“Los sueños pasan desplazándose unos en otros mediante la simple magia de la línea”, dice la presentación de la muestra La mixtura de la línea, de Verónica Maguitman y Patricia Minardi Otero.

Así que aquí, en la sala de Legislatura porteña donde se expone como apertura de temporada, lo primero será dejarse llevar por formas y colores, es decir, animarse a perderse entre ellas, no temerle al misterio. Y, la verdad, no cuesta hacerlo.

Las obras te llevan. Reina la abstracción, orgánica, colorida, amable, aunque no desplaza del todo a la figuración.

Cada uno podrá encontrar en estos cuadros remansos o ciclones, criaturas fantásticas y ecos de maestros del expresionismo, del “mundo flotante” zen, de la potencia naif o de los vacíos de la pintura metafísica. También, entre algunas siluetas humanas, sombras, ¿ruinas?, metáforas (siempre apacibles) de lo que resiste al tiempo.

¿Pájaros que nadan? ¿Mariposas de piedra? Estas piezas podrán aludir a mares, cielos o constelaciones. A paisajes que a veces parecen de otros mundos, externos. Pero el asunto es que nunca nos son ajenos.

A mí me hacen pensar en el modo en que la poesía le da formas al caos y nos permite disfrutarlo.

Como sea, después del encantamiento, están las ideas que dieron pie a esta exhibición. Abren otras puertas.

Minardi Otero. "Fusión". Gentileza Minardi OteroMinardi Otero. “Fusión”. Gentileza Minardi Otero

Componer y ensamblar

¿Por qué La mixtura de la línea como título de la muestra?

“Patricia y yo nos conocemos hace años, participamos en muestras colectivas y pensamos que nuestras obras tienen puntos de contacto fuertes. Por eso, teníamos muchas ganas de mostrarlas juntas. El concepto de mixtura, en el sentido de una manera de amalgamar y expandir sentidos sin que lsa partes pierdan su singularidad, apunta a sintetizar justamente eso”, cuenta Maguitman a Clarín Cultura.

“Es poner en conexión maneras de sentir y de estar en el mundo, lo real, lo imaginario, el conocimiento, la emoción… Este espacio como encuentro y experimentación reafirma la mixtura, al mismo tiempo que la amplía”, agrega Minardi Otero.

"Conversaciones en la esquina". Gentileza V. Maguitman“Conversaciones en la esquina”. Gentileza V. Maguitman

Maguitman (Buenos Aires, 1969) empezó a pintar de chica, toma clases desde la adolescencia y pasó por la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. “Concibo mi pintura como un viaje chamánico hacia un paisaje onírico en una cosmogonía mágica”, resume. “Lo mío es color, movimiento, vida”, afirma.

Además, es psicóloga. “Arte y psicología son una buena combinación. No sólo porque el arte es terapéutico. Pintar es un acto solitario. Sos tu propio partenaire. Se trata de una danza con uno mismo. En cambio, el rol de terapeuta es entrar en una danza de a dos. Y exponer es danzar con otros, volver a danzar con otros”, marca.

Minardi Otero (Buenos Aires, 1960), quien se formó con Silvia Flichman, Nicolás Menza y Eduardo Medici, entre otros, señala: “Lo mío es collage y pintura. Parto de la exploración con el pegado del papel. Todo es un proceso vivo. Necesito que la obra me diga algo y la manera en que me lo dice es con texturas, collages, luces y sombras”.

“Los gestos y pequeños grafismos, el pegado de algo especial, significativo, de esa manera la obra se carga de nuevos sentidos. Así, entre el automatismo, que me une al surrealismo, busco en el terreno sutil de lo sensible”, suma.

Minardi Otero. Collage. Gentileza Minardi OteroMinardi Otero. Collage. Gentileza Minardi Otero

El afuera adentro

¿Cómo definen las relaciones entre sus obras? “La obra de las dos es atmosférica te transmite un clima, un ánimo”, indica Maguitman.

Por eso, en la presentación de la expo citan La vida de las plantas. Una metafísica de la mixtura, del filósofo Emanuele Coccia: “La atmósfera no es algo que se le añadiría al mundo: es el mundo en tanto mixtura en el interior de lo que todo respira”.

Además, en ese mismo texto, retoman el concepto de aura de otro pensador, Walter Benjamin: “El aura de una obra humana consiste en el carácter irrepetible y perenne de su unicidad o singularidad, carácter que proviene del hecho de que lo valioso en ella reside en que fue el lugar en el que, en un momento único, aconteció una epifanía”.

“Los pensadores que siguen a Benjamin dicen que su concepto de aura es clave en la era de la Inteligencia Artificial. El original puede tener errores, imperfecciones, que se van a valorar cada más”, acota Maguitman.

Frenar, sentir, jugar

“Ofrecemos una atmósfera, un espacio de contemplación. Nuestras obras buscan llevar al público a la armonía, a contemplar, a salir de la inercia. Ese es el gran punto de encuentro”, apunta Maguitman.

Uno puede observar, conmoverse, desacelerar. Y también puede jugar en esta muestra. Jugar a encontrar parecidos y diferencias entre los estilos de las artistas. O jugar con cada pieza, con sus supuestos detalles, amorosamente, puntillosamente, creados. Hacer zoom, alejarse. Casi siempre habrá sorpresas.

Por ejemplo, Maguitman intervino un antiguo tapiz de Mongolia, por encargo de un coleccionista. Recreó personajes de su bestiario sobre organzas, en tonos saturados y flúo. Alguno se le voló literalmente mientras componía y aquí está ahora, en la muestra, colgado entre móviles que acompañan a esa tela. Además, algunas figuras reaparecen en otros de los cuadros exhibidos.

Como resume Minardi Otero, se trata de “habitar los espacios imaginarios ¿Qué hay más allá? En el límite entre el adentro y el afuera, se sostiene nuestra mirada. Ahí sentimos”.

Ficha: La mixtura de la línea se expone en Perú 160, sala Manuel Belgrano, de lunes a viernes de 14 a 19, hasta el 20 de marzo, con entrada gratis. Hay que llevar el DNI.



Fuente Clarin.com

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