Fue una pareja la que vio el bolso negro y bastante nuevo para estar tirado. Cuando se asomaron a verlo, encontraron sangre y algo que parecía restos humanos adentro, en Ciudadela, partido de Tres de Febrero. Por eso, enseguida llamaron al 911.
Rápidamente un patrullero de la comisaría 12da. y la Policía Científica llegaron a la esquina de Buenos Aires y Boquerón. Los peritos, vestidos con trajes blancos para evitar la contaminación de las pruebas, levantaron muestras y secuestraron la cabeza.
Según confirmaron fuentes de la investigación a Clarín, tenía un tatuaje debajo de una oreja. Si bien no se pudo determinar de qué se trataba, será clave para identificarlo. Quienes presenciaron el macabro hallazgo determinaron que se trataría de un hombre “con pelo negro, tez trigueña” y de unos 30 o 40 años.
La autopsia determinó que la cabeza tenía lesiones compatibles con “traumatismo de cráneo”, aunque no pudieron indicar si las lesiones son previas o posteriores al fallecimiento. La data de muerte, constataron los peritos, es de “24 horas aproximadamente”.
“Tenía un corte como si hubiera sido realizado con un machete“, especularon fuentes policiales.
La investigación quedó en manos de la Fiscalía N° 3 de San Martín, a cargo de Melisa Di Giorgio, que ordenó una serie de medidas para dar con la identidad del fallecido y las circunstancias alrededor de su muerte.
Un relevamiento de las cámaras de seguridad de la zona, entrecruzamiento con denuncias por averiguación de paradero y hasta el análisis de los residuos en la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse) son algunas de las medidas solicitadas para intentar hallar el resto del cuerpo o con alguna información que permita averiguar qué pudo haberle pasado esta persona.
La investigación quedó caratulada como “homicidio“.
El 23 de julio de 2023, un grupo de chicos que jugaba a la pelota encontró un brazo y piernas en el Arroyo del Rey, en Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora.
Durante tres días, los investigadores fueron encontrando distintos restos del cuerpo desmembrado en el cauce de la ribera y terminaron identificándolo como Fernando Pérez Algaba, más conocido como “Lechuga”.
La autopsia reveló que Pérez Algaba, de 41 años, murió por un “mecanismo violento” que derivó en un paro cardiorrespiratorio traumático. Presentaba dos disparos en el pecho, uno de ellos con entrada por la espalda.
La investigación identificó como principales sospechosos a Maximiliano Pilepich, empresario de la construcción, y a Nahuel Vargas, ex policía federal.
Ambos eran amigos de la víctima y se reunieron con él el 18 de julio en el predio “Renacer” de General Rodríguez, presuntamente para saldar una deuda de 50.000 dólares y la entrega de 17 terrenos.
Tras el asesinato, Pilepich y Vargas se acusaron mutuamente pero ambos terminaron detenidos.