Cada vez son más las personas que toman suplementos dietarios, o alimenticios, para mantener o aumentar la incorporación de nutrientes, como vitaminas o minerales. También, para prevenir o ayudar a combatir distintas enfermedades.
Sin embargo, con algunas excepciones, hay pocas evidencias de que estos suplementos, ya sea en forma de bebidas, pastillas o polvo, sean realmente aliados de nuestra salud.
En Estados Unidos, más de la mitad de la población recurre a ellos. Allí, se venden sin receta y los más comunes son los multivitamínicos, los realizados a base de minerales o de hierbas.
Un informe elaborado por los Institutos Nacionales de Salud (INH) despeja varias dudas sobre los suplementos y aconseja, en definitiva, consultar al médico antes de iniciar su toma.
Un artículo de los NIH afirma que “los suplementos se encuentran disponibles sin receta y por lo general vienen en forma de pastillas, polvo o líquido. Los más comunes son las vitaminas, los minerales y los productos a base de hierbas, también conocidos como productos botánicos”.
Aunque muchos recurren a ellos, especialistas como la dietista Carol Haggans, consultora del NIH, afirma que “es posible obtener todos los nutrientes que necesita el cuerpo al comer una variedad de alimentos saludables, en cuyo caso no hace falta tomar un suplemento”. Admite, sin embargo, que “pueden ser útiles para llenar los vacíos en la dieta”.
Un dato a tener en cuenta es que algunos suplementos pueden tener efectos secundarios. Además, los efectos de muchos de ellos no han sido probados en niños, mujeres embarazadas y otros grupos. Por lo tanto, siempre se debe consultar al médico antes de tomarlos.
Otro problema es que la etiqueta puede afirmar ciertos beneficios para la salud. Pero, a diferencia de los medicamentos aprobados por autoridades sanitarias, los suplementos no pueden afirmar que curan, tratan o previenen una enfermedad. Los NIH afirman que existe muy poca evidencia de que un suplemento pueda revertir el curso de una enfermedad crónica.
Los suplementos nutricionales más populares son los multivitaminas, el calcio y las vitaminas B, C y D. El calcio mantiene la salud ósea y la vitamina D ayuda al cuerpo a absorber el calcio. Las vitaminas C y E son antioxidantes que previenen el daño celular y ayudan a mantener la salud. La vitamina B12 mantiene saludables a las neuronas y las células sanguíneas.
Los expertos de los NIH advierten que hace falta más investigación para determinar, por ejemplo, si la glucosamina (indicada para el dolor de articulaciones), la equinácea (salud inmunológica) o el aceite de linaza (para la digestión) realmente sirven. “Es importante conocer su composición química, cómo se los prepara y cómo funcionan en el cuerpo, especialmente en el caso de las hierbas, pero también de los nutrientes”, dice Haggans.
Con respecto a vitaminas y minerales, es necesario comprobar el valor diario porcentual (VD) de cada nutriente. “Es importante considerar el VD y el límite superior”, dice Haggans. Consumir demasiado de un cierto suplemento puede ser perjudicial.
Un ejemplo de lo mucho que falta investigar sobre las vitaminas son los resultados inesperados de pruebas sobre la vitamina E. Los suplementos con esta vitamina eran considerados como buenos para reducir el riesgo de desarrollar cáncer de próstata.
“Sin embargo, para nuestra sorpresa, un amplio estudio clínico financiado por los NIH probó que tomar suplementos de vitamina E en realidad aumentaba, en lugar de reducir, el riesgo de padecer esta enfermedad”, dice Paul M. Coates, director del Departamento de Suplementos Dietéticos de los NIH.
“Decidir si tomar o no suplementos dietéticos y cuáles tomar es un asunto serio”, dice Coates. “Primero, infórmese bien sobre sus posibles beneficios y riesgos. Consulte con sus proveedores de atención médica sobre los productos de interés y decidan juntos si debería tomar algo o no, lo que sea mejor para su salud”.