Las noches de domingo en la NBA tienen ese no sé qué. Con partidos desparramados por todo el territorio americano, los fanáticos de todo el mundo pueden quedar absortos por un triple de Curry, una volcada de LeBron tras pase de Doncic, alguna fantasía de Jokic… pero también por una tangana de película.

Eso explotó de repente en el partido que enfrenta a Detroit Pistons contra Minnesota Timberwolves en el Target Center de Mineápolis, ambos con récord mellizo de 42 victorias y 32 derrotas, buscando asegurarse un lugar en los playoffs, el primero en la Conferencia Este y el segundo en la Oeste.

Los Pistons hacían pata ancha en tierra de los Wolves, ganaban por 10 y eran superiores a los dirigidos por Chris Finch, un exbasquetbolista que dirigió a la selección de Gran Bretaña en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y hace cuatro años desembarcó en esta franquicia para marcar su debut en la NBA.

Los muchachos de Minnesota no fueron unos señoritos ingleses ante los de Detroit, famosos históricamente por el juego rudo que hizo famoso su equipo de básquet pero que también se respira en una ciudad castigada por las recesiones económicas.

Pues bien, los de blanco perdían por diez y el número 11 Naz Reid inició una carrera hacia una bandeja cómoda que en el medio fue interrumpida por un manotazo al límite de Ron Holland, el 00 de los de azul. Los árbitros marcaron falta pero el jugador de los Wolves no se la bancó y fue a pedirle explicaciones a su rival. Ahí explotó todo.

Es que en el medio apareció otro jugador de Minnesota, Donte DiVincenzo, que de la nada dirigió su antebrazo directo al cuello de Holland, mientras jugadores, árbitros, asistentes, personal de seguridad y todos los que pasaban cerca empezaban a quedar magnetizados por el tumulto.

Varios intentaron separar pero otros revolearon puños, que en ese manojo de seres humanos no llega a distinguirse víctimas y victimarios. Para peor, un camarógrafo de esos que filman desde abajo del aro terminó dando vueltas como si una ola gigante lo hubiera encontrado distraído en la orilla.

El plano general se abrió y la imagen fue muy bizarra: DiVincenzo, el 0 de los Wolves, que había sido de los primeros en pegar, apareció sentado en una butaca de la primera fila mientras los jugadores de Detroit trataban de pegarle alguna trompada.

Todo se terminó resolviendo un rato después, con la decisión de los árbitros de expulsar a cinco jugadores, tres de Detroit y dos de Minnesota: el mencionado Ron Holland, además de Marcus Sasser e Isaiah Stewart, en la visita, y la dupla de agresores de los Wolves, Donte DiVincenzo y Naz Reid.

El partido se siguió jugando como si nada. Los fanáticos de los domingos de NBA ya podían darse por satisfechos.





Fuente Clarin.com

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