En 1951, el psicólogo Solomon Asch realizó un experimento para estudiar cómo la conducta está influenciada por el entorno y la presión social. El resultado es sorprendente.
Para su experimento, Asch reclutó a 123 personas con la excusa de realizar un estudio de la vista. Las dividió en varios grupos y les mostró una sucesión de cartulinas con tres líneas diferentes en cada una. Los participantes tenían que decir cuál era la línea más larga de cada cartulina.
Los primeros en responder eran “cómplices” de Asch y elegían una opción a todas luces incorrecta. En tanto, los últimos en responder, los sujetos experimentales, se sorprendían al ver que casi todos elegían la elección que contradecía la lógica.
En resumen, el 75% de los participantes, según demostró Asch, se dejaba influir por las respuestas de otros, incluso sabiendo que eran incorrectas. El miedo al ridículo era la principal razón que llevaba a tomar semejante decisión.
Qué es el síndrome de Solomon y por qué ocurre

Para Asch, “la conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”. Una definición que tiene plena vigencia.
El síndrome de Solomon, cuyo nombre recuerda al psicólogo, describe “un trastorno de personalidad por el cual, para evitar tener una opinión diferente al resto del grupo, una persona opina como los demás, aunque crea ciertamente que es incorrecto”, según un artículo del diario La Vanguardia.
Agrega que “el síndrome de Solomon demuestra que la presión de grupo puede llegar a ser imperceptible pero muy fuerte e interceder en nuestras decisiones diarias, aunque no nos demos cuenta”.

De esta manera, es muy probable que nuestras decisiones estén más condicionadas por lo que opina el resto. Mucho más de lo que podemos imaginar.
En época de redes sociales, “seguir al rebaño” y opinar como la mayoría es fundamental para evitar sentirse excluido, tal como lo anticipó Noelle-Neumann en su teoría de la espiral del silencio, esbozada en los años 70, cuando ni siquiera existía internet.
Aunque no existe ninguna técnica para evitar el síndrome de Solomon, si se promueve una personalidad fuerte de manera individual y una conciencia grupal en la que se respeten todo tipo de opiniones es más fácil que cada persona tome las decisiones que realmente quiere tomar.

“Ser asertivos y empáticos tienen que ser características indispensables para ser tolerantes con las opiniones ajenas, comprenderlas y respetarlas”, dice el artículo de La Vanguardia.
En tanto, el sitio de Mapfre Salud, que relaciona el síndrome con el miedo al qué dirán, asegura que las personas con baja autoestima o escasa confianza en sí mismos, suelen necesitar la aprobación continua de quienes los rodean.
Luego, brinda algunos consejos para evitar el síndrome:
- Valora tus propias cualidades y las de otras personas.
- Piensa qué parte de las capacidades ajenas puedes incorporar en ti y entrénate para conseguirlo.
- Reivindica la diferencia. Tolera y potencia la diversidad de formas de hacer, en vez de censurarla o sentirte atacado.
- No escondas tus virtudes, utilízalas y sácales partido cuando corresponda.
- Todas las personas pueden destacar en algo, todos tenemos habilidades específicas y capacidades extraordinarias.
- Relativiza las opiniones, buenas y malas. Haz valer tu propio criterio.
- Potencia tu sentido de pertenencia al grupo desde tu singularidad.
- Refuerza la cooperatividad.
- Sé asertivo y defiéndete desde el respeto de forma efectiva si te sientes atacado.
- Muéstrate, da tu opinión. No temas los errores, tómalos como formas de aprendizaje.
- Recuerda: Un error sólo es un error si se comete dos veces. Si se comete una, es aprendizaje.