En Argentina el consumo y la producción de hongos como alimento es una práctica muy poco común en comparación a otros países, no obstante desde hace 4 años un grupo de amigos de Temperley decidió apostar a ella. Su emprendimiento se llama Fungico. En el grupo hay un biólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que tiene un interés especial por los hongos, un ingeniero industrial de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y otros dos socios que bajan a la producción muchos de los conocimientos técnicos.

La producción de hongos aptos para un consumo seguro requiere, como muchos otros alimentos, de procedimientos específicos que aseguren la calidad del producto. El biólogo Juan Suarez es uno de los socios de este proyecto y el que, con sus conocimientos en la materia, pudo armar junto a sus amigos las condiciones necesarias para que crecieran las setas correctamente.

Desde los 8 años que a Suárez le atraen estos organismos. Luego, cuando inició su carrera en la UBA, conoció más de ese mundo, que a la vez descubrió que en realidad la ciencia sabe muy poco de él: “Lo que me atrapó de ellos fueron varias cosas, en principio que es un mundo desconocido, se cree que solo se conoce el 1% de las especies -de setas- que existen”, contó en diálogo con Clarín.

A ese incentivo de fundar su propia empresa de cultivo de gírgolas, se sumó que hace cuatro años conoció a los que ahora son sus actuales socios y amigos, Juan Pierrepont, el ingeniero insdustrial, Nicolás Testuri y Mariano Chiarini. Ellos tenian las misma ganas armar un emprendimiento.

Se trata de una producción agroecológico que genera un alimento que luego de ser cosechado no requiere de ninguna elaboración extra. Sobre su valor nutricional, desde Fungico explicaron que llevaron a analizar una muestra de sus hongos, que señaló que 100 gramos tienen entre 37% y 40% de proteína.

Para llegar a donde están tuvieron que instruirse para poder producir este alimento con todas las especificidades que requiere. Hoy en día los amigos y socios lograron tener un complejo centro de cultivo que se asemeja a un laboratorio, ya que utilizan trajes especiales, para no contaminar con microparticulas la plantación de estos organismos vegetales, y máquinas como una cabina de flujo laminar. A la vez, el proceso es agroecológica porque no usan ningún aditivo ni agroquímicos. El hongo sale dando las condiciones necesarias: luz, humedad, temperatura y aire.

Hasta el momento le venden a 4 restaurantes, 5 dietéticas, entre 20 y 30 particulares por mes y hasta exportan a Mendoza. En total comercializan 50 kilos por mes.

Por su parte Juan Pierrepont, también tenía la determinación de aplicar sus conocimientos de ingeniería en algún emprendimiento. Su balance sobre el rubro es claro, es un negocio que aún está tan explotado en la Argentina y tiene mucho potencial. Por ejemplo Brasil exporta 140.000 de toneladas de setas al año a otros países.

Lejos de minimizar su proyecto los 4 amigos van firmes en su camino de hacer crecer el trabajo que los motiva y en el paso van sumando clientes y equipamiento.



Fuente Clarin.com

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