Su sabor dulce y su textura viscosa han convertido a la miel en un ingrediente esencial es muchas culturas. Más allá de ser un endulzante natural, la miel tiene propiedades únicas y es uno de los alimentos estrellas en los desayunos de muchos hogares.

Sin embargo, la nutricionista Sandra Moñino, ha querido hablar en su pódcast Con Jengibre y Limón, junto a María Pérez Espín, sobre algunos aspectos clave que se deben tener en cuenta a la hora de consumirla.

Según Moñino, es esencial diferenciar entre la miel procesada, que se encuentra en los supermercados, y la miel cruda o virgen, que conserva todas sus propiedades naturales. “Es saludable la típica miel de pueblo, siempre la llamo ‘cruda’, pero la gente suele preguntar qué significa ‘cruda’ o si es buena la miel que sacan de sus paneles de abejas y que elaboran ellos mismos, y sí, esa es la buena”, explica en un vídeo en redes sociales.

La nutricionista destaca que la miel cruda o virgen, es aquella que no ha sido manipulada ni tratada químicamente. “Si luego vas al supermercado y compras una miel, la típica que te venden, y ves que no se pone dura, es que no es buena. Las mieles buenas cuando es invierno y hace frío se ponen duras y se solidifican, cuesta mucho añadirla a las bebidas o postres”.

Y es cierto que la miel natural aporta numerosos beneficios al organismo. Es conocida por fortalecer el sistema inmunológico gracias a sus propiedades antimicrobianas y antioxidantes. Además, alivia el dolor de garganta, mejora la digestión y proporciona energía. También es una gran aliada para la piel, ayudando a hidratarla. Pero su reputación como alimento natural, no significa que su consumo en altas cantidades sea compatible con una alimentación saludable y equilibrada.

A pesar de ser un gran endulzante natural, Moñino hace hincapié en un detalle algo desconocido: el 80% de la miel es azúcar. “Actúa como un azúcar.

Puedes tomarla en momentos puntuales, aunque yo prefiero que endulcemos con miel que con azúcar, y prefiero que endulcemos con miel a que le añadamos muchísima cantidad de edulcorante. Sí podemos tomar miel, pero el objetivo es ir reduciéndola hasta que nuestro paladar se acostumbre al sabor real de los alimentos”, apunta Moñino.

Ese alto contenido en azúcares, como la glucosa o la fructosa, puede contribuir a un aumento de peso o a aumentar los niveles de glucosa en sangre, por eso, la experta en nutrición apunta: “Lo ideal es endulzar de manera natural con fruta, canela, con cocos… o acostumbrarse al sabor, que no te haga falta echarle ningún edulcorante, que te puedas comer el yogur, a cucharadas sin nada, puedes ponerle algo, pero es mejor enseñar al paladar”, explica.

Según Sandra Moñino, es esencial conocer que la miel es una alternativa más saludable frente a otros endulzantes y un complemento muy interesante en la cocina, pero a su vez debemos ser conscientes de que su consumo debe ser controlado y de calidad.



Fuente Clarin.com

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