La estatua del Discbolo es una rplica romana del siglo II aC Foto 123RF
La estatua del “Discóbolo” es una réplica romana del siglo II a.C. Foto: 123RF

Una disputa entre Italia y Alemania por la propiedad de la escultura en mármol conocida como “Discóbolo Lancellotti“, que en 1938 fue vendida a Adolf Hitler pero luego fue restituida a Italia, se desató en los últimos días a partir del reclamo que la Gliptoteca de Munich realizó sobre esa obra, que para el dictador nazi representaba el ideal del hombre de la raza aria.

La estatua del “Discóbolo” es una réplica romana del siglo II a.C. que representa a un atleta en el momento justo en el que va a lanzar un disco y está inspirada en la escultura original homónima tallada en bronce en el 450 a.C. por el escultor griego Mirón. La réplica romana se descubrió en Roma en el año 1781 y formó parte de la colección privada de la familia Lancellotti, en el Palazzo Massimo Lancellotti, en Roma.

La disputa sobre la obra surgió luego de que el director de la Gliptoteca de Munich, Florian S. Knauss, exigiera a las autoridades italianas su devolución, al señalar que fue legalmente adquirida en 1938 por el dictador alemán.

“Es un caso muy complejo y sensible porque no es un robo, fue una venta que hizo el líder de un país elegido por su pueblo. Es un tema ético, discutible, complejo. ¿…? Los mármoles del Partenón fueron vendidos a los ingleses, ¿eso no quita el derecho de Grecia de reclamarlos. Y así hay miles de casos en el mundo”, plantea en diálogo con Télam el arqueólogo Daniel Schavelzon.

En este sentido, explica que hoy la idea “es la repatriación de los símbolos culturales de la identidad de un pueblo, pero el otro tiene derecho a defenderse si la operación fue legal y con papeles. La Mona Lisa está en París porque la regaló un rey a otro rey ¿podemos pedirla de vuelta?” se pregunta el especialista.

La Gliptoteca, que es el museo de escultura antigua de la ciudad alemana, fundamenta su exigencia hacia las autoridades italianas al asegurar que fue comprada legalmente en el año 1938 por Adolf Hitler. La obra constituye una de las grandes joyas del Museo Nacional Romano y está expuesta en el Palacio Massimo, situado en pleno centro de la capital italiana.

“Es inadmisible. Tendrían que pasar por encima de mi cadáver. Fue adquirida de manera fraudulenta por los nazis y es parte de nuestro patrimonio nacional”.Gennaro Sangiugliano

Ante este reclamo de la Gliptoteca, el ministro de Cultura del gobierno de Giorgia Meloni, Gennaro Sangiugliano, se opuso implacablemente. “Es inadmisible. Tendrían que pasar por encima de mi cadáver. Fue adquirida de manera fraudulenta por los nazis y es parte de nuestro patrimonio nacional”, señaló Sangiugliano en declaraciones a la RAI, consignan hoy medios italianos.

Inclusive el ministro italiano subió la apuesta y le reclamó a Knauss que devuelva a Italia el pedestal de la escultura en cuestión, una valiosa pieza del siglo XVIII que sigue en la citada galería de Munich. A ese espacio cultural fue llevado el “Discóbolo” en 1938 después de que Hitler quedara fascinado con la obra, al representar a su juicio el ideal del hombre de raza aria.

La obra debe permanecer absolutamente en Italia porque es patrimonio de la nación. Creo que la ministra Federal de Cultura, Claudia Roth, no sabe nada de esto. Y estoy seguro de que la cooperación entre Alemania e Italia, que ya es excelente en tantos campos, también mejorará en el futuro en el ámbito cultural”, agregó Sangiugliano.

 

Origen del reclamo

Los hechos que generan el reclamo de Alemania tienen su origen en meses previos al inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando el aliado italiano de Hitler, Benito Mussolini, quiso complacer al Führer y presionó al entonces propietario de la escultura, el príncipe Lancellotti, para que se la vendiera. La operación se cerró en 16 millones de liras en efectivo, según explica el Museo Nacional Romano en su ficha sobre la obra, una cantidad equivalente a 15,5 millones de euros actuales.

A partir de esa negociación, el “Discóbolo” pudo exponerse en la Gliptoteca de Munich, que lo exhibió como un regalo de Hitler al pueblo alemán, que ya había podido maravillarse con la escultura gracias a “Olympia”, el documental de la directora Leni Riefenstahl sobre los Juegos Olímpicos celebrados en Berlín en 1936. En la cinta, una referencia del cine propagandístico, la cineasta realiza un memorable fundido entre la imagen del Discóbolo y la del cuerpo desnudo del atleta alemán Erwin Huber.

Pero, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1948 la escultura fue incluida en la lista realizada por los aliados con las miles de obras de arte que habían sido robadas por los nazis y que debían ser devueltas a sus propietarios originales.

Las obras expoliadas por los nazis integran una extensa lista. “Robaron decenas de miles de obras y también compraron ‘apretando” otras miles’, señala Schavelzon y agrega que “aún quedan 40 mil obras desaparecidas”.

“Desde la guerra mundial el tema está en discusión. Un caso ejemplar fue, en la década de 1970, el de la modesta Guatemala a la que le habían robado decenas de grandes estelas mayas de piedra. Firmó acuerdos con los museos de Estados Unidos por los que se reconocía la propiedad de Guatemala pero quedaban en exhibición por 99 años en el otro país con un cartel que lo indicara. México declaró al Mural de Siqueiros que está en exhibición en el Museo del Bicentenario en Casa Rosada como patrimonio nacional (de su país) pero pagó la restauración para que se exhiba aquí; finalmente ayuda a la imagen de la cultura del país en el exterior”, dice Schavelzon.

Según el experto, “quizás no haya que pensar en términos de saqueador-saqueado sino en la variedad de usos que tiene la cultura para la imagen nacional en el mundo. Alemania e Italia tienen sus bodegas con miles de objetos que no pueden exhibir -nosotros también nos pasa lo mismo- ¿no es mejor mostrarlas en otro lado? Para eso son las exposiciones internacionales precisamente. Es cuestión de llegar a acuerdos no a enfrentamientos”.





Fuente Telam