El canciller Gerardo Werthein avanza estos días en Washington en afianzar la relación política y comercial bilateral con Estados Unidos y este martes tendrá su visita de más alto perfil cuando sea recibido por el secretario de Estado, Marco Rubio, con quien buscará fijar una fecha para la primera reunión oficial entre el jefe de la Casa Blanca, Donald Trump y el presidente Javier Milei, que podría suceder entre fines de abril y principios de mayo.
Pero la visita de Werthein tiene también una importancia clave en el tema arancelario porque este miércoles entran en vigor los anunciadas “aranceles recíprocos” que Estados Unidos aplicará a todos los países con los que tiene déficit comercial y la Argentina intenta eludir el impacto.
En su reunión con Rubio en el Departamento de Estado, Werthein busca sellar con día y hora la cita Milei-Trump en la Casa Blanca, un encuentro que daría oxígeno a la campaña electoral libertaria y que reforzaría la alianza estratégica con la primera potencia mundial, cuando el acuerdo con el FMI aún está sin ver la luz y la incertidumbre afecta a los mercados.
El argentino quiere ser el primer presidente latinoamericano que Trump reciba en la Casa Blanca, pero es posible que el salvadoreño Nayib Bukele le saque ese título ya que dejó entrever en X que sería recibido en abril.
Trump había invitado a Milei a una reunión formal en la Casa Blanca en un breve encuentro que tuvieron en febrero, en los márgenes de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), donde el republicano dijo que lo recibiría oficialmente “en los próximos meses”. Werthein quiere llevarse de la reunión con Rubio la cita confirmada, pero también busca respaldo político para atajar ciertas medidas inminentes de índole comercial que perjudicarían a la Argentina.
Por eso Werthein está en Washington acompañado por el embajador Luis María Kreckler, secretario de Secretario de Relaciones Económicas Internacionales interino y se suma al trabajo Alec Oxenford, el empresario que ya está instalado en la capital estadounidense como embajador en comisión pero, como aún no le han otorgado las cartas credenciales en la Casa Blanca por formalidades del calendario, no puede desenvolverse libremente en forma oficial en todos los ámbitos del gobierno estadounidense.
Werthein ya hizo un camino previo para llegar a esta reunión clave con Rubio, como es habitual en Washington. Días atrás fue recibido por el vicesecretario de Estado, Christopher Landau. Desde el Departamento de Estado dijeron que ven a Argentina “como un socio regional de confianza en la promoción de la democracia, la seguridad y la prosperidad” y agradecieron la protección de cinco opositores venezolanos en la embajada argentina en Venezuela. Y ambos hablaron de la necesidad de “fortalecer la relación estratégica” entre ambos países.
Hubo buena química en el encuentro y Landau mostró un cariño particular con el país. Escribió que le tenía “un enorme respeto y afecto” por Argentina desde que era niño (es hijo de diplomático) y contó que visitó Buenos Aires por primera vez a los 11 años, “en 1975, durante la turbulenta época de Isabelita”. Y que aún conservaba las historietas de Patoruzú, Patoruzito e Isidoro. “Espero que podamos profundizar los lazos políticos, económicos y comerciales entre nuestros países”, escribió en X.
Milei es un aliado ideológico importante para Trump y no hay dudas de que más allá de las fechas, pronto será recibido en la Casa Blanca, lo que se entiende como un gesto político indudable. Pero el magnate es un pragmático y la rispidez puede asomar por otro lado, el comercial.
Este miércoles 2 de abril es el día D para el comercio global porque entrarán en vigor, entre un terremoto de tarifas varias, los llamados “aranceles recíprocos” a países que gravan los productos estadounidenses y esto podría afectar directamente a la Argentina.
Según advirtió AmCham Argentina, la cámara que agrupa a las empresas norteamericanas con presencia en el país, Estados Unidos aplica un promedio de 1,2% en aranceles a productos argentinos, mientras que Argentina impone un 6,4% sobre las importaciones estadounidenses. “Sectores como el agroindustrial, los textiles y los metales presentan grandes diferencias arancelarias”, apuntan desde AmCham.
Los detalles de los aranceles que Trump impondría para equilibrar el nivel tarifario no se han revelado todavía y son difíciles de precisar porque, según la Casa Blanca, serán distintos para cada uno de los socios comerciales de EE.UU.
Kreckler ya se reunió con Thomas Lersten, funcionario del área económica del Departamento de Estado y con Werthein planean pulir el tema arancelario con Jamieson Greer, el máximo representante comercial de Trump. Buscan que gracias a los buenos vínculos bilaterales el país resulte eximido de al menos algunos de esos aranceles. Ya pesan en Argentina las tarifas globales impuestas sobre el acero y el aluminio y anhelan un trato diferencial.
La idea del Tratado del Libre comercio que había promovido el gobierno de Milei (complicada no solo por la pertenencia al Mercosur sino porque no está en sintonía con la política proteccionista de Trump) quedó desinflada y ahora se habla de acuerdos comerciales puntuales recíprocos, mucho más en línea con los deseos de la Casa Blanca.
Los principales productos que Argentina importa desde EE.UU. son insumos químicos, electrónicos, maquinaria y derivados del petróleo. Las exportaciones hacia EE.UU. se concentran en combustible, gas, metales primarios y alimentos procesados. Con suerte, la Argentina podría verse exceptuada en algunos casos. Según estima AmCham, podría haber también oportunidades como una revisión de los aranceles al biodiésel argentino, una reincorporación al Sistema Generalizado de Preferencias o expansión de exportaciones agroindustriales.