El policía llegó de trabajar a su casa de Merlo. Le dio un beso a su esposa, guardó su pistola y se metió en la ducha. Apenas escuchó el disparo, temió lo peor. Salió corriendo y la mujer ya estaba muerta, con un tiro en la cabeza.
Patricia Ledesma (49) era la mamá de Pablo Ariel Santillán (27), un joven que perdió la vida a mediados del año pasado en el Camino del Buen Ayre, en Ituzaingó, culpa de un mecánico borracho. El mes siguiente iba a ser su cumpleaños.
Horas antes de tomar esta trágica determinación, el 25 de abril en su hogar del barrio Pompeya, Patricia se había enterado de la condena para Carlos Andrés Dip (46), a seis años de cárcel, en un juicio abreviado, por el “homicidio culposo” de su único hijo.
Su abogado, Roberto Damboriana, había recibido la notificación del Juzgado Correccional N° 5 de Morón, a cargo de Graciela Angriman, pero decidió esperar a citarla en su estudio para comentarle del fallo.

Patricia supo de la novedad antes, por el portal Primer Plano. El cuadro depresivo que arrastraba desde la muerte de su hijo la llevó al suicidio. La tragedia dentro de la tragedia. La UFI N° 3 de Morón abrió una investigación por “averiguación de causales de muerte”.
“Dip nos llevó puesto a todos. A todos”, resumió Marisa Zárate (61), la suegra de Ariel. Su hija Fiorella llevaba cuatro años junto a él. Tenían sueños, proyectos en común, que quedaron destrozados.

La muerte de Patricia los sorprendió. Nadie esperaba un desenlace así. Se había casado por segunda vez hacía casi dos años con Marcelo, un policía federal. Todavía no había logrado volver a su trabajo como cajera de un supermercado. Seguía con carpeta psiquiátrica.
“Desde el día del accidente ya murió con su hijo. En el segundo en que ella se enteró que su hijo había muerto”, le dijo Marisa a Clarín.
Para la mujer, a Patricia “no la mató la Justicia, porque la Justicia como ente no tiene la culpa, la tienen los que no la aplican como corresponde”.

“Si vos salís alcoholizado y no te paran y no vas en cana o no te sacan el auto por cinco o diez años, la gente sigue saliendo. Y también hay una una moda que se está instaurando ahora, que a las patentes les borran los números o las letras. Si vos estás haciendo eso antes de salir a tu casa, es porque sabés que vas a cometer un ilícito, una falta”, agregó.
Por qué fue un “homicidio culposo”
Damboriana explicó a este diario que la condena para Dip es la máxima que establece el Código Penal para un “homicidio culposo“, es decir, cuando se comete sin intención (va a de tres a seis años).
Así lo caratuló el fiscal Marcelo Tavolaro (UFI N° 1 descentralizada de Ituzaingó) y lo convalidó la jueza Angriman.

Dip fue hallado culpable de “homicidio culposo agravado por la conducción imprudente y negligente de un vehículo automotor y con un nivel de alcoholemia superior a un (1) gramo por litro de sangre“. El test, que en principio se negaba a realizar, le dio 1,97.
Según declaró, esa mañana trabajó temprano en el taller. Comió una picada con un amigo y se tomó “tres botellas de cerveza“. Luego “tenía que ir a buscar un repuesto para el lado de Ituzaingó, entonces me subí a la camioneta y agarré para el lado de Acceso Oeste”, expresó.

Como una ironía del destino, Ariel también había salido a buscar un repuesto para su mejor amigo.
Las cámaras de seguridad registraron la brutal secuencia. Eran casi las 13.30 del jueves 13 de junio de 2024. La Renault Sandero Stepway circulaba por el kilómetro 18,500 del Camino del Buen Ayre cuando perdió el control. Chocó a una Peugeot Partner y a la moto Honda CG 400 NK conducida por Santillán, que traspasó el carril central y se cruzó a la traza contraria.

La víctima voló y fue embestida por un Toyota Corolla. Murió en el acto. Del impacto múltiple también participó una Honda HRV. Su conductora declaró que vio volar un “objeto de color negro” desde la mano contraria hacia el carril rápido de la mano por la que iba ella. Era el cuerpo de Ariel.
“Ellos tampoco tienen vida. Son tan víctimas como nosotros”, describió Marisa sobre los ocupantes de los otros vehículos.

La mujer fue hasta el lugar de la tragedia. Antes llamó por teléfono a su yerno, que solía atender desde el casco. “Señora, hubo un accidente“, le respondió una voz que no conocía. Entonces le preguntó qué había pasado, que le dijera la verdad, aunque fuera “lo peor“. La respuesta la devastó: “Está muerto“.
La suegra de la víctima pensó que se iba a encontrar con el fiscal. “Nunca fue al accidente. Me dijo: ‘le puse un homicidio culposo’. Vi el video”.
Los querellantes tuvieron la intención de que se agravara la calificación, que se tratara como un “homicidio simple con dolo eventual“, que se pena con 8 a 25 años. Pero les avisaron: “No tienen balas para esta guerra“.

Damboriana le explicó la situación a Ledesma, quien firmó el acuerdo en el juicio abreviado.
Dip, que le echó la culpa a un medicamento para la gripe (Qura Plus), al considerar que pudo haberlo “afectado” y provocado un estado de somnolencia, ni siquiera ensayó una disculpa sincera: “Todavía no caigo cómo pasó lo que pasó, no sé ni cómo voy a seguir, si pedirle perdón a la familia, no sé qué hacer“.

Su preocupación era que se estaba “perdiendo la crianza de su hija”, que cumplió cuatro años el mes pasado, en medio de su encierro en la Unidad Penitenciaria N° 60 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en Merlo.
En la resolución, a la que accedió Clarín, se lo condenó a seis años de prisión (vencerá el 12 de junio de 2030 a las 12) y se lo inhabilitó por diez años para conducir (vencerá el 12 de junio de 2034). Además, ordenó restituir todos los vehículos secuestrados a sus propietarios.

Nacido en la provincia de Santiago del Estero, Dip vivía en William Morris, partido de Hurlingham.
“Yo no me sentía borracho, más allá de lo que tomé, no sé si me habré desmayado o qué“, sostuvo el imputado.
Zárate contó que “de lo borracho que estaba, se dormía en el patrullero”.

Quién era la víctima
Por la mañana, Ariel repartía pan, a la tarde hacía pastas en la fábrica y después se iba a entregar pedidos y paquetes con la moto.
Estaba en pareja con Fiorella (30), que da clases en la Universidad de Palermo (UP). Un 13 de junio, pero de 2014, habían empezado a chatear por Facebook.

“Aunque nuestras fotos y videos hablan por sí solos, nadie puede entender lo que compartíamos todos los días. Me niego a que sea el aniversario desde que no estás. Siempre será el aniversario en el que llegaste a mi vida. Te amo para siempre“, le escribió ella.
Su mamá aseguró que Fiorella está con tratamiento psicológico y psiquiátrico. Sufre ataques de pánico y convulsiones tras lo ocurrido con su pareja.

“Ariel no era de este planeta. Por las venas de Ariel circulaba mi hija. La amaba con locura, con pasión. Lo mismo mi hija. Fiorella está integrándose al mundo de nuevo, llorando cada día”, describió Marisa.
Cuando llegaron de enterrarlo a Ariel, a Fiorella le llegó su casco nuevo, ya que se lo habían robado la semana anterior. Ella también pudo haber estado en esa moto.