“Siempre digo que voy a venir a comprar y no vengo, y justo hoy que me decido, pasa esto”, se queja u una persona que llegó temprano hasta Nazca y Avellaneda. Sin dudas, no es el mejor dia para ir de compras a Flores, al polo textil en torno de la avenida Avellaneda, donde este viernes un operativo de más de 500 efectivos se desplegó alrededor de 30 manzanas para desalojar manteros.

La venta ilegal en la calle, pero también galpones con mercadería trucha y una organización que la Justicia investiga por diversos delitos, se volvieron comunes en la zona, en donde las irregularidades y el descontrol no paraban de crecer. Un polo textil al que van comerciantes que compran al por mayor, al que llegan micros en tour de compras desde todo el país, y que también se convirtió en un atractivo para la clase media en crisis, que consigue prendas por menos de la mitad del precio que paga en shoppings o centros comerciales con ropa de marca.

Para comerciantes y vecinos, que ya presenciaron otros desalojos, el del viernes fue inédito y diferente. El vallado, en distintas esquinas, es impenetrable. Solo pasan los que acrediten domicilio con su documento de identidad o parentesco directo con alguien que viva ahí. Algunas personas arguyen que necesitan ayudar a alguien mayor, pero no hay opción. Las calles, según las autoridades, seguirán cerradas hasta las 18. Y luego, como avisó el jefe de Gobierno, Jorge Macri, habrá custodia policial por varias semanas para evitar que vuelva el descontrol.

El foco principal son los manteros y los locales sin habilitación, pero también las galerías, donde las organizaciones que están en la mira de la Justicia guardaban sus mercaderías. Y algunos edificios. En despliegue, que comenzó a las 4 de la mañana, intervinieron el Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas Nro. 22, a cargo de Rocío López Di Muro; y la Fiscalía de Delitos Complejos, a cargo de Celsa Ramírez. Según fuentes del operativo, detrás de todo hay organizaciones que ya dejaron de ser investigadas como de venta ilegal y pasaron a ser “asociaciones ilícitas”.

Para los empleados que llegaron a trabajar también es todo nuevo. Esperan detrás de las vallas mientras algunos negocios, no todos, van abriendo. Algunos dicen que los manteros son “laburantes que se la rebuscan y solo se establecen ahí el fin de semana. Están trabajando en vez de salir a robar”, dicen sobre el últmo eslabón de una cadena que, para la Ciudad, tiene detrás organizaciones más pesadas.

Vallas y operativo policial en el polo textiol de Flores, junto a la avenida Avellaneda, en donde desalojaron manteros. Foto: Luciano ThiebergerVallas y operativo policial en el polo textiol de Flores, junto a la avenida Avellaneda, en donde desalojaron manteros. Foto: Luciano Thieberger

También están los que, pese a todo, se la siguen rebuscando. Como un grupo de mujeres que vende con disimulo sándwiches de pollo y café. Horas antes, una vendedora de tortillas que según los vecinos está siempre, también fue desalojada y vio cómo se llevaban todo lo que tenía porque no contaba con habilitación.

En la calle Helguera, una mujer vestida con una pechera marrón, se aferra a las vallas para increpar a algunas personas que están afuera. “Te dije lo de la habilitación”. Grita. Y cuenta que estaba durmiendo y la sacaron bruscamente, que la tiraron al piso desnuda y apenas se pudo vestir. Que se llevaron todo, incluyendo garrafas y matafuegos. Que no entiende por qué entraron en su departamento y no en otros. Después, un Policía la acompañó hasta detrás del camión con acoplado repleto de bolsas de mercadería que fueron incautadas del lugar.

“Me parte no poder comprar nada, tengo que cumplir con las clientas”, dice Vanesa, que fue hasta el polo textil a hacer las compras para su emprendimiento. Todos los viernes viaja desde Ensenada hasta Flores acompañada por alguno de sus hijos. Vende ropa y zapatos a través de redes sociales, pero el local que necesitaba quedó del otro lado del cerco. “Yo no pago local, entonces manejo otros precios… si tuviera un local, ya sería otra cosa, pero como no pago nada, vendo más barato. Yo soy como una mantera de internet, pero no me queda otra”, le dijo a Clarín.

Antes del desalojo. Compras en locales y en las veredas de la avenida Avellaneda, en Flores. Foto: Mariana Nedelcu Antes del desalojo. Compras en locales y en las veredas de la avenida Avellaneda, en Flores. Foto: Mariana Nedelcu

Para Isaac, que es dueño de un local, es distinto. “A los que vendemos telas o ropa al por mayor nos perjudican mucho los manteros. Primero, en sentido económico. No puede ser que vos tengas un local y estás pagando AFIP, empleados, llave, alquiler, una fortuna de plata y venga una persona que ponga ropa en el piso, similar a la que vos tenés, a un cuarto del precio”, asegura, y agrega: “Y además están los disturbios que causan. No permiten caminar a la gente, ocupan los lugares para estacionar y la vereda. Es un gran perjuicio para los comerciantes. Se defienden como si fueran propietarios y cuando les pedís que se corran, algunos se ponen violentos“.

De acuerdo con un relevamiento de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), en diciembre se registró una baja del comercio ilegal en la Ciudad. Sin embargo, la avenida Avellaneda concentró el 92,4% de los puestos, con un total de 815. Para tomar dimensión del fenómeno, en Once, otro lugar conflictivo, se relevaron 34 puestos sobre la avenida Rivadavia. Además, la zona de Flores tenía 7 de las cuadras con mayor cantidad de puestos ideales.

Antes del desalojo. Compras a manteros en la avenida Avellaneda. Foto: Mariana Nedelcu Antes del desalojo. Compras a manteros en la avenida Avellaneda. Foto: Mariana Nedelcu

Maestría Clarín/Universidad de San Andrés



Fuente Clarin.com

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