Lyle y Erik Menéndez, en prisión por asesinar a sus padres en 1989, conquistaron una importante victoria legal este martes en Los Ángeles cuando la justicia estadounidense alivió los términos de su sentencia, lo que les abrió la posibilidad a pedir libertad condicional.
Los hermanos fueron condenados por el parricidio que estremeció a Estados Unidos en los años 1990 a prisión perpetua sin derecho a libertad condicional.
Pero tras una cruzada legal que ganó apogeo gracias al apoyo de la opinión pública, este martes el juez Michael Jesic alteró esta sentencia a una de 50 años a toda la vida, lo que permitiría introducir un pedido de libertad condicional ante la junta correspondiente.
Durante la emocional audiencia, los hermanos se dirigieron a la corte a través de una videollamada desde la prisión en San Diego, en donde están recluidos.
“Maté a mi mamá y a mi papá. No tengo excusas”, dijo Lyle, de 57 años, de acuerdo con periodistas presentes en el juzgado. “Asumo toda la responsabilidad”.
Erik, de 54 años, también dijo estar consciente de sus acciones. “Disparé cinco veces a mis padres, y fui por más munición. Le mentí a la policía, a mi familia. Lo siento mucho”, indicó de acuerdo con los periodistas.
Éste era un punto central de la Fiscalía de Los Ángeles que se oponía a aligerar la sentencia de los hermanos, argumentando que no sólo no habían asumido la responsabilidad de sus actos, sino que durante décadas habían ofrecido diferentes versiones del crimen y sus motivos.
La audiencia de este martes fue producto de una intensa campaña legal de casi dos años, impulsada gracias al éxito de una miniserie y un documental de Netflix que presentó el caso a una nueva generación.
Este martes varios familiares de Lyle y Erik imploraron al juez Jesic por su liberación afirmando que los hombres frente a la justicia hoy en día no eran los mismos que empuñaron las armas contra José y Kitty Menéndez en su lujosa mansión en Beverly Hills en 1989.
“Creemos que 35 años son suficientes”, dijo Anamaria Baralt, prima de los Menéndez.
“Nuestra familia los ha perdonado de forma universal”, agregó Baralt. “Ellos merecen una segunda oportunidad”.
El fallo llevó las emociones afuera del juzgado.
“Quiero agradecer al juez Jesic por ser justo”, dijo Baralt a los periodistas apostados a la salida del tribunal.
“Estoy tan feliz de que me puse rímel a prueba de agua porque he llorado todo el día, pero éstas son lágrimas de alegría”.
Su abogado, Mark Geragos, dijo que la decisión probaba que la “redención es posible”.
“Lo cierto es que los hermanos Menéndez han hecho un trabajo notable y hoy es un gran día tras 35 años”, dijo.
La decisión de Jesic permitirá a los Lyle y a Erik continuar su cruzada legal ante una junta de libertad condicional. Una audiencia está prevista para el próximo mes.
El sangriento asesinato del poderoso empresario musical de origen cubano y de su esposa estremeció a Estados Unidos en 1989.
Los hermanos, en la época de 21 y 18 años, abrieron fuego a sangre fría contra sus padres mientras estos veían televisión, e intentaron hacerlo pasar por un ataque presuntamente de la mafia, dijeron inicialmente.
Pero tras la confesión de Erik con su terapeuta, las autoridades no demoraron en ponerlos tras las rejas.
Los hermanos enfrentaron un juicio muy mediático en el que su defensa afirmó que cometieron el parricidio como consecuencia de años de abuso psicológico y sexual a manos de un padre violento y una madre negligente.
Pero la Fiscalía los acusó de planear el crimen para hacerse con una millonaria herencia.
Un primer jurado no alcanzó un veredicto unánime, pero el segundo juicio terminó con la condena a cadena perpetua.