La industria petrolera o minera mueve millones de dólares todos los días, pero a veces una simple antena que los conecta al mundo desde los lugares remotos de las explotaciones, puede poner en peligro el negocio.
Una conexión estable es clave para el monitoreo de datos en tiempo real, la transmisión de información geológica y la coordinación de las operaciones. Las antenas satelitales son sensibles y una ráfaga de viento les puede cambiar la orientación y así perder la conexión con el satélite.
A veces, los pozos se desplazan y hay fallas humanas en la instalación, entre los problemas más comunes. Corregirlo implica el envío de personal especializado a lugares de muy difícil acceso, sinónimo de mayores costos.
Una de las líderes en ese rubro, Servicio Satelital, de capitales nacionales, se propuso otro sistema: un robot de auto apuntamiento para aplicaciones críticas en esas explotaciones mineras y petroleras.

Sabían que el camino por delante era complicado. Pero el objetivo valía la pena. Así nació Oli, una sigla que resume su significado en inglés: Orbital Link Interface. Oli se apunta solo y se pone en servicio en minutos sin depender de un satélite, una frecuencia o tecnología de conectividad terrestre.
“Establece enlaces satelitales con alta precisión y eficiencia operativa”, señala Eduardo Lema, CEO de Servicio Satelital. quien resaltó a Clarín el carácter disruptivo de este robot desarrollado por su equipo de Investigación y Desarrollo durante más de tres años de trabajo. Los técnicos fueron liderados por el ingeniero Guido Mora y la ingeniera Lin Siem.
Al principio, se toparon con que la solución iba a ser muy cara. Y que iba a estar condicionada a una determinada frecuencia. Entonces idearon lo que es su punto fuerte: que pueda conectarse a varias tecnologías y lo llamaron el robot agnóstico, en una lectura particular de lo que entendemos por los agnósticos, aquellos que no tienen certezas para creer en Dios, pero al mismo tiempo consideran que se trata de una cuestión que la capacidad humana no puede resolver.
En el caso de Oli, lo asimilan a “una antena que no cree en nadie pero conversa con las diferentes tecnologías”, según explica Lema
Por cierto, ya acaparó la atención de líderes como la portuguesa Famaval, experta en la fabricación del plato de la antena, que les aporta capacidad de producción en la parte mecánica.

El robot tiene en su interior actuadores, magnetómetros, GPS, acelerómetros, motores y reductores. Pero lo esencial es invisible a los ojos también en este caso. Y se trata de un algoritmo singular, que ubica la antena y la orienta. Ese algoritmo barre el horizonte en todos los sentidos y coloca a Oli en la mejor posición para una conexión óptima. Se comanda desde el celular.
“Oli se destaca por su capacidad para operar con cualquier satélite geoestacionario y su independencia tecnológica, permite a los usuarios migrar de redes satelitales fijas a redes flexibles y automatizadas. Entre sus características se encuentra su instalación tipo plug and play, es decir control remoto y local, y un sistema de auto apuntamiento basado exclusivamente en parámetros cartográficos. Este robot es único en su clase y constituye una innovación completa en el sector”, amplía Lema, ingeniero de profesión que lleva 25 años en Servicio Satelital.
“Oli es un sistema robótico de vanguardia, que independiza al operador tanto del satélite como de la frecuencia de uso. Está diseñado para operaciones donde la conectividad en entornos extremos resulta fundamental”, dicen los ingenieros al afirmar que asegura la máxima precisión. “No existe en el mundo un robot de estas características”, se entusiasman.
Este robot es también fruto de la cooperación público privada. Servicio Satelital puso músculo y fondos propios. El Estado financió parte de la inversión de US$ 350.000 vía el Programa Aeroespacial y el Programa Soluciona del Estado Argentino.
Oli ya pasó por múltiples pruebas y está llamado a ser una de las estrellas el próximo 10 de marzo en Washington. Su estreno internacional será en la exposición satelital considerada la más importante del mundo.