Moda doméstica, otra oportunidad para los textiles de la casa

Foto: Gentileza DAM.
Además de haber sido pionera en instalarse en Palermo cuando empezó a transformarse en un barrio de moda en los inicios de los años 2000, DAM es la tienda -actualmente en formato online y en reuniones de venta esporádicas- que se volvió de culto para quienes la siguen, desde hace más de dos décadas.
También Carola Besasso, la diseñadora y fundadora de la firma, es referente al momento de hablar del upcycling, el recurso que consiste en desarrollar prendas que como base tienen otras ya existentes, ahora resignificadas para un nuevo uso.
Ese modo luego se volvió expansivo a otras telas que ni siquiera hay que salir a buscar porque son parte del escenario cotidiano de todos los hogares, incluso en diferentes países.
“Desde el principio trabajé con esos materiales, pero no me animaba a ponerlos a la venta en el local”, reconoce Besasso, quien recién se atrevió a darle visibilidad a esas piezas durante la pandemia. ¿Cuál fue la primera que hizo? Un saquito que en la pechera llevaba aplicada una agarradera de cocina tejida a mano. Ese fue el puntapié para comenzar a hacer diseños con otros textiles provenientes de la casa; repasadores, sábanas, delantales, los llamados trapo rejilla y de piso, incluidos.
¿El beneficio? Según su autora, esta manera de hacer es sobre todo emocional, porque está indefectiblemente ligada a las personas que los donaron y a las que reciben la nueva versión. “Se termina de cerrar el círculo virtuoso cuando alguien elige esa prenda y le alarga la vida con su propia historia”, sintetiza.
Este proceso no forma parte del sistema de contaminación que genera la industria de la moda. Al mismo tiempo, hay algo más que tiene que ver con la narrativa de la marca y que el público que lo elige se conecta con el relato.
“Me encargo de contarles siempre de dónde viene esa prenda y todo el amor que conlleva el recorrido”, señala. En contraste con un presente donde está todo globalizado y estandarizado, para Besasso son cada vez más las personas que se corren del paradigma de consumo masivo.
Abrigos que son frazadas

Foto: Lindor
Amigas desde muy chicas, las diseñadoras Leonor Barreiro y Lourdes Chicco Ruiz siempre se sintieron atraídas por las frazadas, tanto por las estampas, como por los colores, las texturas y por la protección que brindan. En esos elementos encontraron el material para desarrollar abrigos hechos en base a esos productos. A la cuestión estética le sumaron un componente afectivo, ya que, además, se relacionan con el hogar, los recuerdos, los objetos de apego y de inspiración.
“Nos despiertan algo lúdico”, indican sobre esos artículos a partir de los cuales juegan a encontrar la forma que le va a cada cuerpo. ¿Cómo lo hacen? Primero doblan y desdoblan la frazada hasta que toman la decisión de cortarla, después la cosen a mano con extremo cuidado porque se trata de materiales que, aunque pueden tener apariencia robusta, no dejan de ser muy delicados.
A su vez, las prendas no tienen ni accesorios ni avíos. Pueden ser piezas que las clientas tengan en su casa y las lleven para ser desarrolladas por las diseñadoras. Otra posibilidad es participar del taller “Traé tu frazada, juntos hacemos tu Lindor”, para el que no hace falta tener conocimientos previos, por el contrario, ahí les enseñan a cortar y los puntos de costura y remiendo necesarios para armar la ropa.
También apuestan a la tendencia de liberar los patrones para que los clientes aprendan a hacerlas, algo así como un creative commons de la moda. “Compartimos el modelo principal para quien lo desee, lo pueda descargar y realizar su propio Lindor”, expresan. “Con el fin de democratizar el acceso y promover alternativas sustentables”, agregan.
¿A qué público apuntan? “Son prendas sin género”, aclaran. “Reversibles, con cortes y tamaños que vienen de algún modo determinados por el textil con el que estamos trabajando”, añaden. Esto quiere decir que no hay talles preestablecidos y son indumentos básicos. A algunos les interesan por la singularidad y el diseño, a otros porque quieren recuperar alguna tela de antaño, también están los que fomentan el “hágalo usted mismo”.
Ropa hecha con manteles

