“¿Y si el tiempo fuera una entidad que tiene sus propias cualidades o características?”, pregunta (se pregunta) Silvia Rivas, mientras sus ojos verdes se abren, como esperando que de otro lado caigan las respuestas, e iluminan la sala del museo, casi una penumbra. La artista trabaja con el tiempo y el espacio como con el grafito y la arcilla blanca. Los manipula, explora sus posibilidades, atiende sus condiciones de expresión. Interrogando sus materiales, que son ahora tan intangibles como sus propias preguntas, ensaya respuestas. No hay sentidos unívocos, pero sí certezas sensoriales. “Parto de una sensación o una idea y busco trasmitirla en imágenes”, cuenta, rodeada de un buen número de sus obras en la sala del Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero que funciona en el ex Hotel de Inmigrantes. Ahí puede verse la primera muestra antológica de la artista argentina en la Argentina, Cronotopías.

La muestra, que viene de haber sido expuesta en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, cuenta ahora con la curaduría de Diana Wechsler –directora de MUNTREF– y el italiano Eugenio Viola –director del Mambo–. Su título es un neologismo inventado por Viola, que hace referencia a esa inquietud central de Rivas. “Las ideas de tiempo y de espacio entran en cortocircuito –define Viola–. De ese cruce emerge la obra de esta artista”. Sus obras se despliegan en el espacio interviniéndolo de un modo sugestivo. Una pantalla apoyada contra la pared sugiere una ventana o un espejo; otra genera inestabilidad arriba de un andamio; una más resiste la supuesta presión que ejercen, contra la fragilidad del vidrio, unas pequeñas estructuras de madera y hierro que la sujetan y amenazan partirla.

Momentum. Instalación en las salas de MUNTREF. Foto: Rolf Art). Momentum. Instalación en las salas de MUNTREF. Foto: Rolf Art).

Por la potencia sensitiva y simbólica de sus relatos, pero también por el modo en que se montan en las salas de exhibición, sus videoinstalaciones son como umbrales abiertos a otras dimensiones. “No podemos separarlos, recorremos y practicamos el tiempo en el espacio. Vuelvo a editar porque en algunos casos el mismo video no funciona en otros lugares. La obra cambia según la mirada del que la mira, y también del espacio que la rodea. Me gusta eso de la videoinstalación, que la obra se resignifique cada vez que la muestro”, explica la artista.

Cronotopías consiste en un recorte muy preciso dentro de la trayectoria de Rivas, que comenzó a trabajar con audiovisual en la década de 1990. “Decidí intencionalmente enfocarme en los trabajos de los 2000 –explica Viola, responsable de la selección de piezas–. Cuando tienes una artista como ella, con una trayectoria tan larga, tienes que elegir entre varios caminos posibles. Me decidí por su iconología intangible, sus obras intermediales, para decirlo con Rosalind Krauss, porque Rivas es una pionera en ese aspecto en la Argentina y Latinoamérica”.

El revés de la armadura. Una instalación de contrastes sugestivos.  El revés de la armadura. Una instalación de contrastes sugestivos.

Sin seguir un orden cronológico, cada obra dialoga con las que la rodean en la sala de un modo espontáneo e intuitivo. Algunas de ellas nunca se habían mostrado hasta ahora en la Argentina. Tal es el caso de Momentum, que recorta el instante previo a una caída y lo repite al infinito. Hay otras piezas emblemáticas, como Zumbido, que Rivas mostró por primera vez en el Malba hace unos años. La pieza muestra la interacción (y sus fricciones) entre una mano humana y una mosca que quiere posarse sobre ella. “Tiene que ver con la insistencia –explica la artista–. Algunas cosas nunca se terminan, siempre vuelven a empezar, y requieren una acción permanente, el lidiar con un afuera que no entendemos. La mano espanta la mosca y la situación se modifica, pero la mosca vuelve, sola o en enjambre”. La obra articula momentos de ironía con otros de exasperación amenazante. Parte de eso tiene que ver con que el espectador, de a ratos, tenderá a identificarse con la mano, y de a ratos con la mosca.

