“La política es un arte que sólo unos pocos artistas son capaces de ejercer, mientras que otros se contentan con ser de ella artesanos y muchos se reducen a ser comerciantes políticos”. Luigi Sturzo la veía: sacerdote y político italiano, alcalde de su pequeña ciudad natal de Caltagirone, en Sicilia, fundador del Partido Popular Italiano y enemigo acérrimo de Mussolini y del fascismo, por lo que debió marchar al exilio, tenía muy claras algunas nociones, tan válidas en la primera mitad del siglo XX como en el XXI.

Para aquellos dispuestos a cultivar el arte en cuestión en vez de conformarse con la artesanía, Sturzo compiló una serie de virtudes, que debe poseer todo político que se precie de tal. A saber: “La franqueza, la sinceridad, la firmeza para saber decir ‘no’, la humildad, el no apego al dinero y a la fama, la competencia, la planificación política”, según recuerda en un artículo el arzobispo italiano Michele Pennisi, alguna vez amenazado de muerte por la mafia siciliana. Y evoca otro concepto de Sturzo: la economía y la política, sin moralidad, son siempre antieconómicas e impopulares.

Había algunas sugerencias más: no rodearse de aduladores, porque la adulación modifica la percepción de la realidad; no creerse indispensable, ya que hacerlo es pasaporte seguro a cometer errores; cultivar la paciencia.

¿Qué diría Sturzo, fallecido en 1959, de haber podido asomarse a esta Argentina? Mejor ni imaginarlo. En una sucesión sin respiro, después del estallido del escándalo de la criptomoneda $LIBRA, llegaron las aclaraciones del presidente Javier Milei. O no aclares que oscurece.

Al intento por diferenciar entre “promover” y “difundir” la cripto, se sumó, en el reportaje televisivo -el del papelón del asesor Santiago Caputo interrumpiendo la nota pidiendo eliminar una pregunta- una confesión incriminatoria. “Yo de criptomonedas no sé nada”, lanzó Milei, tratando de salvar su parte, sin reparar quizás en que había estado dando charlas y recomendándolas por años, y cobrando por ello, contratado por uno de los empresarios que lo acercó a quienes lanzarían $LIBRA. No fue el único blooper presidencial de esa noche, pero vale como muestra.

Días más tarde, mientras el Senado debatía la propuesta elevada por un legislador radical para crear una comisión investigadora sobre el caso $LIBRA, se produjo una situación digna del Libro Guinness de los récords: el presidente del bloque de la UCR, Eduardo Vischi, que había firmado la iniciativa, terminó votando en contra, igual que otros cinco senadores radicales. Todos responden a gobernadores: la Casa Rosada operando a full, uno de los clásicos por excelencia de la casta. El relato libertario: a la casta pegando, pero sus métodos aplicando…

Ya en Washington, y en medio de una exitosa gira, el Presidente dio una charla en la sede del BID. Tuvo allí un ataque de furia ante un teléfono, el suyo, que sonaba sin parar. “Es un imbécil mal nacido que sabe que está interrumpiendo la charla. Argentina es así, tiene un montón de cabeza de termos que hacen este tipo de cosas. En algunos casos les decimos cabeza de pulpo, porque el pulpo tiene su aparato digestivo en la cabeza, con lo cual la tienen llena de excremento”, bramó Milei. ¿No hubiera sido más fácil silenciar el celular? ¿O apagarlo y hacer el vivo de Instagram desde otro dispositivo?¿A nadie se le ocurrió? Un asesor ahí…

Sturzo, que a sus 87 años reclamaba en otro escrito “moralizar la vida pública” y hablaba de “justicia, honradez, manos limpias y equidad” como una aspiración popular, tenía una recomendación más para un buen político: hacer un examen de conciencia cada noche, y formular buenos propósitos cada mañana. No haber logrado lo propuesto al final del día ayudaría, en su opinión, a mantener la humildad, de la cual “brota el sentido de los límites”. Lejos de los devaneos de la vanidad y la gloria humana.



Fuente Clarin.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *