Aunque Estados Unidos y China toman medidas para frenar su guerra comercial, Beijing se prepara para una mayor rivalidad con Washington.

Para China, esto significa que es improbable que su búsqueda de oportunidades económicas y diplomáticas en Asia suavice su postura firme respecto a sus reivindicaciones territoriales regionales y su competencia militar.

Ambas partes acordaron reducir temporalmente los aranceles alarmantemente altos que se habían impuesto mutuamente.

Sin embargo, la tregua arancelaria no aliviará otras quejas de Beijing con Washington, como la promesa del Pentágono de trasladar fuerzas militares a Asia y el Pacífico, y los continuos esfuerzos por limitar el acceso de China a tecnología avanzada.

La reducción de los aranceles podría dar paso a una llamada y una cumbre entre el presidente Donald Trump y el máximo líder de China, Xi Jinping.

Una carroza de carnaval desprecia a los jefes de Estado de China, Xi Jinping, de EEUU, Donald Trump y de Rusia, Vladimir Putin, durante el tradicional desfile de carnaval del Lunes de Rosas en Düsseldorf, Alemania, el lunes 3 de marzo de 2025. (Federico Gambarini/dpa vía AP)Una carroza de carnaval desprecia a los jefes de Estado de China, Xi Jinping, de EEUU, Donald Trump y de Rusia, Vladimir Putin, durante el tradicional desfile de carnaval del Lunes de Rosas en Düsseldorf, Alemania, el lunes 3 de marzo de 2025. (Federico Gambarini/dpa vía AP)

Sin embargo, los elevados aranceles de Trump ya han debilitado las esperanzas cautelosas en Beijing de que Xi pudiera apelar al lado negociador de Trump, según expertos que han hablado con funcionarios y asesores políticos chinos.

Si bien Beijing buscará activamente oportunidades en las conversaciones con la administración Trump, se preparará para un posible recrudecimiento de las tensiones, repitiendo el patrón de relaciones del primer mandato de Trump.

“Creo que esto valida la opinión de Beijing de que era correcto adoptar una visión negativa de las intenciones de Estados Unidos y prepararse para la eventualidad de una segunda guerra comercial con las políticas que ha seguido en los años transcurridos desde la primera guerra comercial” durante el primer mandato de Trump, dijo Jonathan Czin, titular de la Cátedra Michael H. Armacost en Estudios de Política Exterior en la Brookings Institution, quien anteriormente trabajó en la CIA analizando la política china.

“Mi sospecha es que Beijing ve esto como una retirada táctica de Estados Unidos en lugar de un cambio más fundamental para alejarse de la hostilidad hacia el Partido Comunista Chino”, dijo Czin sobre la pausa arancelaria acordada en Ginebra.

Oportunidad

Los aranceles de Trump a gran parte del mundo le han dado a Xi la oportunidad de presentar a China como una alternativa amigable y confiable, un tema que promovió durante una reciente visita a Vietnam, Camboya y Malasia y reuniones esta semana con líderes latinoamericanos.

Pero la nueva estrategia de China para la era Trump también incluye hacer alarde de su poder:

básicamente, decirle a otros gobiernos, especialmente en Asia, que no esperen que Beijing frene sus reclamos y ambiciones regionales.

El mismo día en que Washington y Beijing anunciaron su tregua sobre los aranceles, un documento de política del gobierno chino advirtió que las “fuerzas externas” planteaban amenazas crecientes “a las regiones fronterizas de China, las zonas fronterizas y la seguridad en sus áreas circundantes”.

“La región Asia-Pacífico se ha convertido en un foco de disputa entre las principales potencias”, afirma el libro blanco de seguridad nacional chino, publicado el lunes.

“Algunos países han estado fortaleciendo sus alianzas militares en Asia-Pacífico, cortejando a socios regionales y formando ‘camarillas’ excluyentes”, afirma, en referencia a Estados Unidos y sus socios.

“Sin duda, seguirá intentando aprovechar la turbulencia en la política comercial de Washington presentándose como un modelo de estabilidad y previsibilidad”, declaró Richard McGregor, investigador principal para Asia Oriental en el Instituto Lowy de Sídney, sobre China.

“Pero no cejará en sus reivindicaciones en las múltiples disputas de soberanía que mantiene con sus vecinos marítimos”.

Escarceos

Este mes, un helicóptero de la guardia costera china sobrevoló el espacio aéreo cercano a las islas en disputa, también reclamadas y controladas por Japón, lo que ha intensificado las prolongadas fricciones sobre las islas, llamadas Diaoyu por China y Senkaku por Japón.