Flamantes graduadas de la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, dieron a conocer su idea en el marco de la muestra “Transitando la incertidumbre” que este año presentó la cátedra dirigida por Andrea Saltzman en PROA21.
Así, Florencia Alvian y Julieta Licandro Meta, diseñadoras sub 30, oriundas de Río Negro y Buenos Aires, respectivamente, lograron un viaje al pasado a partir de los archivos de sus ancestros. Esa fue su principal fuente de interés con foco en la sobremesa, las anécdotas y el rol de las abuelas de ambas.
“Nuestro mayor desafío fue plasmar este sentimiento de ternura y dulzura en una familia de prendas que dialogue entre sí”, reconocen. Estas fueron pensadas para conformar un retrato que pueda contar una historia. “Casi como vestuario de fantasía que inventamos para nuestros recuerdos”, indican.
¿Cuál fue el proceso creativo para pergeñar la vestimenta? Trabajaron de manera bastante espontánea y el énfasis estuvo en el ensayo y error hasta que finalmente encontraron la forma que querían darle. Para ello tuvieron que imaginar el universo a donde iban a destinar la ropa que estaban diseñando; cómo sería esa mesa, quiénes se iban a sentar a su alrededor, cuáles serían los olores y los sabores, y al mismo tiempo, cómo iba a caer la tela del mantel y cómo se ajusta el delantal de cocina. Esas fueron algunas de las preguntas que se plantearon al inicio, hasta que lograron un método para poder desarrollar las tipologías.
¿Cómo creen que será la moda en los próximos años? “Creemos estar construyendo ese futuro y esperamos que este proyecto sea de inspiración para muchos, como otros trabajos lo fueron para nosotras”, reconocen. “Nada se tira”, insisten, y al retomar esa expresión ponen en valor algo que para sus abuelas era una norma. “Podemos crear mundos infinitos y bellos con trapos, manteles y descarte”, confirman.
Diseños con esencia de hogar

Foto: Gentileza de las marcas y diseñadores.
Graduada de la carrera de Diseño de Indumentaria y textil por la Universidad de Buenos Aires, Juliana García Bello ya lleva más de una década trabajando en el mundo de la moda con experiencia en pasarelas internacionales y con prendas de línea simple, confeccionadas artesanalmente y de uso genderless. Y hace al menos cinco años que optó por comenzar a desarrollar indumentaria con manteles, servilletas y otros textiles hogareños.
Esa decisión fue profundizada durante el tiempo que vivió en Arnhem, Países Bajos, en coincidencia con el momento en el que fue premiada en Hong Kong por sus diseños sustentables. Ahora, desde hace unos meses, está de regreso, instalada en Río Grande, Tierra del Fuego, su lugar de origen.
¿Qué representa trabajar con materiales domésticos? “Una conexión profunda con lo cotidiano y lo familiar”, expresa. Algo que se cristaliza en productos que contienen memoria. Para ella, darle una nueva vida a través del upcycling es un acto de sostenibilidad y también un homenaje a esos objetos que fueron parte de la vida diaria.
Lo entiende como una manera de honrar lo que ya existe y de explorar la creatividad desde lo cercano. “De transformar lo ordinario en algo extraordinario, único y cargado de significado”, explica. Cuando comenzó, esta manera de hacer era todavía novedosa, pero con el paso del tiempo, el cambio se volvió significativo y la conciencia sobre el impacto ambiental que tiene la moda creció exponencialmente.
“Lo que antes era un nicho, ahora se está convirtiendo en una tendencia global”, analiza y agrega: “Me enorgullece haber sido parte de ese movimiento desde el principio”.
¿Alguna prenda para destacar? Un chaleco que aún forma parte del Archivo de Fundación IDA, creado en colaboración con su abuela Dora. Para hacerlo reutilizó camisas de sus vecinos y un acolchado. Esta prenda además da cuenta de la relación familiar mantenida a lo largo de 3.000 kilómetros de distancia con su familia, desde La Plata hasta Tierra del Fuego.