Cuando a la cuenta regresiva para el partido trascendental le quedaban un puñado de minutos y la dupla de entrenadores dio las últimas precisiones hubo un silencio en el vestuario visitante del Madre de Ciudades, a 1.000 kilómetros del territorio Calamar que solamente rompía el bullicio que llegaba de las tribunas. Ahí estaban los hinchas que habían llegado a Santiago del Estero y esperaban que ellos, los futbolistas que estaban a punto saltar a la cancha, les dieran la alegría de sus vidas. “Están a un pasito de hacer historia”, dijo Favio Orsi, o pudo haber sido Sergio Gómez, para terminar de redondear una idea que podía quedar grande.
“La motivación estaba, no tuvieron que hacer mucho”, le admite entre risas a Clarín el arquero Juan Pablo Cozzani, una de las piezas clave del Calamar campeón. En la final respondió en todas y principalmente tomó dos decisiones arriesgadas para mitigar el peligro: un anticipo con los pies fuera del área para llegar antes que el rival en la primera parte y una suerte de palomita en el área con un puño salvador para cortar un centro. No tuvo la centralidad de la definición por penales ante River, uno de los escalones para llegar a Santiago, pero fue determinante.
Y de eso sabe Cozzani, de transitar caminos para llegar. No importa el tipo de terreno ni la longitud. Nació en Guaymallén, Mendoza, y sin saberlo comenzó a construir su recorrido en el fútbol. Su primer club fue Talleres de Córdoba, pero la experiencia se extendió apenas seis meses. Volvió su provincia y fichó para Gimnasia y Esgrima de Mendoza, siempre como juvenil.
La consagración de la Scaloneta en Qatar 2022 con un Dibu Martínez magistral volvió al puesto del arquero un imán para los chicos, algo inédito incluso en la época en que el Pato Fillol y el Loco Gatti cada fin de semana salía a la cancha para demostrar quién era mejor. “Yo particularmente fui arquero desde chico, no soñaba con jugar en otra posición”, admite hoy, como un adelantado a la fiebre por los guantes.

A los 14 años se probó en Lanús y quedó. Trabajó, compitió y fue promovido a la Reserva. Antes de cumplir los 20, ya se sentaba en el banco de suplentes de la Primera División. Se hablaba de un tal Cozzani y el entrenador de la Selección Sub 23, Fernando Batista, lo convocó primero para el Panamericano y después para el Torneo Preolímpico 2020, en el que se consagró campeón.
Esa fue una gran enseñanza. Principalmente porque ese éxito deportivo no le abrió las puertas a un crecimiento. No se convirtió en el arquero del Granate y el recorrido del juvenil tampoco lo llevó a la mayor. Para ganar rodaje, buscó otro camino. Bajó de categoría y se fue a préstamo a San Martín de San Juan en la Segunda División.
Cuando terminó el préstamo, también el contrato principal con Lanús. Se fue libre a Deportivo Maipú de Mendoza, también de la Primera Nacional, y no pudo retornar a Primera División por el ascenso, ya que lo perdió ante Deportivo Riestra.
Después llegó a Platense, cuando nadie pensaba en el club como un vehículo para la consagración personal. El Calamar había frustrado su oportunidad de ser campeón en 2023 tras perder la final ante Rosario Central, también en Santiago del Estero.
“Nunca quise saltearme pasos. Me gustaría tener una carrera larga y buena y, claro que me gustaría irme a jugar a Europa. Pero mido pasos cortos para tratar de cumplir objetivos”, asume y habla con otra altura. No se le subió el trofeo a la cabeza, pero se nota que es un campeón.
“NOS HEMOS PLANTADO EN LAS CANCHAS MÁS DIFÍCILES DEL PAÍS.” Cozzani habló sobre el Platense campeón.
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— SportsCenter (@SC_ESPN) June 1, 2025
Y para colgarse esa medalla, además de conjugar el trabajo en equipo, Cozzani tiene una herramienta que cualquiera tiene disponible, pero no todos utilizan. La preparación psicológica, esa que Emiliano Martínez, el Dibu, desmitificó: la preparación y contención psicológica. “Es muy importante cuidar la cabeza. Tanto como la alimentación. Son dos cosas muy importantes para llegar en lo físico al cien. No alcanza trabajar lo físico nada más”, sentencia.
-¿Trabajás más el aspecto mental según la intensidad del partido?
-Hace poco me tocó jugar otra final con Deportivo Maipú. No es lo mismo, es otra magnitud, pero la intensidad está. Hay que prepararse, saber abstraerse de lo que pasa afuera que por lo general es un contexto hostil.
-En la final del domingo, no te tocó el rol de “salvador” que sí tuviste en otros partidos ¿Hubieses preferido tener más trabajo?
-¡No! Mejor que haya tenido que aparecer poco, hasta hubiese preferido no tener que tocar la pelota. Y se dio así, porque este es un grupo con unos huevos bárbaros… intensidad, esa es la palabra. Yo no soy nada sin ellos y ellos también me necesitan. Pero estuvimos todos muy concentrados, muy enfocados.
Cozzani es uno de los pocos campeones del Calamar con un contrato hasta 2028. Acaso en algunos meses será uno de los sobrevientes de un plantel con la primera estrella, amenazado de desmembrarse: pareciera que el resto de los clubes quieren alguna pieza del campeón.
Por esa preparación “de la cabeza”, tiene la capacidad para encontrar palabras justas para situarse en una posición más amena. El aquí y ahora, en lugar de la incertidumbre de lo que vendrá.
-¿Si pudieses hablarle a todos los hinchas al mismo tiempo, qué les dirías?
-Que disfruten, que esto es algo único que se dio por primera vez en la historia y hoy son campeones del fútbol argentino. Y que van a jugar la próxima Copa Libertadores.
Cozzani está un paso adelante. El presente es de festejo, pero le avisa a los hinchas que esto sigue, que ya salieron campeones, y que en el camino hay algo que también era impensado para el Calamar, el primer equipo argentino clasificado para el mayor torneo de Sudamérica.