En muchas casas argentinas, los perros y gatos son más que mascotas: son parte de la familia. Y sí, en muchísimos casos también son compañeros de cama. Aunque a algunos les parezca una costumbre exagerada, la ciencia respalda que dormir con ellos puede ser muy beneficioso.
¿Te pasa que tu perro se mete en la cama como si fuera uno más? ¿O que tu gato se adueña de la almohada? Lejos de ser un problema, esa cercanía podría ayudarte a dormir mejor, reducir el estrés y fortalecer el vínculo con tu compañero peludo.
Estudios recientes revelan que dormir con nuestras mascotas no afecta negativamente el descanso, como se creía. Al contrario: muchas personas que comparten la cama con su animal aseguraron que dormían mejor y más tranquilos, según un artículo del Instituto del Sueño.
Los investigadores incluso midieron el sueño con rastreadores en humanos y perros, y encontraron que la calidad subjetiva del sueño aumentaba cuando estaban juntos. Es decir, uno se siente mejor acompañado.
Dormir con tu mascota estimula la producción de oxitocina, la famosa “hormona del amor”, que genera bienestar, relaja el cuerpo y mejora el estado de ánimo. También baja los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y ayuda a personas con ansiedad o depresión.
Además, se comprobó que esos beneficios se dan tanto en los humanos como en los animales. Así que es un win-win emocional: ellos se sienten seguros, y vos dormís más tranquilo.
Hay quienes creen que dormir con animales puede ser insalubre o malcriarlos demasiado. La realidad es que si el animal está sano y tiene sus vacunas y desparasitaciones al día, no hay riesgos importantes.
La clave está en la higiene de la cama y del propio animal. Si mantenés eso bajo control y no tenés alergias importantes, no deberías tener problemas. Y lo de “malcriarlos” es más mito que otra cosa: lo importante es poner límites claros si hace falta, pero sin culpa.