Desde Río de Janeiro

Me piden que comente sobre la crisis diplomática. Yo pregunto: ¿Qué crisis?

Esta es una crisis fabricada por los medios de comunicación. Lula condenó una vez más el genocidio de palestinos por parte de Israel. Una afirmación que ahora es ampliamente aceptada por la gran mayoría de formadores de opinión.

¿Quién puede permanecer insensible ante el genocidio de los palestinos, principalmente de los niños y mujeres palestinos? Las imágenes más espantosas de este siglo son las de los niños palestinos.

Me pregunto cómo los israelíes pueden mirar estas fotografías, elogiadas por su ministro de gobierno, y no sentir una profunda culpa por lo que están haciendo, todos los días, con decenas o cientos de muertes.

Cualquier ser humano que no se escandalice por este genocidio, que no acepte llamarlo genocidio, ya ha perdido su sensibilidad, su humanidad. Lula hizo lo obvio y expresó nuestra indignación por todo esto. Nos representamos en él.

Sin embargo, de repente los medios comenzaron a generar indignación en la dirección opuesta. Lula habría faltado el respeto a los judíos y a todas sus víctimas. Una interpretación equivocada e infundada sirvió para movilizar a la derecha y a la extrema derecha, en lo que más les gusta: encontrar los posibles errores de Lula.

Algunos ya encontraron la base de los supuestos errores: la improvisación de Lula. En una actitud irresponsable, Lula habría empezado a hablar del conflicto global más grave del mundo contemporáneo, para equiparar diferentes fenómenos, ofender a las víctimas y absolver a los culpables.

Otra razón de los errores sería que Lula supuestamente desconocía el sufrimiento de los judíos, lo que justificaría el genocidio desatado por Israel.

Nada de esto se justifica a la luz de lo que realmente dijo el presidente brasileño. Al analizar lo que dijo, nos damos cuenta de que Lula ni siquiera mencionó la palabra holocausto.

Después de la ofensiva mediática inicial, cuando los efectos en Brasil y otros países del mundo revelan sus verdaderos efectos, todo es positivo para Lula.

Es clara la naturaleza artificialmente fabricada de una crisis que ni siquiera existió. Pero los medios viven de eso. El éxito de Lula, como presidente de Brasil y como líder mundial, es insoportable para la derecha. El éxito de Lula es el fracaso de la derecha y sus medios.

Los medios viven de buscar algún supuesto desliz de Lula, buscando erosionar su imagen pública y, de tener éxito, afectar su gobernabilidad, su capacidad para liderar el país, su prestigio, su apoyo popular.

Viven generando crisis, luego empiezan a entrevistar a la gente sobre esta crisis, a la que intentan darle existencia, como si fuera un fenómeno real. Los titulares empiezan a mencionarlo. Bueno, la crisis existe, el país está en crisis, el gobierno está sufriendo una crisis.

Lo primero que hay que hacer, entonces, es desenmascarar la supuesta crisis, desmantelarla. ¿Está el país en crisis? El gobierno está en crisis. ¿Hay una crisis? ¿Qué crisis es esta?

Y, lo más importante, ¿qué medio es este? ¿Qué papel tiene? ¿Para informar a la gente? ¿Para formar la conciencia de las personas? ¿Y constituir un eje de oposición al gobierno?



Fuente-Página/12