No son pocos los jóvenes, y no tanto, de clase media o baja que votaron a Javier Milei en las PASO con la idea de que sus sueldos, convertidos en dólares, los iba a convertir en poderosos compradores en cualquier mercado. Con el poder de “los que pueden pagar en dólares”, habrán pensado al entusiasmarse con la idea. Pero en los últimos días, hasta uno de los asesores más cercanos a Milei, Darío Epstein, relativizó la oportunidad de la dolarización. “No vamos a dolarizar si no hay dólares”, explicó, y desató las interpretaciones acerca de que La Libertad Avanza empezaba a bajarle la expectativa a la ilusión dolarizadora. Carlos Melconian, flamante referente económico de Patricia Bullrich, incluso señaló “la dolarización está a punto de archivarse”. Milei habrá sentido que el giro discursivo podría hacerle perder votos y ayer salió a poner otra vez en escena la bandera de la dolarización, sosteniendo que tiene los recursos necesarios para hacerlo. “La dolarización se va a hacer a precio de mercado; hoy sería a $730″, dijo.

Al hablar ante el Latam Economic Forum, un encuentro empresario en un hotel céntrico de CABA, el candidato a presidente por La Libertad Avanza anunció, de arranque, “voy a hablar sobre lo que llaman dolarización, que en el fondo no es ni más ni menos que eliminar el Banco Central. Y pretendió explicar, a través de una cuenta sencilla, cómo convertiría billetes, depósitos en bancos y créditos contra el Banco Central nominados en pesos, en activos en dólares para sus propietarios, simplemente liquidando los activos de la autoridad monetaria, entregándolos a cambio de los pasivos.

Explicó que “el pasivo del Banco Central se compone de la base monetaria y las Leliqs que en conjunto suman unos US$ 40.000 millones”. La base monetaria es la cantidad total de moneda en circulación y de depósitos a la vista (cuentas corrientes) en poder de los sectores público y privado. A su vez, indicó que el Banco Central tiene “reservas por unos US$ 10.000 millones que se utilizarían para rescatar la base monetaria” y que las Leliqs se rescatarían “a partir de la venta de títulos públicos actualmente en poder del BCRA cuya valuación nominal es de US$ 120.000 millones, pero de mercado es de US$ 30.000 millones”.

Es decir, que le impondría a bancos y entidades financieras que tienen las leliqs del Banco Central, un título en dólares a largo plazo en lugar de sus letras en pesos a corto plazo. Es lo que habitualmente se señala como un “plan Bonex”, en alusión al canje compulsivo que en 1989 le impuso el gobierno de Carlos Menem a los titulares de plazos fijos. 

El primer interrogante es si el vuelco de semejante volumen de bonos sobre el mercado no provocaría un derrumbe de su valor, lo cual supondría que no alcancen esos 120.000 millones de dólares en bonos para reemplazar la deuda en pesos por Leliqs. El otro aspecto a analizar, en la hipótesis Milei, es si esos 10.000 millones de dólares en reservas están disponibles y líquidos como para lanzarlos al canje de monedas y depósitos. ¿Serían suficientes para que opere la economía? ¿O provocaría una brutal recesión por escasez de circulante?

Milei  no tiene dudas al respecto. Por un lado, explicó en el foro empresario que “cuando nosotros dolaricemos, van a poder sacar todos los dólares del colchón libremente y los van a poder usar con total libertad, porque ustedes tuvieron que meter los dólares en el colchón porque los delincuentes de los políticos les querían robar con el impuesto inflacionario”.

Y agregó, además, que para la instrumentación de la dolarización, optaría por un esquema “similar al de El Salvador, donde se propuso que la gente libremente cambie su moneda por dólares”. “Por eso la velocidad tendrá que ver con la velocidad con la que la gente cambie sus pesos por dólares”, indicó.

Aquí cabría preguntarse: ¿qué pasaría con la paridad de los pesos en manos de la gente, cuando se vean empujados a cambiarlos por dólares? Pero Milei no se detiene en esas disquisiciones y, en cambio, advierte: “Si llegamos a dolarizar antes de las elecciones de medio término, vamos a tener unas mayorías arrolladoras que nos permitirán llevar a la Argentina a ser potencia en los próximos 35 años”.



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