En tiempos en los que la tecnología digital es omnipresente, el teléfono celular se ha convertido en una suerte de nuevo chupete y YouTube en la niñera predilecta de millones de hogares. Este fenómeno plantea interrogantes sobre las consecuencias de que bebés e infantes pasen horas consumiendo contenidos de canales como La Granja de Zenón, ChuChu TV o Cocomelon.

Aunque nadie piensa en ese grupo etario cuando se habla de audiencias de YouTube, cuatro de los diez canales con mayor cantidad de suscriptores a nivel global están pensados para menores de 5 años: Cocomelon, Vlad and Niki, Kids Diana Show y Like Nastya. Lo mismo sucede en nuestro país, en donde El Reino Infantil lidera desde hace años con comodidad los rankings locales.

Si bien los medios audiovisuales no fueron ajenos a la educación de generaciones anteriores, esa exposición siempre fue limitada. En contraste, uno de los videos más populares de La Granja de Zenón supera la hora de duración y ha sido visto más de mil millones de veces. Y es que es común que estos videos funcionen como “sonido ambiente” mientras los adultos realizan otras actividades.

Esta nueva forma de entretenimiento se caracteriza por su descentralización global: ChuChu TV tiene sede en India; Videogyan también (transmite desde la ciudad de Bangalore); Billion Surprise Toys es un canal de Emiratos Árabes y Animaccord produce desde Rusia contenidos como “Masha y el Oso”. En todos los casos, se trata de producciones pensadas para menores de 3 años que son vistas en todo el globo.

El asombroso poder de atracción de YouTube en los más pequeños ha despertado el interés de neurocientíficos y psicólogos. La plataforma permite a los niños navegar por un ecosistema digital diseñado específicamente para ellos, mientras que la interfaz táctil les brinda una sensación de control raramente experimentada en otros ámbitos de su vida.

Los algoritmos de recomendación crean un círculo perfecto para capturar la atención: los niños ven repetidamente ciertos tipos de videos, los creadores replican estas tendencias, el algoritmo detecta la popularidad y recomienda estos contenidos con más frecuencia, incrementando su visualización. Este ciclo ha dado lugar a un universo digital infantil poblado por “La vaca Lola”, personajes como Skibidi Toilet y el encanto perenne de los huevos sorpresa o las recetas de “slime”.

La gran incógnita es cómo estas nuevas formas de consumo mediático a edad temprana afectan el desarrollo infantil. Nunca antes tantos niños tuvieron acceso a tanto contenido bajo demanda, lo que podría transformar su comprensión de la narrativa y los entornos informativos.

Mientras los investigadores comienzan a estudiar estas implicaciones, el algoritmo continúa alimentando la fascinación infantil, beneficiando a creadores de contenido y plataformas, ante la mirada atenta —o distraída— de padres y educadores.



Fuente Clarin.com

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