“Traelo”, le ruegan los hinchas en cada publicación compartida. El destinatario es Leandro Paredes, el refuerzo top que Boca espera para este mercado de pases. Y el pedido, cada vez más insistente, tiene nombre propio: Paulo Dybala. Es que en el Mundo Boca crece la ilusión de volver a ver juntos a los amigos fuera de la Selección, esta vez en la Bombonera. Y ellos también se tientan. Dos fanáticos del club que sueñan con jugar juntos con la camiseta de sus amores. ¿Pero qué hay de cierto?
Paredes ya tiene casi resuelta su vuelta después de 11 años en Europa. Boca ejecutará una cláusula de 3,5 millones de dólares acordada a su favor. El volante campeón del mundo pasó por Miami, estuvo unos días en Argentina y partió ahora rumbo a las Maldivas, antes de viajar a Italia para cerrar los últimos detalles del regreso.
La llegada de Dybala sería la frutilla del postre. “Por no haber jugado en la Primera de Argentina, lo tengo en mente jugar. Pero no sé si va a pasar. Paredes me presiona todos los días para jugar en Boca”, reconoció hace un tiempo la Joya. “Veo en Instagram fotos mías de chico, lo de Lea… los hinchas me escriben”, agregó, dejando abierta una puerta que muchos en la Ribera se animan a empujar.
Aquellas fotos de las que habla Dybala lo muestran con una camiseta de Boca con publicidad de Pepsi, modelo 2002-2004. Con esa misma se presentó a probarse en Instituto. “Todo muy bien lo tuyo, pero no me vengas más vestido así”, le advirtió Santos Turza, su descubridor en el club cordobés, apenas después de verlo diez minutos y decidir ficharlo.
Aunque nunca fue a la Bombonera, su vínculo con Boca es emocional: su papá Adolfo era fanático y lo llevaba cada vez que jugaban en Córdoba. Su ídolo, además, era Juan Román Riquelme. Del otro lado, su mamá, un hermano y su pareja, Oriana Sabatini, son de River. Otro hermano es hincha de Independiente. “Igual yo miraba fútbol siempre con mi padre, ja”, bromeó alguna vez.
Hasta Oriana alimentó la fantasía: “Si su amigo quiere que vaya a Boca, va a ir con su amigo…”, dijo en una entrevista, dejando abierta la posibilidad a pesar de su simpatía por River.
La sociedad con Paredes, claro, empuja. Compartieron días en Miami —donde Leo le propuso ir a ver el Boca-Benfica del Mundial de Clubes, aunque finalmente fue solo—, se entrenaron juntos esta semana en el predio de la AFA y planean pasar algunos días en el exclusivo archipiélago asiático. La relación fluye y el deseo está: jugar juntos con la camiseta azul y oro.
Paredes fue el primero en blanquear públicamente que Dybala es hincha de Boca. Y también el primero en presionarlo. “Lo vuelvo loco”, admitió. Lo mismo hacen los hinchas, que lo etiquetan en redes y le recuerdan a diario que lo están esperando.
La operación, sin embargo, no es sencilla y en Boca admiten que “no se habló” del tema, aunque se mantienen a la expectativa y manejan el tema con paciencia. Dybala renovó contrato con Roma en enero hasta junio de 2026, con una cláusula de extensión automática si cumple cierta cantidad de partidos. Con la llegada de Gian Piero Gasperini como nuevo DT, el panorama cambió: mientras se cree que Paredes perdería protagonismo, Dybala podría tener más lugar una vez que se recupere de la operación por una lesión en el tendón semitendinoso del muslo izquierdo.
El contrato de Paredes, que acaba de cumplir 31 años, será por tres años y medio. Su regreso tiene el aval de Lionel Scaloni, que valora que tenga rodaje para llegar al Mundial de 2026 en Estados Unidos, México y Canadá. Boca, por su parte, sueña con que en algún momento de ese período también se concrete la llegada de Dybala, quien a los 31 todavía tiene pendiente debutar en la Primera del fútbol argentino.
Por ahora, la seducción está en marcha. Entre amigos, entre fotos viejas, entre posteos y mensajes, Boca alimenta una fantasía que no parece tan imposible.