El Presidente firmó esta semana el decreto que habilita al Gobierno a contraer un nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas por 10 años con el Fondo Monetario Internacional.
El decreto entró de lleno en una etapa de negociación en el Congreso, donde al menos debe ser aprobado por una de las cámaras para estar vigente.
Una nueva etapa para la cual hay por lo menos tres datos clave de ese entendimiento que se desconocen:
- Monto del acuerdo y si incluye un desembolso importante de dinero fresco: ¿será suficiente para llevar a cero las reservas del Banco Central que son negativas en US$ 4.300 millones?
- La secuencialidad de los desembolsos en el caso de que existan fondos frescos: ¿posibles desembolsos antes y después de las elecciones legislativas de octubre?
- Y qué tipo de compromisos asumirá la Argentina en materia cambiaria: ¿Se mantendrá la devaluación de 1% mensual o crearán una banda con piso y techo para que oscile el precio del dólar?
En este contexto de dudas relevantes y si uno se atiene a las declaraciones del Presidente Javier Milei y del ministro de Economía Luis Caputo resulta evidente que lo que menos quiere la cúpula oficial es devaluar.
Desde hace semanas vienen repitiendo que una devaluación solo generaría caída de los ingresos y empobrecimiento de la población y que, por tanto, se debe borrar la posibilidad de una devaluación.
Mientras la voluntad política del Presidente es firme –“vamos a eliminar el cepo y las retenciones al campo para siempre”, aseguró en Expoagro el viernes-, los operados siguen de cerca la viabilidad concreta de mantener sobrevaluado al peso por un período muy largo.
El destino de la plata del Fondo se asignará, como lo adelantó Milei, a reducir los pasivos del Banco Central que en el mercado se los conoce como los “papelitos de colores” que el Tesoro Nacional le firmó al Central para sacarle dólares y pagar deudas y compromisos con el exterior.
Sobre ese punto hay un cálculo de la consultora Empiria que asegura que “la plata del FM para cancelar con dólares líquidos su deuda con el BCRA (letras intransferibles que en su momento fueron la contrapartida de la utilización de reservas) mejorará la calidad del activo del Central”.
Hoy el Central tiene reservas netas negativas por US$ 4.300 millones y las letras intransferibles “están en US$ 23.000 millones (valor nominal US$ 70.000 millones). Un supuesto desembolso de US$ 5.000 millones permitiría rescatar 22% del stock de esas letras y dejar las reservas netas en valores levemente positivos”.
El punto es relevante porque los operadores del mercado financiero, además de prestarle atención a las definiciones políticas, mantienen la atención en dos variables clave: las reservas “netas” y el nivel de la brecha cambiaria.
La brecha entre los dólares mayorista y contado con liquidación superó 15%, un límite ficcional que supone que el Banco Central debe haber tenido que aumentar su intervención en el mercado para contener el tipo de cambio libre.
Allá por julio del año pasado, el Central destinaba entre US$ 100 y US$ 150 millones para aumentar la oferta en el CCL, pero en el trimestre diciembre, enero y febrero esa intervención alcanzó los US$ 2.000 millones.
Demanda sostenida de dólares en el mercado libre por parte de las empresas, de los importadores, de los turistas para viajes y tours de compras en el exterior mientras que se pronuncia el encarecimiento medido en dólares de la construcción y de una porción de los consumos familiares son algunos de los indicadores de revaluación cambiaria que vive la Argentina.
La contracara de esa realidad apareció en la semana tanto en una de las opiniones más difundidas en Expoagro respecto a que el campo no pide una devaluación, sino que le bajen los impuestos, como en una exposición de uno de los economistas más respetados por Milei y el equipo económico.
Ricardo Arriazu, un ferviente defensor del tipo de cambio fijo y estable para combatir a la inflación, también insistió en la necesidad de bajar impuestos para mejorar la competitividad aunque en materia cambiaria abrió un espacio de duda al decir que tanto el FMI (que en su opinión no entiende el carácter bimonetario de la economía argentina) como el Presidente Milei son partidarios de la flotación cambiaria.
Todo indica que, por ahora, la discusión sobre el nivel del tipo de cambio está lejos de superarse.