Sin haber resignado la centralidad de su figura y su poder, Javier Milei transita una fase novedosa del gobierno. Hace más de dos semanas que ingresó en una fase defensiva de su entorno que compensa con otras decisiones ampulosas. Por caso, la designación en comisión por decreto de los jueces Manuel García Mansilla y Ariel Lijo para que integren la Corte Suprema. La escena pública parece haberse estacionado en la extrema tensión con el Senado.

Nadie puede suponer que dicha avanzada haya sido estimulada por la incomodidad que trasluce el Gobierno desde que estalló el llamado criptogate. Pero sucede que el escándalo con $LIBRA impactó como nunca en el sistema de poder mileísta que asomaba hasta entonces inmutable. Tanta resultó la conmoción que se invirtieron los papeles. Karina Milei, la Secretaria General, y Santiago Caputo, el artífice de la comunicación y las redes, mutaron de protectores del Presidente a protegidos por el Presidente. Una rareza, una anomalía.

Milei se vio forzado, de ese modo, a asumir el papel que peor le calza. Argumentador de asuntos cuyo núcleo central excede a los problemas financieros y económicos. Nunca ha sido su fuerte. El Presidente accedió a un accidentado reportaje con el periodista Jonathan Viale para salir en defensa de su hermana ni bien trascendió que la Secretaria General había facilitado los contactos con los promotores de la criptmoneda que derivó en una estafa. Entre ellos el empresario Mauricio Novelli y el estadounidense Hayden Mark Davis, contra quien hay cuatro denuncias radicadas en Estados Unidos y una en Europa. Davis dijo, entre tantas, dos cosas aterradoras: que tenía fondos argentinos derivados de la estafa por $LIBRA; que conseguía acercamientos con Milei a cambio de dinero.

En aquella entrevista se produjo el primer derrape serio de Caputo juniors cuando interrumpió al periodista. Los libertarios convinieron, con la anuencia del prestidigitador de las redes, que el conflicto podía saldarse cargando responsabilidades sobre aquel. Así ocurrió. Hasta el portavoz Manuel Adorni justificó que el asesor monotributista había cometido una estupidez “en su afán por la excelencia”.

Otro episodio ocurrió cuando fueron inauguradas el sábado las sesiones ordinarias del Congreso. Todo el marco de la ceremonia, externa e interna, resultó desangelada. Las medidas de seguridad fueron tan formidables en las calles, desde la Casa Rosada hasta el Congreso, recorrido que realizó Milei en auto, que terminaron por ahuyentar a los paseantes. El recinto estuvo semivacío por el boicot que realizó una mayoría de la oposición. Fueron sólo seis gobernadores. La televisación oficial resultó de una arbitrariedad que remontó a épocas aciagas. Incluidas las kirchneristas. La tarea corrió por cuenta de Karina, la hermanísima, que sin ninguna resistencia corrió del lugar natural de organizador al titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem.

La primera víctima fue Victoria Villarruel. La vicepresidenta casi resultó borrada de la transmisión. Cuando recibió a Milei en la puerta del Congreso la cámara oficial se alejó rápidamente y mostró un plano general y bello del edificio. Ya en el interior del recinto se detectaron detalles imperdibles. El Presidente se acercó a la primera línea de invitados donde estaban los miembros de la Corte Suprema. Al único que extendió su mano fue a García Mansilla, que se incorporó en comisión la semana pasada. Los palcos cubiertos de militantes fueron enfocados cada vez, de las muchas, que Milei hizo una pausa en su mensaje para que se desataran los aplausos.

Uno de los picos se registró cuando el Presidente tuvo un intercambio con el diputado radical Facundo Manes. La única voz clara que se escuchó en la transmisión fue la de Milei al retrucar al neurólogo que alzaba en plena sesión un ejemplar de la Constitución. El incidente pudo haber quedado allí, anclado como anécdota, al igual que les sucedió a otros mandatarios. Cristina Fernández tuvo varios cruces con opositores. Mauricio Macri contestó insultos de la bancada kirchnerista comandada por Agustín Rossi. El PRO le vació una vez el recinto a Alberto Fernández cuando, en defensa de Cristina, criticó a los integrantes de la Corte Suprema.

De nuevo tambaleó el Triángulo de Hierro. Caputo fue, al final de la sesión, en búsqueda de Manes. Solo ellos saben que se dijeron de verdad. La escena denotó una violencia gestual explícita cuya mayor responsabilidad correspondió, sin dudas, al oficialismo. ¿Qué cosas tan grave había hecho y dicho el diputado radical? ¿Qué razón tuvo el asesor presidencial para sentirse desbordado en su temple? .

Volvemos a los hombres que debieran “cuidar al Presidente”, como reclaman muchos. En algún punto falló Karina con el criptogate cuyo escándalo sigue dando vueltas en los principales medios del mundo. En especial, en Estados Unidos. En su caso, Caputo juniors sembró de dudas cualidades que siempre se le reconocieron. La capacidad para circular en las sombras, aconsejar medidas importantes y acumular poder. Su equilibrio en circunstancias complejas. Tales asertos parecieron desmentidos por su conducta en el Congreso.

Milei, de nuevo, debió salir en auxilio del Triángulo de Hierro. Está vez el reportaje fue concedido al periodista Luis Majul. El Presidente se encargó de descalificar a Manes. Imaginó una confabulación en su contra de la que habría tomado parte una periodista de Clarín. Acreditada hace años en el Congreso con el viejo hábito –también saludable– de tomar nota de los acontecimientos en un cuaderno. Estuvo al lado de Manes y de Caputo.

El Presidente volvió a exhibir fragilidades en papel defensivo. Sobre la difusión del critogate, diseminado en el exterior, prefirió reducirlo a “chimentos de peluquería”. Retomó la fobia contra el periodismo, contra el Grupo Clarín y demostró que los argumentos políticos y la historia no constituyen su músculo vital. Repitió los presuntos beneficios que habría recibido Clarín por la pesificación del 2001, después del quiebre institucional que concluyó con la caída de Fernando de la Rúa y la asunción de Eduardo Duhalde.

Se trata del eficaz libreto que supo pergeñar el kirchnerismo del cual Milei se hace eco. Sin hacer un repaso, siquiera una investigación.



Fuente Clarin.com

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