Una enorme grada roja en Barracas -casi que parece la de Times Square, pero no es de acrílico y no está al aire libre- está a punto de convertirse en el primer centro TUMO, de formación tecnológica y en diseño, de toda América. Desde la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires hasta le va a ganar al de Estados Unidos, que recién abrirá en septiembre.

Sobre esa estructura metálica y tan estridente (el rojo fue un “no negociable” por parte de la marca), aprenderá la primera camada porteña del exitoso plan educativo que CABA importó de Armenia y que, en vez de docentes, tiene coaches.

El centro, al que en 2026 le seguirá otro igual en Chacarita y otro más en Núñez, también es el primero de los catorce TUMO del mundo que estará dentro del eje gubernamental. En este caso, dependerá directamente del Ministerio de Educación porteño, en una inversión público-privada que, para mantener el estándar, también se apoyó en donaciones.

Las clases comenzarán el 7 de julio y serán una grilla de turnos según la disciplina, entre las 8 y las 20, en el Centro Metropolitano de Diseño (CMD). Este martes se abrieron las inscripciones y de los 1.000 espacios iniciales a cubrir, ya hay 50 chicos y chicas anotados.

Una de las aulas del centro TUMO, especializado en tecnologías creativas. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.Una de las aulas del centro TUMO, especializado en tecnologías creativas. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

Quiénes se pueden anotar

No hay más requisitos que tener entre 12 y 18 años, vivir en CABA y asistir a una primaria o secundaria porteña, sea pública o privada. Pero en el cupo se priorizará a los alumnos de escuelas públicas más vulnerables.

“Esto no reemplaza a la educación formal”, remarca Chris Shahinian, director internacional de los centros TUMO. Es un complemento especializado en las tecnologías creativas.

Los aprendices llegarán ahí antes o después de ir a la escuela, y habrá una exigencia particular sobre las faltas: ante el ausentismo, ese lugar quedará vacante para quien lo pueda aprovechar más.

Tiempo de aprender

No hay aulas, hay 10 laboratorios, y ese área rojísima de self learning (autoaprendizaje), plagado de mesas altas con computadoras iMac de Apple, sobre la que Clarín pudo caminar en un recorrido antes de su apertura.

Tampoco hay cursada, hay turnos de dos horas. No hay certificados ni diplomas, al final, cada inscripto se llevará en su portfolio el proyecto que demuestre lo que aprendió.

Puede ser una animación o una canción, puede ser un videojuego o el resultado de cualquiera de las 8 disciplinas, desde la robótica hasta la programación, que según los parámetros del modelo armenio se enseñarán a medida de los tiempos de cada aprendiz.

El foco está puesto en que la mayoría pueda después insertarse en el mercado laboral tech de Argentina.

“TUMO tiene pilares fundamentales: el primero es el autoaprendizaje (la grada roja), donde cada uno de los chicos y chicas se sientan en grupo, o solos si son un poco más introvertidos o quieren estar más concentrados, y empiezan a aprender. Porque los chicos no estudian, aprenden solos en alguna de las disciplinas que eligieron”, explica Pedro Moneda, CEO de TUMO. Ahí también se aprenderá modelado 3D, diseño gráfico, y producción de cine.

“Una vez que terminan la etapa del self-learning, cada uno a su ritmo, eso es lo importante de acá y que están por propia elección, pasan a alguno de los talleres intensivos, que es otro de los pilares de TUMO. Están en el primer piso. No son aulas, son laboratorios“, detalla.

Según Moneda, “lo que interesa es que los chicos aprendan” y no que “cumplan 120 horas de cursada para llevarse un papelito”. Y sostiene: “Muchos se llevan el papelito y el conocimiento se les va al día siguiente del examen.”

El que falta deja su lugar a otro

Jorge Macri, jefe de Gobierno porteño, en plena campaña antes de las elecciones de este domingo, participó del recorrido y puso el acento en el contrato de presencialidad que los padres o madres de los alumnos deberán firmar antes de que los chicos sean admitidos.

