En el Conurbano se erige una realidad dolorosa, representada por la creciente cifra de menores involucrados en actos delictivos, muchos de ellos ya convertidos en feroces asesinos. Este fenómeno no es solo un problema de criminalidad, es la triste realidad de una juventud atrapada en un sistema que parece haberla olvidado, o peor, haber sembrado el asistencialismo y condimentado el caldo de cultivo de la holgazanería y la delincuencia. En esa tierra arrasada, la ley es más débil que el crimen y la población se encuentra desamparada, temerosa y sobre todo, impotente ante la pasividad de las autoridades.
Las estadísticas son alarmantes. Cada día, más niños y adolescentes son cautivados por el lado oscuro de su entorno o captados por redes delictivas que prometen una vida de dinero fácil y adrenalina, pero que en realidad solo les ofrecen miseria y violencia. Un niño que debería estar jugando al fútbol en un parque o un club, a menudo se encuentra navegando por calles llenas de peligros, buscando no solo una forma de subsistir, sino también una identidad dentro de un ambiente marginal. Un gobierno populista, en su afán de ofrecer soluciones rápidas y paliativos temporales, creó un ciclo de dependencia que paralizó a generaciones enteras. La vagancia sustituyó al trabajo y la educación, dejando a muchos jóvenes sin las herramientas necesarias para construir un futuro diferente.
Esos menores, son hijos y nietos de familias desestructuradas, poseedores de planes sociales, donde el amor y la contención son lujos que no se pueden permitir, porque no se les brindó oportunidades y se encuentran atrapados en un laberinto del que parece no haber salida. La violencia, los vicios, la desesperanza y los actos de barbarie son sus compañeros constantes. ¿Cómo se puede esperar que desarrollen un raciocinio que les permita reintegrarse si las generaciones anteriores también fueron incapaces de hacerlo? La tragedia no solo recae sobre ellos, sino también sobre las familias que sufren la pérdida de sus seres queridos en el ciclo del crimen. Se necesita un cambio radical en la forma en que se aborda la educación, la inclusión social y el apoyo a las familias en riesgo.
Nuestros representantes no pueden seguir mirando hacia otro lado mientras se desmoronan las vidas de nuestros jóvenes y deberán trabajar muy duro para crear un entorno y alternativas viables donde puedan soñar, aprender y crecer, lejos de la sombra y las tentaciones del delito y el crimen. Solo así podremos comenzar a sanar las heridas de una sociedad marcada por la violencia y la indiferencia. La lucha por un futuro mejor para nuestra juventud comienza ahora y habrá que pelearla día a día.
Francisco Manuel Silva / frsilva50@gmail.com
De minería y la imagen de Karina Milei
La adscripta a Presidencia, no elegida por nadie, asistió al PDAC en Toronto-Canadá- el evento de minería más importante del mundo. Donde promovió balbuceando la conveniencia de invertir en minería en el país.
Con o sin RIGI creo que se equivocaron de promotora hoy en primera plana de los diarios más importantes del planeta por el supuesto y no confirmado involucramiento en el tema $LIBRA nada más y nada menos que hablando de seguridad jurídica.
Si intentan lavar la imagen, hacerla protagonista para una eventual elección y carrera política, olvídense, nunca dejará de ser una muchacha de barrio. Digamos, o sea, otra metida de pata del Gobierno. ¡Una pena!
Roberto Sánchez / sanchezroberto03@yahoo.com.ar
Manes, Santiago Caputo y las patoteadas en el Congreso
La actitud de Manes genera inquietud. Si bien integra un bloque no K, elige confrontar con el oficialismo sin una dirección clara. Sienten que “están para más”, pero descuidan lo esencial: ¿para qué están hoy? Argentina atraviesa momentos duros que exigen dirigentes dispuestos a jugarse por el país, dejando de lado ambiciones personales.
Estamos cansados de los tibios especuladores.
Enrique Vidal Bazterrica / evidalbazterrica@gmail.com
Después de los incendios, “la Patagonia amenazada”
Leemos con alivio que muchos de los incendios patagónicos están extinguidos o contenidos.
Sin embargo se perdieron decenas de miles de hectáreas de bosques y casas, patrimonio natural y patrimonio sociocultural. Pero también estamos leyendo con temor que la Patagonia está siendo apropiada por grupos árabes y cataríes, cuyas obtenciones de los terrenos están rodeadas de dudas, sea por su origen, sea por su impacto ambiental, sea por su destino y uso finales, incluyendo ofrecerse como sitios de caza.
Está perfecto que se defienda la tierra cuando se trata de atentados perpetrados por pseudomapuches. También corresponde defenderla cuando la ambición económica por urbanizaciones de lujo y fuentes de agua la amenazan.
Pero ahora, con el riesgo que esos terrenos quemados provoquen tal tristeza en nuestros vecinos argentinos, otrora amantes del ecosistema patagónico y su aprovechamiento sustentable, que los motive a venderlos, es cuando más debe prestarse atención a estas amenazas.
Daniela Oliveira / danielaboliveira@hotmail.com