En 2014 un artículo de un periodista alemán alertó sobre los asesinatos de, al menos, 17 niños de la comunidad wichi en la localidad formoseña de Ingeniero Juárez. También informó de cómo un grupo de policías atacó a los tiros a varios niños que jugaban en una plaza de esa ciudad.

A partir de relatos, el periodista pudo reconstruir el crimen de un joven de unos 16 años, que fue asesinado a golpes por un comerciante local. Según el autor, sería la 17ª víctima de una serie de asesinatos que habrían comenzado en el año 2000.

La mayoría de los asesinatos fue adjudicada a la policía o a personas cercanas a la institución provincial. La comunidad wichí reconocía entonces que la mayoría de las veces no se realizaban las denuncias por temor a represalias.

Más allá de la existencia o no de tantos asesinatos en Ingeniero Juárez en aquellos años, el relato pone en evidencia la problemática de la comunidad wichí, una de las más afectadas por la pobreza y la desatención gubernamental.

Las sombras del silencio: los trágicos asesinatos en serie de niños wichi en Formosa

El periodista, Stefan Biskamp, corresponsal de la agencia ANRed, relató, en 2014, el asesinato de Víctor Oli Segundo, de unos 16 años, muerto el 22 de junio de 2013. Víctor sería la víctima número 17 de los asesinatos de niños wichí cometidos en Ingeniero Juárez.

“El joven fue golpeado brutalmente, según testigos, por el dueño un comercio y por la sola razón de que estaba sentado en la vereda del local”, dice Biskamp en su artículo.

Agrega que Víctor fue desfigurado por golpes y encontrado sin ropa, lo que impidió su identificación. Las autoridades lo declararon muerto. En el cementerio, se dieron cuenta que seguía vivo y, por eso, fue llevado a un hospital de la ciudad de Formosa, donde falleció.

Niños de la etnia wichi.  Niños de la etnia wichi.

“Su cuerpo, cosido como un matambre, como se puede ver en las fotos tomadas en el hospital, reveló que había sido vaciado de sus órganos”, agrega el artículo del corresponsal alemán. El supuesto asesino, acusado por la comunidad wichí de haber participado en violaciones de mujeres aborígenes, no fue condenado.

El cuerpo de otro joven wichí fue encontrado en un basural. “Sabemos que los que lo mataron y torturaron son policías y la causa quedo en la nada”, le dice un referente de la comunidad aborigen al periodista. En 2011, una chica también fue asesinada a golpes, aunque en el hospital catalogaron su muerte como “deshidratación”. El supuesto asesino era dirigente político de Juárez.

Por otra parte, el artículo revela el caso de Nazareno Chávez, de 11 años, quien tuvo que ser internado en el Hospital de la Madre y el Niño de la ciudad de Formosa tras recibir una bala de plomo de un policía. “La herida de Nazareno es producto de una verdadera cacería de niños realizada por policías provinciales el 21 de marzo de 2014”, asegura Biskamp.

La comunidad wichi es una de las más desprotegidas del país. Foto: Emmanuel Fernández - FTP CLARIN. La comunidad wichi es una de las más desprotegidas del país. Foto: Emmanuel Fernández – FTP CLARIN.

Agrega que, ese día, “un grupo de niños estaba sentado tranquilamente en la vereda frente a la plaza Juan Domingo Perón, de Ingeniero Juárez, cuando efectivos bajaron de un patrullero les dispararon con balas de goma y de plomo. El resultado fue tres niños heridos, dos de ellos por bala de plomo, el más grave Nazareno”.

Siempre según el artículo, “la cacería de niños en Ingeniero Juárez es parte de una violencia generalizada contra los pueblos originarios especialmente en las provincias Formosa, Chaco y Salta”.



Fuente Clarin.com

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