La campaña de cultivos de servicios (CS) está a la vuelta de la esquina y las siembras aéreas sobre cultivos en pie emergen como alternativa para adelantar la implantación, permitiendo mantener ininterrumpida la vida en el suelo y asegurar un buen volumen de biomasa antes de llegar al invierno.
Pero, ya sea con avión, Altina o drone, la técnica requiere ajustes para asegurar el éxito. La correcta elección de especies es una cuestión clave. Si se quiere ir a lo seguro, conviene optar por especies básicas como centeno o triticale, que tienen un alto porcentaje de implantación en siembras aéreas. Pero como en todo CS, la elección depende del servicio ecosistémico buscado.
“En el caso de optar por mezclas de especies como vicia villosa, centeno, avena strigosa y/o nabo – donde cada una aporta un beneficio productivo específico -, el desafío de la siembra aérea está en evitar la estratificación de semillas dentro del tanque”, declara el especialista Ing. Agr. Diego Chiaraviglio en diálogo con la Red de CS de Aapresid (podcast ‘Cultivando servicios’).
Esto puede sortearse con equipos donde la presión de la tolva se mantiene constante, evitando la separación de semillas de diferentes pesos específicos. Pero en siembras con avión, es crucial seleccionar especies con pesos específicos similares para evitar desbalances en la distribución.
En otra línea, Chiaraviglio destaca la calidad de la semilla: “para que una semilla sea de calidad debe estar limpia, tener buen poder germinativo (PG) y estar correctamente curada con insecticidas y fungicidas para asegurar un buen porcentaje de implantación”.
A la hora de encarar el lote, el momento oportuno de siembra y las condiciones ambientales – en especial de humedad relativa y temperatura – son centrales. “Si en un rango de 48 horas posteriores a la siembra la HR se mantiene por encima del 80% y hay baja insolación, el porcentaje de implantación aumenta significativamente”, asegura Chiaraviglio.
Otro punto es la uniformidad de distribución de la semilla en el ancho de trabajo y la densidad de siembra establecida, teniendo en cuenta el porcentaje de semillas que quedan en las axilas de las hojas del cultivo preexistente.
Experiencias de siembras aéreas: desde el sur bonaerense al oeste cordobés
Ernesto Jauregui, productor de la Regional Guaminí Carhué de Aapresid, agrega que el éxito depende en gran parte del antecesor. “Las siembras aéreas se hacen sobre maíces tempranos y sojas de primera. En girasol, funciona si luego se rola, porque sin cobertura de chalas la semilla queda expuesta y el porcentaje de logro es muy bajo”.
“En nuestra región, utilizamos vicia pura o con centeno a densidades de 15 kg/ha y 10 kg/ha para la leguminosa y la gramínea, respectivamente, priorizando la doble inoculación en vicia”, afirma el productor que siembra tanto con avión como con Altina, y que recientemente experimenta con drones.

Desde el oeste cordobés, Guillermo Rivetti, productor de la Regional Del Campillo de Aapresid, destaca que las siembras aéreas se popularizaron inicialmente en lomas para retener rastrojos de maíz y evitar su voladura por viento. “Hoy, además de esa función física, cumplen un rol en la actividad biológica del suelo”. En campos con ganadería, los CS permiten un pastoreo racionado, donde se extrae solo el 50% de la biomasa producida, agregando valor adicional al sistema.
“Actualmente, las siembras aéreas se realizan sobre todos los lotes de maíz tardío, aprovechando la cobertura del cultivo para favorecer la implantación” explica. En cuanto a especies, indica que en su región, las gramíneas como centeno y triticale son las que mejor funcionan en siembras aéreas. “Nunca tuvimos éxito con leguminosas en estas condiciones. Probamos vicia, pero germina, se embebe y muere. En cambio, el centeno se adapta bien y obtenemos buenos coeficientes de logro año tras año”. La densidad de siembra es de 100 plantas/m2, con buenos resultados de biomasa acumulada.

Para evitar fracasos, Rivetti enfatiza la importancia de un aviador experimentado que asegure una distribución uniforme de la semilla: “mientras que una altina va a 50 o 60 cm por encima de un maíz, un avión por lo general vuela a unos 20 o 25 metros”.
Disponibilidad de agua: clave para una buena siembra aérea
Los entrevistados coinciden que la humedad a la siembra y en las semanas posteriores, son factores fundamentales para el éxito de una siembra aérea.
“Si el otoño viene seco, la implantación de vicia se ve muy afectada”, sentencia Jauregui. Y desde el oeste de Córdoba, Rivetti agrega: “la clave en su zona es sembrar cuando el otoño está declarado. Si se adelanta la siembra y el otoño viene seco, el CS germina pero luego muere por falta de agua. Por eso, en estos años secos estamos retrasando la siembra hasta abril, cuando el maíz ya alcanzó madurez fisiológica y hay días más cortos con alta humedad relativa”.
Disponibilidad de agua: ¿qué pasa después de la siembra?
Más allá de la técnica de siembra – aérea o terrestre -, el temor a la falta de agua, sobre todo en campañas secas, es lo que más limita la decisión de encarar un CS. Pero dejar el lote en barbecho, puede no ser siempre la mejor opción.
La Red de CS de Aapresid evaluó el uso consuntivo de agua, tanto de distintas especies de CS como de barbechos largos, en 20 sitios en todo el país (INFORME 23/24). Este indicador se calcula como la suma del agua útil a la siembra del CS y las precipitaciones a lo largo del ciclo, menos agua útil al secado del CS (o a la siembra del estival) y muestra la ‘película completa’ en lo que refiere al costo hídrico real de cada planteo.
Como primera conclusión, los resultados muestran que – en contra de los que se cree – los barbechos consumen agua, y mucha: 243 mm al secado del CS y 332 mm a la siembra del estival, como promedio general.
Pero como segunda conclusión, si bien este valor fue superado por los CS al momento del secado en la mayoría de los casos, estas diferencias se redujeron – o incluso se eliminaron – al momento de la siembra del cultivo estival en algunas especies. Esto muestra la mayor capacidad de infiltración y captura de agua que tiene un suelo que viene de un CS, entre su supresión y la siembra del cultivo estival.