Donald Trump y su equipo (Scott Bessent y Howard Lutnick, entre otros) quieren transformar una economía fundada en el primer consumo del mundo en una superpotencia manufacturera, capaz de competir con China.
Los instrumentos de esta tarea de transformación son dos: a) una política sistemática de implantación de tarifas diferenciadas hacia todos los países del mundo; y b) el recorte sistemático del déficit fiscal llevándolo a la mitad en 3 años (de 6.7% a 3%, o menos, del producto).
La política tarifaria tiene como objetivo volcar a las grandes empresas del exterior a producir en EE.UU., generando un boom manufacturero sustentado en un excepcional incremento inversor.
Trump sostiene que el sistema internacional es ahora multipolar, y en él se actúa siguiendo el más estricto interés nacional.
Por eso aspira a una nueva hegemonía estadounidense, por necesidad visceralmente revisionista, ante todos los países del mundo, aliados y adversarios en iguales condiciones.
Scott Bessent propone un Nuevo Bretton Woods, y señala que el principal desequilibrio de la economía global es la sobrevaluación del dólar. Y agrega que su contrapartida es el fenomenal superávit de cuenta corriente chino que alcanza a 13% del PBI, que otorga a sus exportaciones un carácter avasallador.
De ahí que EE.UU. reclame devaluar el yuan o renminbi en relación al dólar, al tiempo que se mantiene su valor como instrumento de ahorro global.
Este Nuevo Bretton Woods exige un acuerdo estratégico y de seguridad entre las dos superpotencias, que inaugure una nueva era histórica de cooperación.
Este es el camino para que EE.UU. impulse en gran escala el potencial manufacturero/exportador de su economía, que en términos de productividad es la primera del mundo.
En suma, Trump pretende reconstruir la economía norteamericana, fundada hoy en el consumo, en otra esencialmente manufacturera, y lo hace a través de 2 estrategias convergentes, una fiscal y la otra industrial:
De esa manera -presume Trump- Estados Unidos tendría la posibilidad de competir efectivamente con China, convertida hoy inequívocamente en la primera superpotencia manufacturera global y la segunda economía del mundo.
En lo que se refiere a la alta tecnología, ante todo la Inteligencia artificial, EE.UU confía en que el “futuro”, definido como el predominio de la IA, está plenamente en sus manos; y que además esta superioridad estratégica se acentuará en los próximos 10 años.
La explosión manufacturera que busca Trump está acompañada de gigantescas inversiones, que han tenido lugar especialmente a partir del 5 de noviembre, en que su arrasador triunfo electoral desató en gran escala la pasión por invertir e innovar (animal spirits), que es el rasgo propio del genio norteamericano.
Trump, en suma, no es proteccionista sino todo lo contrario, porque busca obligar a todos los países del mundo a invertir en EE.UU. y abrir sus economías.
El genio norteamericano hondamente futurista es al mismo tiempo raigalmente anti-utópico, porque posee un profundo sentido comercial, esto es, inmediato.
De esa manera convergen la estrategia manufacturera exportadora sustentada en tarifas relativas, que ya está en marcha, con una nítida búsqueda de un Nuevo Bretton Woods entre EE.UU. y China.
Lo que significan estas tarifas especiales lo revelan los siguientes datos: desde el 15 de enero de este año las tarifas de Donald Trump superan más de U$S 1 billón de las importaciones estadounidenses, y se elevarían a U$S 1,4 billones a contar del 2 de abril, cuando se instituya el principal elemento estratégico que posee el gobierno norteamericano que son las tarifas reciprocas (EE.UU. aumenta sus tarifas al nivel que tengan con los distintos países del mundo con los que intercambia). La forma de reducirlas es hacerlo hasta el nivel que tengan las importaciones para los productos estadounidenses.
Todo esto ocurre cuando la superpotencia norteamericana experimenta un fenomenal boom de inversiones, que superan entre las bursátiles y las directas más de U$S 15 billones, en los 100 días de gobierno de Trump.
Este fenomenal boom de inversiones significa que EE.UU. juega con el tiempo a su favor en esta trasformación global, lo que adelanta el advenimiento de un extraordinario boom económico, con una tasa de crecimiento de 4% anual, o más.