizar la distancia geopolítica a la hora de establecer lazos comerciales, por encima de la fría ecuación de costos. La OMC calcula que el comercio entre países distantes en términos geopolíticos creció alrededor de un 5 por ciento por debajo del comercio entre países más afines. Lo mismo ocurre con la inversión extranjera directa. Para definir el nivel de cercanía geopolítica, la OMC toma el grado de coincidencia en las votaciones que se realizan en Naciones Unidas.

Tensiones

“Hay un cambio en el relato que apunta al alejamiento de las normas comerciales, lo cual ya se está viendo en un claro aumento de las tensiones comerciales, que comienzan a tener impacto en los flujos de comercio”, explica Ralph Ossa.

En los grandes números, se observa que el ratio de comercio sobre el PBI global pasó del 25 por ciento en 1970 hasta un pico del 61 por ciento en 2007. Pero en 2019, incluso antes de la pandemia, el peso del comercio en la economía mundial se ubicó en un nivel menor a 2003. China tocó su máximo de comercio sobre PBI en 2009, mientras que Estados Unidos lo hizo en 2011 y Japón, en 2014.

De todas maneras, el comercio global creció 2,7 por ciento en 2022, lo cual llega a un 12 por ciento si se mide en valor, gracias a la suba de los precios internacionales. Sin embargo, la perspectiva de suba del comercio para 2023 se ubica en el 1 por ciento, luego de que se preveía una mejora del 3,4 por ciento. “Parece ser contradictorio el hecho de que el comercio siga creciendo y que se esté hablando de una amenaza a la globalización, pero se ven cambios en los patrones que son alarmantes”, dice Ossa.

Cuellos de botella

Otro de los puntos que destaca el informe de la OMC es el aumento en el peso de los productos que potencialmente pueden generar “cuellos de botella”. Se trata de aquellos bienes que sólo exportan apenas cuatro países. El número de bienes con esas características sobre el total comercializado pasó del 14 por ciento al 20 por ciento en los últimos veinte años.

Pero además, el peso de estos productos “sensibles” en el mismo período pasó del 9 al 19 por ciento en términos de valor comercializado. Más de un tercio de estos bienes provienen de China, lo cual es otra muestra del enorme poder estratégico que tiene la potencia asiática. Le sigue Estados Unidos, aunque con apenas el 6 por ciento de los bienes que son potenciales “cuellos de botella”. En gran medida, el mayor peso de estos productos que provienen de un puñado de países se explica por el aumento en el comercio de semiconductores.



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