Israel intensificó este jueves sus bombardeos sobre Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, luego de que el primer ministro Benjamin Netanyahu rechazara las presiones del jefe de la diplomacia de Estados Unidos para frenar su ofensiva contra Hamas. Más de la mitad de los palestinos que viven en Gaza huyeron a Rafah, en la frontera con Egipto y principal punto de entrada de ayuda humanitaria. Egipto advirtió que cualquier operación terrestre allí por parte de Israel –o un desplazamiento masivo de palestinos cruzando la frontera egipcia en estampida– pondría en riesgo su tratado de paz con los israelíes firmado hace cuatro décadas.
Rafah “no es un lugar seguro”
Luego de una primera fase de ofensiva concentrada en el norte de Gaza, las tropas israelíes progresaron hacia el centro y sur del estrecho territorio hacia Jan Yunis, epicentro de los combates y los bombardeos de las últimas semanas. La atención se posa ahora sobre Rafah, ciudad a la que han huido 1,3 millones de palestinos, más de la mitad de la población de la Franja de Gaza, la mayoría refugiados en instalaciones de la ONU.
Fuentes del Hospital Kuwaití de Rafah dijeron que los cuerpos de 13 personas fueron llevados al hospital luego de ataques israelíes contra edificios, entre ellos los de dos niños y cinco mujeres. “Es la prueba de que Rafah no es un lugar seguro” dijo Umm Hassan, una palestina de 48 años cuya casa quedó afectada por un bombardeo. Abu Ayman, un palestino de 46 años que vive cerca, agregó: “Nuestro mundo se ha reducido a cenizas”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, alertó que una ofensiva terrestre en Rafah “aumentaría exponencialmente lo que ya es una pesadilla humanitaria” en Gaza, donde más de 27 mil palestinos murieron en cuatro meses de bombardeos israelíes que devastaron gran parte del empobrecido territorio. El vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, dijo que una operación israelí en Rafah sería un “desastre” para la población civil, algo que EE.UU. “no apoyaría”.
Sin embargo Netanyahu ordenó una operación en ese territorio después de rechazar una contrapropuesta de Hamas a un plan de alto el fuego a cambio de liberar rehenes, que fue presentado por EE.UU. y otros países. Antes de abandonar Israel en una gira por Egipto y Qatar, Antony Blinken insistió en que aún veía “margen para un acuerdo” y reclamó a Israel que proteja a los civiles de Gaza.
En una crítica inusual para el máximo diplomático del principal aliado de Israel, Blinken dijo que el ataque de Hamas del 7 de octubre en Israel “no puede servir de excusa para deshumanizar” a los palestinos. En un discurso televisado, Netanyahu dijo que ordenó a los militares “prepararse para operar” en Rafah y que la “victoria total” contra Hamas será cuestión de meses. “Ceder a las estrambóticas demandas de Hamas que hemos escuchado solo invitaría a otra masacre”, agregó el primer ministro.
Una delegación del movimiento islamista llegó este jueves a El Cairo para continuar las negociaciones. Una fuente de Hamas aseguró que habían aceptado participar en las negociaciones con miras a “un alto al fuego, el fin de la guerra y un canje de prisioneros”. Hamas exige que Israel ponga fin definitivo a la ofensiva y retire sus tropas de Gaza, lo que le permitiría seguir gobernando el territorio y reponer sus capacidades militares. Netanyahu rechaza esa opción de plano.
Preocupación por los rehenes
La sociedad israelí vive pendiente de la situación de los rehenes. Netanyahu insiste en que la acción militar es la única forma de recuperarlos, pero enfrenta presiones crecientes de la opinión pública israelí para que llegue a un acuerdo con Hamas con el fin de liberarlos. “Tengo mucho miedo y mucha preocupación de que si usted sigue esta línea de destruir a Hamas, no quede ningún rehén que liberar”, dijo Adina Moshe, una rehén liberada en una primera tregua en noviembre.
La ONU denunció que Israel está destruyendo “todos los edificios en Gaza que están dentro de un kilómetro de la valla” que separa este territorio de Israel para despejar la zona y crear un tapón o zona de seguridad, lo que podría constituir un crimen de guerra. El alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, dijo que este grado de destrucción con el supuesto propósito de crear un área de seguridad para Israel “constituye una grave violación del Cuarto Convenio de Ginebra y un crimen de guerra”.
La Media Luna Roja Palestina declaró que la vida de unos 80 heridos ingresados en el Hospital Al Amal de Jan Yunis, en el sur de Gaza, está “en peligro” por falta de oxígeno y por la incapacidad de realizar operaciones en el centro, asediado por el Ejército israelí. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no quedan hospitales en pleno funcionamiento en Gaza, mientras que solo el 36 por ciento de ellos y el 17 por ciento de los centros de atención primaria “funcionaban parcialmente”.
Antonio Guterres abogó este jueves a favor de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa), envuelta en una polémica tras las acusaciones de Israel de que 12 de sus miembros participaron en los ataques del 7 de octubre al lado de Hamas. El secretario general de la ONU recordó que las acusaciones planteadas por Israel fueron “creíbles”, pero pidió a los países que suspendieron su financiación a esa agencia (entre ellos EE.UU., Alemania o Japón) que “reconozcan sus esfuerzos” y reconsideren su decisión, que a él le resultó “sorprendente”.
La Unrwa denunció que la organización no puede entregar comida al norte de Gaza desde hace dos semanas, mientras los palestinos que siguen en la zona están “al borde de la hambruna”. “La última vez que Unrwa fue autorizada” por el Ejército israelí “para entregar alimentos” al área septentrional de la Franja, fue el 23 de enero, aseguró el comisionado general de la entidad, Philippe Lazzarini. Según Lazzarini “desde principios de año la mitad de las solicitudes de la organización para misiones de ayuda al norte fueron rechazadas”.
En el norte de Gaza se cree que hay 800 mil palestinos que no evacuaron, entre los cuales unas 300 mil personas que dependen de las ayudas de la Unrwa para sobrevivir, remarcó Lazzarini, quien denuncia que “impedir el acceso evita que la ayuda humanitaria salve vidas”. “Con la voluntad política necesaria, esto puede revertirse con facilidad”, agregó el comisionado general de la organización.