Otra de las obras, cuenta Rivas, fue pensada idealmente para la arquitectura de ese espacio. Ese es el caso de Niña, aquella pieza en la que una nena sopla jabón intentando formar una burbuja, que la artista concibió para, algún día, mostrar en el ex Hotel de Inmigrantes. Niña es un buen ejemplo de cómo Rivas ajusta cada pieza al tiempo y el espacio particular en que se muestran. En esta oportunidad, la obra, que originalmente es un tríptico, cuenta con una proyección monocanal. La pieza fue instalada fuera de la sala, en la zona donde están los antiguos lavatorios del hotel de Retiro. Rivas cuenta que volvió a editarla para que las burbujas no lleguen a armarse (cosa que sí sucede en otras versiones). “Este –dice, por el ex hotel– era un espacio de suspensión, donde el pasado quedaba atrás y el futuro era incierto. Toda esta serie tiene que ver con eso: el alargamiento del instante presente y la proyección de lo desconocido”.

Momentum (Ejercicio individual), de Silvia Rivas.Momentum (Ejercicio individual), de Silvia Rivas.

En ese sentido, Viola explica que, si bien las muestras en Buenos Aires y Bogotá provienen de la misma matriz, sus resultados en el montaje fueron tan opuestos como complementarios. “El Mambo es un edificio brutalista, con su ladrillo a la vista y sus guiños a la arquitectura contemporánea, que muchas veces no permitía cierta disposición para las obras. En ese sentido MUNTREF se presentaba como un espacio más fácil, pero era solo en apariencia. Hubo cosas que sí pudimos hacer en el Mambo pero aquí no, porque la estructura no lo permitía, como colgar una pesada viga del techo”.

Varias de las obras de Rivas se disponen como parte de una escena más compleja, más allá de la pantalla. De ahí surgen contrastes sugestivos, como aquel que se da entre la porcelana de Limoges y el hierro oxidado de algunas tijeras y pinzas (y, claro, la viga) en El revés de la armadura. En las pantallas, las mujeres se contorsionan intentando quitarse de encima esos frágiles trajes de papel que se les han pegado y son ya, inexorablemente, parte de su cuerpo. En el espacio de la sala, penden del techo las pinzas, y las porcelanas semejan armaduras inútiles, imposibles de implementar. “Tiene que ver con nuestra fragilidad , –define Rivas–, pero también con todos esos objetos en desuso que, dependiendo de la cultura, pueden ser herramientas o elementos de tortura”.

Rivas junto al curador Eugenio Viola, director del Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo).Rivas junto al curador Eugenio Viola, director del Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo).

La presencia de objetos y dibujos expande el campo de las piezas audiovisuales, tanto como la vitrina en la que pueden verse los bocetos de los que parte la artista, y algunos otros elementos inspiradores. Todo parece retroalimentarse en el universo de Rivas, ser alcanzado por la misma pregunta, una pregunta que de tan existencial deviene informulable, más allá de las obras. “De ninguna manera trato de ilustrar la problemática de agenda –aclara, más allá de que haya obras, como Fuerza diagonal, que parecen estar hablando al corazón del instante presente–. Busco establecer con los espectadores relaciones vivenciales, que en los tres minutos que dura un video se alcance una sensación. Finalmente el fastidio es uno, el terror es uno, la resistencia es una. Después están las circunstancias. Pero busco cosas esenciales”.

Entre pantallas ventana y pantallas espejo, los ojos encuentran el río buscando anclar la mirada. A ese espacio, donde ahora se despliegan las obras de Rivas, cuenta la artista que una vez llegó su madre, desde Galicia, a los siete años. Paradójicamente, el ex hotel ahora museo también funciona como umbral espaciotemporal por el que viajan la frustración, el terror y el fastidio de varias generaciones. También la esperanza que, irremediablemente, nos hace seguir soplando las pompas de jabón, hasta llegar a ver cómo crecen las burbujas.

  • Cronotopías – Silvia Rivas
  • Lugar: MUNTREF Centro de Arte Contemporáneo (Av. Antártida Argentina s/n)
  • Horario: mié. a dom. de 11 a 18
  • Fecha: hasta el 14 de junio
  • Entrada: gratuita



Fuente Clarin.com

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