“Lo único que se le exige es que no falten, si faltan, agarra el lugar otro, porque son lugares muy valiosos, muy apreciados, muy dedicados, que mucha gente los quiere tener y entonces no está para que te anotes y después vayas viendo, que vayas y que vengas. Por eso la libertad de decirles probá con algún taller, por ahí, y vas regulando, a ver cómo te adaptás, porque tenés que seguir estudiando en la escuela, porque jugás al fútbol o al campo o haces otras actividades, pero no faltes”, sostuvo.

Macri también remarcó como “maravilloso” el cruce “entre edades y especialidades que ocurre acá”, en la zona de autoaprendizaje de proyectos.

“Ahí es donde se junta alguien que por ahí está trabajando en producción de contenido o diseño con alguien que hace música. Y entonces ya empiezan a pensar el video para el que está haciendo la música. Terminás con historias como la de Duki, que en realidad arranca como productor de contenido, más audiovisual y termina siendo más músico”, señaló.

Cómo serán las clases

Las clases no necesariamente van a está guiadas por docentes, sino por un líder de taller, una persona experta en alguna de las disciplinas. “Ahí los chicos ponen las manos en un proyecto, y esto es lo que se llevan luego, cuando lo entregan, se lo llevan en su porfolio”, sigue Moneda.

Esos espacios, rectangulares, totalmente blancos, salvo por algunos detalles en rojo, también tienen computadoras de escritorio. Las especiales para soportar que corran a la vez distintos programas de diseño.

¿Por qué no hay notebooks?¿Por qué la enseñanza no es virtual o mixta? “Este aprendizaje es 100% presencial. Siempre guiado por tutores. Es acá. Los chicos no pueden seguir en sus casas los proyectos que tengan en su sesión iniciada en una de estas computadoras. Y lo bueno es que en una compu puede estar alguien que está anotado en programación y en otra alguien que esté aprendiendo música, y van a estar al lado, aprendiendo entre sí”, dice Mercedes Miguel, ministra de Educación de la Ciudad.

Los talleres intensivos del formato de enseñanza de TUMO
Foto Guillermo Rodriguez Adami.Los talleres intensivos del formato de enseñanza de TUMO
Foto Guillermo Rodriguez Adami.

La plataforma de TUMO, como explica, es un software (la mitad es en inglés, para fomentar la enseñanza bilingüe, y el resto se tradujo al “castellano porteño”), con inteligencia artificial, donde están todos los workshops (espacios de trabajo) de cada taller donde los chicos estén inscriptos, y los avances, que se informarán a los entrenadores o coaches, serán a medida de cada chico.

Respecto a la importancia del espacio, en los talleres intensivos, como explica Moneda, los chicos están sentados enfrentados, y en la cabecera está el espacio para el líder que, de nuevo, no necesariamente tiene que ser un profesor. “Esa disposición es muy importante porque marca que ya no hay que estar mirando al frente a alguien que esté guiando la clase”, señala.

Un sector con computadoras en el centro TUMO. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.Un sector con computadoras en el centro TUMO. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

En total, en el centro TUMO hay lugar para 240 chicos aprendiendo a la vez, 100 al mismo tiempo sobre esa grada. Eso sin contar los Tumomóviles, que son muebles de diseño minimalista, con rueditas y espacio para una notebook, en los que los chicos pueden trasladarse por el lugar mientras programan o crean una animación.

Los que están ahora son importados de Armenia, pero desde el Gobierno de la Ciudad planean que empiecen a ser construidos por estudiantes de escuelas técnicas públicas.

Además, se creó una sala de música especialmente diseñada para el trabajo sonoro, una sala de robótica, espacios de recreo supervisado, con dispensers de bebida y comida, y sectores para personas con movilidad reducida.

Respeto a las inscripciones, en www.tumo.ar, desde Educación explicaron que es un proceso progresivo, que se hará de a 1.000 inscriptos, aproximadamente, “porque en cada apertura se suman más coaches, tutores y profesores”. Serán más de 6.000 vacantes en total.

Según las estadísticas de TUMO, ocho de cada diez estudiantes mejoran el rendimiento académico en sus escuelas, el 97% domina herramientas de software, y más del 80% afirma que los ayudó a ingresar al mundo laboral.



Fuente Clarin.com

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