Los movimientos que luchan por los derechos de las mujeres –en toda su amplitud y heterogeneidad- tienen no menos de tres siglos de historia en Occidente; pero, ciertamente, en las décadas recientes viven un impulso más decidido que agregó perspectivas nuevas y sumó otras problemáticas, que antes estaban más veladas o directamente ocultas.
La danza, un lenguaje nunca literal y sí metafórico, no se ocupó muy visiblemente de expresar aquellas cuestiones, tanto en el siglo XX como lo que va del siglo XXI.

Una gran excepción fue Martha Graham: dentro de su inmensa producción hay un conjunto de obras inspiradas en antiguos mitos griegos -igual que Pablo Picasso, también Graham fue pasando por distintas etapas temáticas y estilísticas- . Pero su intención no era simplemente recrear tal o cual mito bajo una forma coreográfica sino tomarlos como punto de partida para referirse metafóricamente a aspectos cruciales de la vida de las mujeres.
Su famosa Errante en el laberinto (1947), por ejemplo, toma la leyenda de Ariadna y el Minotauro para hablar del temor de una joven frente al despertar sexual.
¿Y a qué viene todo esto? A que la coreógrafa y bailarina francesa Leila Ka, de 33 años, está a punto de presentar en el Centro de Experimentación del Teatro Colón tres obras que reflejan su interés, o quizás mejor su punto de vista, respecto de la situación de las mujeres en el mundo contemporáneo; esta temática es un tema muy abordado por la literatura, la ensayística, el cine y el teatro, pero muy escasamente, como se dice más arriba, por la danza contemporánea.
La energía combativa del hip-hop
En la entrevista que sigue, Leila Ka habla con Clarín de sus comienzos en la danza: “Nací en una ciudad pequeña en el oeste de Francia; cuando era muy pequeñita hice un año de ballet pero no me gustó. Ya en la adolescencia, tenía dieciséis años, hice una práctica más o menos breve de danzas urbanas y luego me encontré con la danza contemporánea. Más adelante tuve la experiencia de formar parte de May B una obra de la coreógrafa Maguy Marin”.

(Aclaración: May B es una de las piezas más ampliamente conocidas de la famosa coreógrafa Maguy Marin, montada infinidad de veces en el mundo, se inspira en textos de Samuel Becket y es mucho más teatral que coreográfica. Leila tuvo la oportunidad de formar parte de alguno de los montajes de May B)
-¿Qué te dejó aquella experiencia?
-Un gran aprendizaje, muy enriquecedor. Aprendí qué significa el hecho de trabajar rigurosamente, de repetir un mismo movimiento treinta veces durante un ensayo. Nunca hice una escuela de danza y todo esto me resultaba nuevo, desconocido.
-¿Tu paso por las danzas urbanas influyó en algún aspecto sobre tus coreografías posteriores?
-Sí. Al menos en esa energía combativa y esa precisión que creo que son parte del hip-hop. Y luego creé un primer solo para mí, Pode ser, que sigo llevando en gira pero que ya no bailo yo misma. El personaje lleva un vestido rosa de princesa y zapatillas deportivas. Hablo en esta pieza de la identidad.

-En el sentido de cómo construirse una identidad propia, entre lo que uno quiere ser, lo que realmente es y lo que se espera que sea. En tanto que mujeres, quiero decir.
-¿Desde una postura feminista, por usar un término muy general?
-Soy una mujer y desde allí me planteo estas cuestiones y el deseo de ser libre. Así que en cierto modo soy feminista.
-¿Te sentís parte de alguna corriente de danza?
-No, aunque quizás de la danza-teatro. Pero no me identifico con ningún coreógrafo en particular. Amo la danza que danza, que transpira, que cuenta una historia. Por otro lado, no veo espectáculos de danza ni de teatro y tampoco leo. No tengo tiempo.
Emanciparse de las ataduras
La obra inicial del ciclo que trae Leila Ka a Buenos Aires es Maldonne, que puede traducirse como “malentendido”. Fue su primera creación grupal y la describe así:

“En el escenario hay cinco bailarinas y cuarenta vestidos considerados femeninos: de princesa, de ama de casa, de empleada, todos muy diferentes y cada mujer representa un estereotipo. Algunas caen y vuelven a levantarse, otras caen y ya no vuelven a ponerse de pie, otras adoptan posiciones sexuales o gritan o bailan”.
Y agrega: “La obra trata del deseo de emanciparse de aquellas ataduras y reapropiarse de esos roles. Esto es lo que se ve en el escenario”.
-¿Maldonne es entonces una denuncia sobre el papel de las mujeres en la sociedad actual?
-Sí. Yo misma me siento encerrada en ciertos roles y que hay cosas que no debo hacer; de situaciones que repito porque me las enseñaron: a mantenerme derecha, a cruzar las piernas, a no hablar demasiado fuerte, a no molestar ni correr; a no ser aventurera ni independiente.

-¿Y son reclamos que te resultan pertinentes hoy, al menos en la sociedad occidental?
-Estoy de acuerdo con que muchas cosas han cambiado en las últimas décadas. Pero también digo que es un combate que aún hay que sostener.
Cuándo y dónde se podrán ver las obras
El programa se completa con los solos Pode ser y Se faire la belle y el dúo C’est toi qu’on adore y en todas ellas, dice Leila, aparecen personajes que poseen el deseo de liberarse.
Maldonne se estrena este domingo 11 de mayo en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (Viamonte 1168). Habrá funciones hasta el martes 13 en diferentes horarios. El dúo y los solos podrán verse el jueves 15, el viernes 16 y el domingo 18.