Del “partido a partido” posterior al fracaso ante Alianza Lima a “se va si no gana el Torneo Apertura” pasaron 63 días. Incluso este lunes, con la derrota en el Superclásico todavía caliente, desde el búnker de Ezeiza se deslizó que la continuidad de Fernando Gago estaba atada a los playoffs. ¿Qué cambió, entonces, para que Juan Román Riquelme haya decidido despedir al entrenador de la noche a la mañana?
La noticia empezó a tomar cuerpo en la madrugada, cuando las señales que llegaban desde Don Torcuato, la casa del presidente y otra de las sedes del Consejo de Fútbol, tenían destino de salida para el entrenador. “No da para más. ¿A vos te parece que puede salir a jugar contra River con línea de cinco, todo metido atrás”, fue una de las frases que se escuchó en la reunión de la que participaron Chanchi, hermano y mano derecha de Riquelme; Marcelo Delgado, Raúl Cascini y Mauricio Serna.
Gago se despertó con un llamado de Chicho y la noticia de que, después de 30 partidos, dejaría de ser el entrenador azul y oro. El propio Serna, un rato más tarde, lo confirmó en una conferencia de prensa que brindó en Ezeiza, donde una guardia periodística esperaba novedades. “Estamos para tomar decisiones y ayer hasta altas horas de la noche, hemos encontrado la manera para que no sea más nuestro entrenador. Hasta acá ha llegado Fernando Gago en la institución. No es fácil porque se trata de un hombre de la casa. Estamos agradecidos y hay situaciones que nos han llevado a tomar esta decisión”, afirmó el colombiano.
El técnico se despidió del plantel y se comunicó con su representante, Diego Merino, quien se enteró de la decisión de Riquelme en el aeropuerto cuando se bajó de un avión proveniente de Londres. Por la tarde noche, el agente se juntará con Gago y buscarán finiquitar la salida con un detalle no menor: el ex volante xeneize puso 1.250.000 dólares de su bolsillo para romper el vínculo con Chivas y ese dinero estaba prorrateado en su contrato con Boca, el que había firmado hasta fines de 2026.
Gago dejó el club después de 30 partidos. Había asumido el 20 de octubre del año pasado contra Tigre en Victoria, casualmente el mismo rival y escenario del próximo fin de semana. Aquella noche perdió 3 a 0. En total, ganó 17 partidos, empató 5 y perdió 8. No alcanzó con esos 32 puntos que impulsaron al equipo a corporizarse en el líder del Grupo A del Torneo Apertura y de la tabla general. El tercer strike fue demoledor. Ya había quedado afuera de la Copa Argentina 2024 en las semis con Vélez (ganaba 3 a 2 y terminó perdiendo 4 a 3 sobre la hora) y de la Libertadores, ni más ni menos, ante Alianza Lima, lo que no dejó lugar ni consuelo para la Sudamericana. La caída ante River colmó la paciencia de Riquelme. Sobre todos, por las formas.
Al cambio de esquema en el Monumental, esa línea de cinco con corte defensivo que le facilitó el partido al máximo adversario, se sumaron algunas cuestiones en el manejo del plantel. El caso de Carlos Palacios molestó internamente. Cuando el chileno llegó tarde de un viaje a Santiago, el Consejo de Fútbol no estaba de acuerdo en sancionarlo. Sin embargo, el técnico lo borró de la lista de convocados para el partido con Newell’s en Rosario, que derivó en una derrota (2 a 0) a manos del equipo de Cristian Fabbiani.
El inexplicable cambio de Agustín Marchesín a la hora de la definición por penales contra los peruanos ya había hecho ruido entre los dirigentes. En su lugar ingresó Leandro Brey, que tenía buenos antecedentes desde los doce pasos, sin éxito. Es más, el propio Gago se vio sorprendido por la decisión que tomaron los arqueros y no pudo maquillar en la posterior conferencia de prensa.
Y otro tema que molestó a Riquelme tiene que ver con Alan Velasco. Gago aceptó la llegada de un futbolista que seducía al presidente desde el mercado de pases de junio del año pasado. Se invirtieron 10 millones de dólares y el entrenador jamás pudo sacarle brillo. Quedó marcado por el penal errado contra Alianza Lima, más adelante perdió el puesto y no ingresó ni un solo minuto en el Superclásico.
Con los playoffs por delante, Román decidió echar a Gago. Hay otra razón: si termina primero, como todo indica, definirá octavos, cuartos y semis en la Bombonera, siempre y cuando avance hasta la final del 1° de junio en Santiago del Estero. El presidente buscó descomprimir. Y ya empezaron a deslizar nombres porque la gran apuesta, más allá del Torneo Apertura, estará en el Mundial de Clubes.
Gerardo Martino ya había sido sondeado por Román. También, Gabriel Milito. Alexander Medina es otro entrenador que le cierra al Consejo de Fútbol y en las últimas horas se quedó sin trabajo Gustavo Quinteros, campeón con Vélez, despedido por Gremio de Porto Alegre. Es uno que gusta y mucho. También vuelve a sonar Kily González, que acaba de desvincularse de Unión La búsqueda, esta vez, no está enfocada en un hombre del riñón xeneize, aunque con el correr de la mañana se sumó el nombre de un viejo conocido: Rodolfo Arruabarrena.
Es el sexto entrenador que se devora la gestión de Román, que comenzó en diciembre de 2019 junto a Jorge Amor Ameal. Pasaron Miguel Russo, Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra, Jorge Almirón, Diego Martínez y Gago, que no cumplió ni 200 días en el cargo (fueron 192). Los últimos tres no lograron conseguir títulos y los hinchas ya empiezan a mirar con desdén el póster de Riquelme. A fin de cuentas, fue un notable “10”, el mejor de la historia del club que el 3 de abril cumplió 120 años. Como dirigente, está lejos de aquella versión en pantalones cortos. Los técnicos cada vez duran menos. La paciencia de la gente también.