Sería todo una novedad, aunque no algo inédito: deflación en Argentina. El fenómeno exactamente inverso a la inflación; una baja generalizada y sostenida de los precios de bienes y servicios durante más de dos trimestres consecutivos. El presidente Javier Milei repitió el martes una valoración al libro “Defendiendo la deflación” del economista alemán Philipp Bagus, con lo que dejó entrever nuevamente que para él ese fenómeno no es peligroso y podría ser el objetivo de largo plazo de su programa económico.

Ya sucedió entre 1999 y 2001, tres años de fuerte recesión -desplome de la actividad- con un tipo de cambio fijo (1 peso = 1 dólar), que luego terminaron en el colapso de la Convertibilidad. El desafío del Gobierno es que esta vez la apreciación cambiaria, en un contexto de superávit fiscal -como no existía en la década del ’90 y principios del Siglo XXI-, termine bien.

Javier Milei en el IAEF: ¿deflación en marcha?

Durante el 42° Congreso Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), Milei planteó: “Nosotros ahora tenemos una economía que debería tener una estructura contractual deflacionaria. Necesitamos una estructura contractual de una economía con deflación y la estructura contractual de Argentina es de una economía con inflación”.

Y siguió: “Hay un libro maravilloso del profesor Philipp Bagus que se llama ‘Defendiendo la deflación’ (2020), en el que explica todo el debate de la deflación en la historia del pensamiento económico. Ahora, ¿cuál es el problema? Que la estructura contractual no está preparada por lo que si (el tipo de cambio) se me va muy rápido al piso de la banda y yo limpio el money overhang (sobrante monetario), pero en esa transición no tengo acomodada la estructura contractual, puedo estar mandando empresas a la quiebra“.

¿Qué significa “acomodar la estructura contractual”? Un funcionario, en estricto off the record, interpretó ante Clarín: “Creo que se refería al mercado de trabajo. En un contexto de estabilización de precios, la flexibilidad para arriba y para abajo es esencial. Por ejemplo, para proteger el empleo se necesita más libertad de contratación; el hecho de que el salario deba ser homogéneo en todo el país en una restricción que puede dejar a empresas o regiones sin capacidad de contratar”.

El recurso de licuar los salarios con inflación no va a estar más“, anticipa.

¿Pueden bajar los salarios?

La principal estructura contractual que impide bajar los precios es la Ley de Contrato de Trabajo, que imposibilita reducir los salarios nominales. Un trabajador que cobra $ 1.000.000 por mes no puede percibir al siguiente $ 990.000.

La alta inflación de los últimos años fue aliada del objetivo político de hacer caer los salarios reales -al subir menos que la inflación y, por ende, tener menor poder de compra-, pero la baja nominal de sueldos está prohibida.

¿Pueden volver a caer los precios en la Argentina? ¿Hace falta para eso bajar los salarios?, preguntó este diario a economistas mientras se conocía que la inflación -la suba generalizada de los precios- en abril 2025 había sido del 2,8% mensual y sumó 47,3% en los últimos 12 meses.

En un modelo económico donde el Gobierno evita por todos los medios una devaluación y cree que la competitividad (bajar los costos en dólares) no se ganará con el tipo de cambio sino que mediante reformas estructurales -por ejemplo reducción de impuestos y desregulaciones-, vale preguntarse si los salarios pueden ser una variable de ajuste, incluso nominal.

Ricardo Delgado, presidente de la consultora Analytica, contestó a este diario: ” La deflación es una anomalía. Los países normales tienen algo de inflación, muy baja. Al final de la Convertibilidad hubo en Argentina deflación, que si es persistente produce una recesión por la caída de ingresos. Una estructura contractual que permita la deflación puede significar, en ese sentido, bajar los ingresos y los costos, como los salarios, porque todo lo demás se puede hacer ya, en tanto es posible que caigan las tarifas, los servicios públicos y los combustibles, por ejemplo”.

Y alertó: “Si hay deflación y se contraen los márgenes empresariales, van a existir menos incentivos para las inversiones. Una caída de los ingresos significa menor capacidad de compra, y no es necesario ir hasta ahí. En Estados Unidos durante la década de 1930 hubo deflación, pero dejó un altísimo desempleo“. De hecho, a mediados de 1933 la tasa de desocupación superó el 25%.

En tanto, el economista y consultor Iván Carrino sostuvo: “Primero hay que decir que estamos a años luz de una deflación. Si miramos los precios de la economía en dólares, necesitamos una deflación en dólares para ganar competitividad. ¿Y cómo se hace con un tipo de cambio fijo? Se necesita para eso que bajen los precios y salarios a la vez, algo que contrarreste la caída del tipo de cambio”.

En esa línea, siguió: “Para que la deflación no genere desempleo se necesita que caigan los salarios. (John Maynard) Keynes dijo que la deflación era mala porque generaba recesión, en tanto los salarios fueran rígidos a la baja. Otra forma de evitar una caída en la actividad es con un enorme salto en la productividad“.

Carrino señaló que hay otro libro que habla sobre experiencias históricas de deflación: “Less Than Zero, The case for a falling price level in a growing economy” (Menos de cero, Menos de cero: el caso de un nivel de precios en caída en una economía en crecimiento), escrito por el estadounidense George Selgin en 1997, donde relata experiencias de Estados Unidos, el Reino Unido y Suecia.

Por último, Francisco Ritorto, de la consultora ACM, consideró que “en teoría, una economía con deflación sostenida requiere cierta flexibilidad contractual, es decir, menos rigidez o indexación en precios como salarios o alquileres”.

“Lo que se observa por ahora es más bien un proceso de desinflación. Si miramos mayo, algunos relevamientos de alta frecuencia ya muestran caídas de alimentos en las primeras semanas, aunque todavía no puede hablarse de una baja generalizada de precios“, sumó.

Y completó: “No necesariamente deben bajar los sueldos para que caigan los precios. En algunos contextos, los salarios nominales pueden mantenerse estables mientras bajan los precios, lo que incluso mejora el poder adquisitivo. Ahora bien, si el proceso se generaliza y se vuelve persistente, puede aparecer cierta presión sobre los salarios, sobre todo en sectores donde los costos no acompañan la baja de precios”.



Fuente Clarin.com

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