China afirmó que respondía a un vuelo provocador sobre las islas realizado por un avión japonés.

Este mes, la guardia costera china también desembarcó en Cayo Sandy, una franja de arena en el disputado Mar de China Meridional, también reclamada por Filipinas.

Su acción se produjo días antes de que Estados Unidos y Filipinas comenzaran sus ejercicios militares conjuntos anuales en Filipinas.

Sobre todo, el gobierno chino mantiene la tensión respecto a Taiwán, la isla de gobierno democrático que Beijing reclama como su territorio.

A principios de abril, el Ejército Popular de Liberación realizó ejercicios en los alrededores de Taiwán para practicar la imposición de un bloqueo.

Los líderes chinos no vieron ninguna contradicción en su mezcla de palabras dulces y acciones duras, dijo Julian Gewirtz, ex funcionario de alto rango de política sobre China en la Casa Blanca y el Departamento de Estado durante la administración Biden.

“Creen que es precisamente el momento de establecer la relación con los vecinos de China —en particular aquellos que, según les preocupa, se han acercado demasiado a Washington— en términos más ventajosos”, dijo Gewirtz.

“Es un momento en el que creen que la capacidad de esos estados para contraatacar se ve disminuida y en el que los líderes chinos pueden decir:

‘Sí, podemos ofrecer acuerdos económicos y tecnológicos, y otros incentivos. Pero también podemos seguir impulsando nuestras reivindicaciones territoriales’.

Y ambas cosas coexisten con gran comodidad en su mente”.

Se han abierto brechas entre Estados Unidos y muchos aliados tradicionales, especialmente en Europa.

Sin embargo, hasta el momento, las políticas de Trump no han afectado en la misma medida las alianzas tradicionales estadounidenses en Asia y el Pacífico.

Marco Rubio asistió a una reunión con los ministros de Asuntos Exteriores de India, Japón y Australia en su primer día completo como Secretario de Estado.

Trump y el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, emitieron una declaración conjunta en la que expresaron su preocupación compartida por las amenazas chinas a Taiwán.

Una pantalla pública emite noticias sobre los ejercicios militares de China alrededor de Taiwán, en Pekín, China, el mes pasado. Los expertos predicen que China no cejará en sus pretensiones en las múltiples disputas de soberanía que mantiene con sus vecinos marítimos. Foto Adek Berry/Agence France-PresseUna pantalla pública emite noticias sobre los ejercicios militares de China alrededor de Taiwán, en Pekín, China, el mes pasado. Los expertos predicen que China no cejará en sus pretensiones en las múltiples disputas de soberanía que mantiene con sus vecinos marítimos. Foto Adek Berry/Agence France-Presse

“Hay continuidad aquí en esta región, con Japón, Filipinas, Taiwán, Australia”, dijo Ely Ratner, subsecretario de Defensa para Asuntos de Seguridad del Indopacífico durante la presidencia de Joe Biden, sobre los lazos de alianza bajo el gobierno de Trump.

“Ambas partes, Estados Unidos y sus socios asiáticos, intentan aislar su relación de defensa y seguridad del entorno comercial y arancelario”, afirmó Ratner, actualmente director de la Iniciativa Marathon, un grupo que estudia la competencia de Estados Unidos con China y otros rivales.

“El desafío actual para Beijing es que la mayoría de los aliados de Estados Unidos consideran a China como su principal amenaza para la seguridad nacional”.

Coincidencias

China ha aplaudido el desmantelamiento de la oficina que supervisa la Voz de América y otras agencias que promueven la democracia y los derechos humanos bajo el gobierno de Trump.

Pero Xi y otros líderes chinos tenían una visión negativa de las intenciones de Estados Unidos mucho antes de que Trump entrara en política.

Y durante el primer mandato de Trump, las muestras de cordialidad entre él y Xi dieron paso a una guerra comercial, y posteriormente a un acuerdo que fracasó, con Washington acusando a China de no cumplir con su parte del trato.

También hubo acritud por el origen de la COVID-19, los controles estadounidenses a las exportaciones de tecnología y los objetivos militares de ambas partes.

Esta vez, la retirada mutua de los aranceles no disipará la profunda desconfianza entre China y Estados Unidos, afirmó Shen Dingli, experto en relaciones internacionales en Shanghái.

Si ambas partes siguen moderando sus disputas comerciales, las relaciones podrían mejorar durante uno o dos años, pero luego es probable que empeoren, añadió Shen, «porque tenemos demasiados puntos de desacuerdo».

c.2025 The New York Times Company



Fuente Clarin.com

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