No es solo esa escena pero esa escena alcanza para generar escalofríos. La novela Cardumen (Cuatro lunas), de la filóloga gallega Rexina Vega, nunca fue concebida como una obra de terror, pero eso exactamente es lo que genera por la actualidad de algunos personajes, el retrato vivo de ciertas crueldades y, especialmente, por las consecuencias de todo aquello.

La trama enlaza los destinos de algunos jóvenes, un poco emparentados y otro poco amigos, que crecieron en la España previa al golpe de Estado de 1936.

En ese año, la narración se apaga. No hay palabras para la guerra entre hermanos. Solo silencio. Y luego, retoma los hechos en un presente en el que lo que se ve son las consecuencias. Una generación de jóvenes que revisa lo actuado por sus antepasados con ojos del ahora.

“La guerra está ahí para ver de que manera elaboramos nuestra memoria”, explicó al diario El País la autora, que es además traductora y académica. La guerra, el caldo en el que se cocina su aparición, va construyendo en la novela unos pocos héroes pequeños, algo fallidos, pero principalmente florencientes villanos.

Esos villanos nacen en un viejo amigo que ya no mira a los ojos, en un vecino que de pronto aspira a un lote ajeno, a un conocido un poco frustrado que cree que ha llegado la hora de su revancha. El caldo de la guerra envenena a los nuestros, que así se transforman en los otros. En la novela. Pero no solo en la novela.

Cardumen no es solo esa escena pero esa escena es tan vívida. Actores populares ensayan una obra mala que estrenarán en un teatro vigués cuando las puertas de la sala son derrumbadas por una turba de jóvenes falangistas. Los conocen, son chicos del barrio. Hijos o sobrinos de alguien

“Se sitúan en hilera, como una manada de lobetos acechando. (…) En seguida reparan en la fuerza extraordinaria de sus miradas, en el odio terrible, profundizo, en la violencia extrema que los sitúa más allá de la razón”. El resto es violencia, golpes, puñaladas, un festival de odio y deshumanización.

“Siempre que se genera una gran infamia, es necesario saber por qué se produjo. Que tanto dolor haya sido para nada va contra la justicia poética. Perec, con toda su familia asesinada por los nazis, ideó su obra como restitución y desquite ante la Historia. Ese es uno de los grandes poderes de la literatura”, concluye Vega.





Fuente Clarin.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *