En El arte de amar Erich Fromm describe en una sola frase al síndrome del salvador: “Hay un dar que enriquece y un dar que empobrece”. Porque quienes padecen de este síndrome asumen un excesivo grado de responsabilidad por el otro, ya sea su pareja o un familiar o, incluso, en profesiones asistenciales.

Entonces, estas personas provocan situaciones de permanente ayuda y servicio a los demás.

Siempre atentos a satisfacer las necesidades de los otros, de mejorar aspectos de su vida o de resolverles sus problemas, estos “salvadores” suelen olvidarse de su propia vida.

El síndrome del salvador, por cierto, es una expresión coloquial utilizada en psicoanálisis y no figura como trastorno mental en la bibliografía académica.

Qué es el síndrome del salvador, según el psicoanálisis

Se convirten en sostén de otra persona y pierden su fuerza vital, sin comprender a qué se debe esta falta de entusiasmo o motivación. Foto: Shutterstock.Se convirten en sostén de otra persona y pierden su fuerza vital, sin comprender a qué se debe esta falta de entusiasmo o motivación. Foto: Shutterstock.

Como bien explica en su página web Valeria Bedrossian, psicóloga especialista en terapia sistémica, los aspectos del síndrome “van más allá del altruismo recíproco de las relaciones porque termina formando un vínculo en el que uno ocupa el lugar de receptor y el otro el de salvador. Este último se va

desgastando de manera progresiva”.

Añade que “si esta dinámica se vuelve un patrón de comportamiento hay un

desgaste silencioso en detrimento de la autonomía y desarrollo personal de quien se ve más expuesto a esta forma de relación”.

Los afectados por el síndrome, al convertirse en sostén de otra persona pierden su fuerza vital, sin comprender a qué se debe esta falta de entusiasmo o motivación y cansancio.

El problema surge cuando el salvador se desconecta de sus propias necesidades, siempre en función del otro, y pierde vitalidad casi sin darse cuenta. Es el llamado desgaste por empatía, un motivo de consulta bastante habitual en las sesiones de terapia.

Un artículo de la revista española Ethic explica que “el síndrome del salvador no surge de la nada, sino que tiende a gestarse desde la infancia y adolescencia. Se trata de personas que han adquirido responsabilidades sociales de forma muy precoz.

Este fenómeno de reciprocidad emocional alterada ha sido estudiado por James D. Guy en 1987. “El psicólogo norteamericano describió cómo la forma de relacionarse se ve alterada en la infancia, manteniéndose hasta la edad adulta y provocando que la persona se vuelva hipersensible a las necesidades de los demás a la par que silencia la expresión de sus propias necesidades”, detalla Ethic.

En el terreno amoroso, a veces, las personas con síndrome del salvador eligen parejas con carencias afectivas o dificultades psicológicas para responsabilizarse de ellas. El artículo agrega que “en algunos casos lo logran, sobre todo si dichas dificultades eran leves. La gran incógnita, sin embargo, es qué ocurre cuando entran en juego problemas psicológicos serios”.

Quienes padecen el síndrome del salvador han adquirido responsabilidades sociales en una etapa muy precoz de su vida. Foto: Clarín.Quienes padecen el síndrome del salvador han adquirido responsabilidades sociales en una etapa muy precoz de su vida. Foto: Clarín.

Desde el enfoque psicológico, los síntomas más habituales del síndrome son alteraciones del sueño, soñar con contenido perturbador, irritabilidad, agotamiento, ansiedad, sensación de estar abrumado, apesadumbrado, dificultades para concentrarse, no poder dejar de tener en mente contenido intrusivo negativo, desánimo e hipersensibilidad.

Por otra parte, resulta habitual comenzar a sentir evitación de contacto social, retraimiento, agobio de tener que estar con gente y tendencia a conductas adictivas.

Para mantenerse a salvo del síndrome del salvador los especialistas recomiendan terapia grupal o individual y entrenamiento de inteligencia emocional.



Fuente Clarin.com

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