Juan Farinati, CEO de Bayer, manifestó en Expoagro su optimismo sobre lo que viene en los negociso del agro. Evaluó que “el 2024 fue un año de reseteo importante. Veníamos de un escenario muy financiero, para hacer negocios en el sector. Y ahora se vuelve a un escenario donde la productividad y la eficiencia vuelven a ganar protagonismo. Me parece sumamente positivo”.
Según el ejecutivo, “2023 fue un año muy financiero, el 2024 un año convulsivo, de transición, y creo que este 2025 va a ser un año muy productivo en promedio país. Aunque obviamente hay diferentes situaciones heterogéneas, en diferentes regiones, según la calidad productiva de la zona, al cultivo que se trate, pero aun con particularidades extremas de excesos hídricos, como en la región de Bahía Blanca, en general se han favorecido los cultivos tardíos y las napas para la campaña que viene. Va a ser clave como termine la cosecha“.
Advirtió que “este cambio que estamos teniendo lleva a tener que producir más, mejor, y ser más eficientes. La innovación va a tener un rol importante, lo cual refuerza lo positivo. Obviamente, como en todo cambio, hay varios desafíos, en la cadena de distribución, en los productores, con cuellos de botella financieros, pero empezamos a transitar un 2025 en el que el sector va a recuperarse, aunque sea con márgenes comprimidos, especialmente por los precios de los commodities, que no están en los niveles a los que estábamos acostumbrados, pero soy sumamente optimista desde el punto de vista de cómo avanzará la situación agrícola para la campaña 2025/26 y cómo el productor va a optar por más innovación y más tecnología.
–¿Qué impacto tendría la baja de retenciones en la elección de uno u otro cultivo?.
– La baja de retenciones es sumamente positiva. Es una señal super positiva para el sector por parte del Gobierno, además de las decisiones que se están tomando con medidas que están ayudando a simplificar y hacer menos burocráticos a todo el negocio agropecuario. En ese contexto la relación entre los cultivos ha mejorado, con el maíz en una situación de márgenes mejores a los de la soja. El productor lo está viendo y está bueno por las rotaciones y por el impacto que tiene el maíz en toda la cadena agroindustrial.
-¿La “chicharrita” quedó atrás?
-El año pasado hubo daño de spiroplasma, pero creo que no fue todo adjudicable a la chicharrita. Hubo una combinación, dependiendo de la zona, de spiroplasma y de golpe de calor. Entonces creo que en algunas ocasiones hasta se sobre reaccionó en la reducción de área. Creo que este año va a haber un recupero grande en el área maíz, para la campaña 25/ 26, prácticamente del 18%, que es lo que cayó entre las dos últimas campañas, con opciones volcadas a materiales más tolerantes a spiroplasma, sobre todo en las zonas más afectadas.
-¿Qué innovaciones podrían esperar los productores, en la nueva macro argentina?
-Más allá de la macro, que claramente está ganando en previsibilidad, por la economía y también, en término sectoriales, por el avance del programa Sembrá Evolución, que ha logrado avances en el reconocimiento a los obtentores de semillas, creo que debemos adaptarnos a saltos más cortos, no tan disruptivos como fue la soja RR, por ejemplo.
–¿Hay que bajar las expectativas?
-No, son expectativas diferentes, porque la innovación viene en un sentido integral, depende de más factores. Para agregar valor, se incluye la genética, la biotecnología, manejo de los cultivos, oportunidades de mercado como puede ser lo relacionado a la huella de carbono. Vamos a innovaciones centrados no tanto en productos sino más en procesos. Es un cambio muy grande.
-¿Qué próximos lanzamientos tienen previstos?
-Tenemos en el horizonte la presentación de maíces de baja estatura, primero en base a breeding (2027) y luego con eje biotecnológico (2029). Estamos trabajando fuerte, convencidos de que tiene varias ventajas. No sólo se reducen los problemas de vuelcos sino también permite aplicaciones en estadios más avanzados y hasta se pueden aplicar fungicidas adentro del cultivo. Y hay otras derivaciones interesantes, porque al tener más kilos de granos por peso de materia seca, el picado para tambos resulta mucho más nutritivo.
-¿Bayer analiza volver al negocio de semillas de soja en la Argentina?
-Por ahora no ha cambiado mucho el marco normativo y en el mercado parecen haberse disipado las intenciones de una reforma a la ley de semillas. De todos modos, en relación la marco regulatorio para el reconocimiento de patentes sobre semillas, estamos siguiendo atentamente el sistema de “Sembrá Evolución”. Creemos importante tener un sistema que funciona entre empresas y acuerdos específicos con productores sobre los nuevos productos.
-¿Cómo se juega hoy la apuesta al cuidado ambiental?
-La sustentabilidad es clave, una oportunidad que tenemos para poner en valor lo que hacemos. Y viene de la mano de la digitalización para, en conjunto, tomar mejores decisiones. La digitalización no solamente sirve para monitorear las maquinarias o utilizar mejor los agroquímicos, sino para dar trazabilidad y dar valor. Con la siembra directa y la aplicación de Buenas Prácticas Agrícolas, se demostró que la huella de carbono de la soja argentina es extremadamente baja, lo que permite ingresar con mejores precios en mercados que exigen esta condición. Cuando se demuestra que está en zonas libres de deforestación, la ecuación mejora y el avance todavía es mayor cuando se demuestra que la huella de carbono es reducida. En ese sentido, Bayer lleva adelante un programa junto con Viterra que mide la huella de carbono en soja y que en 2024 logró la certificación de un millón de hectáreas. Para 2025 llegaremos a dos millones o 2,5 millones de hectáreas.