“Reformismo permanente”. “Reconstruir cimientos”. “Más de una docena de leyes de fondo, económicas y financieras del Estado”.
Fueron algunos de los conceptos que el presidente, Javier Milei, utilizó para hacer referencia a la hoja de ruta que la economía tiene por delante en materia de modificaciones del marco normativo si pretende, en algún momento, acelerar su marcha. Adelantó además el mandatario que si esas discusiones no se tratan en los próximos meses será después del 10 de diciembre cuando asuma el nuevo Parlamento, descontando que La Libertad Avanza contará con más legisladores tras las elecciones legislativas.
Milei habló de tres reformas: la laboral, la previsional y la impositiva. Es una hoja de ruta en paralela a las negociaciones con el Fondo Monetario que Milei confirmó que enviará al Congreso.
Las reformas estructurales que el Gobierno buscará sancionar tienen una doble importancia para Milei y su equipo económico.
Primero, porque son la guarnición que acompañarán un acuerdo con el Fondo Monetario.
Segundo, porque despejaría muchas dudas sobre la sostenibilidad del ajuste fiscal y el crecimiento de la economía hacia futuro.
Lo que definirá la gestión de Milei será la baja de la inflación sostenida en el tiempo y en parte ello no dependerá solo de las políticas monetaria y fiscal que vienen haciendo el Banco Central y Economía sino también de las reformas estructurales que la Argentina pospone hace décadas y debe encarar para los próximos años. En ese sentido Milei no solo habló de lo que hizo sino hacia dónde se dirige.
El Presidente hizo una comparación de su gobierno con la etapa de Carlos Menem. Dijo primero que su estabilización fue más exitosa que la de la Convertibilidad. Y segundo, que su gobierno hizo más reformas.
Las comparaciones son difíciles de establecer porque los momentos de uno y otro son muy distintos. También las condiciones económicas y políticas iniciales.
Menem obtuvo resultados más rápidos en bajar la inflación y ganó una elección legislativa a los pocos meses (1991). Pero también es cierto que lo hizo fijando el tipo de cambio y sin hacer reformas estructurales de fondo contra lo que la mayoría piensa o cree. El riojano no avanzó en una reforma laboral o tributaria, tampoco en una apertura de la economía que flexibilizara la convertibilidad dolarizadora, desafiada ya fines de los 90 por las devaluación del real y la apreciación del dólar estadounidense.
Milei sabe que Menem fue preso de su inmovilismo en materia de reformas y no quiere que le pase lo mismo. De ahí que hable de “reformismo permanente” porque sabe que con la estabilización de la economía, y aún removiendo el cepo, no alcanza para crecer y crear puestos de trabajo.
Más allá de que para muchos economistas la estabilización no está consolidada, Milei pretende que sí y quiere ir por más: por lo que Menem no pudo.