La muerte de la periodista y legisladora Débora Pérez Volpin, en 2018, provocó muchas dudas y temores sobre uno de los estudios más utilizados para examinar la parte superior del aparato digestivo: la videoendoscopía. La Justicia determinaría años después que el deceso había sido provocado por una mala maniobra del endoscopista, quien resultó condenado.
La endoscopia superior, también llamada endoscopia gastrointestinal superior, se realiza con la ayuda de una cámara diminuta colocada en el extremo de un tubo largo y flexible. El gastroenterólogo recurre a ella para diagnosticar y, a veces, tratar enfermedades que afectan a esta parte del sistema digestivo.
La parte superior del sistema digestivo incluye el esófago, el estómago y el comienzo del intestino delgado (duodeno). Para detectar afecciones en la parte inferior se recurre a una colonoscopía.
La ventaja de ambos procedimientos es que el médico puede extraer muestras de tejido para su posterior análisis o, también, tratar los problemas detectados en tiempo real.
Qué se puede diagnosticar con una endoscopia

La endoscopia es un procedimiento muy seguro que puede tener complicaciones infrecuentes. Por ejemplo, sufrir sangrado luego del estudio, en especial si este extraer tejido, contraer una infección menor, sobre todo cuando va acompañada de procedimientos adicionales, y desgarro del tracto gastrointestinal que, según las estadísticas, ocurre en una de cada 2500 a 11.000 endoscopías.
La preparación para una videoendoscopía, según informa la Clínica Mayo, de Estados Unidos, incluye la prohibición de comer alimentos sólidos ocho horas antes y de ingerir líquidos cuatro horas antes para garantizar que el estómago esté vacío.
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También habrá que dejar de tomar medicamentos, como los anticoagulantes, porque estos aumentan el riesgo de sangrado. En caso de tener diabetes, enfermedad cardíaca o hipertensión, el médico dará instrucciones precisas.
Ya en el quirófano, acostado boca arriba o de costado, el paciente será conectado a varios monitores y, por vía intravenosa, recibirá un sedante. Un rociador anestésico adormece la garganta para prepararla para la introducción de una sonda larga y flexible (el endoscopio).

“A medida que el endoscopio baja por el esófago, una camarita transmite imágenes a un monitor de video. El médico mira este monitor para detectar anomalías. Es posible que se aplique una presión de aire suave en el esófago para inflar el tubo digestivo, para que el endoscopio se mueva con libertad”, añade la Clínica Mayo.
Con herramientas diminutas se pueden extraer muestras de tejido o extirpar un pólipo. En general, el estudio dura entre 15 y 30 minutos. Luego, habrá que recuperarse de los efectos de la sedación.
La endoscopia puede ayudar a determinar qué está causando los signos y síntomas digestivos, como acidez estomacal, náuseas, vómitos, dolor abdominal, dificultad para tragar y sangrado gastrointestinal.
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Además, como dijimos, brinda la oportunidad de tomar muestras de tejido para comprobar si existen enfermedades y afecciones que puedan estar causando anemia, sangrado, inflamación o diarrea, o algunos tipos de cáncer.
Por otra parte, una endoscopia puede usarse para quemar un vaso con sangrado y detenerlo, ensanchar un esófago estrecho, cortar un pólipo o extraer un objeto extraño.