En la actualidad, los adolescentes disponen de mucha información sobre la sexualidad. Sin embargo, muchas veces esa información no es eficaz y se evidencia en una neta contradicción entre los conocimientos que tienen y las conductas que desarrollan.
Los motivos de esta contradicción son variados, pero uno que se destaca es la falta de legitimación del tema por parte de la familia, que siempre es el agente socializador por excelencia, razón por la cual es recomendable y saludable que los padres pudieran comunicarse de manera abierta y franca con sus hijos sobre el tema, para desactivar mitos o culpas.
Pero esto no siempre resulta posible por vergüenza, incomodidad o tabúes de los propios progenitores, vivencias que también comparten los hijos. Es común entonces que los conocimientos no se expresen con libertad y la sexualidad -aunque privada- tienda a ser ocultada y la actividad sexual resulte furtiva, precipitada o con relativa frecuencia permitida por el adolescente solo bajo el efecto del alcohol o el consumo de sustancias.
Esto puede agravarse si tampoco la escuela brinda una educación sexual adecuada y solo se limita a la enseñanza de anatomía, fisiología o métodos anticonceptivos.
Se confunde así información con educación. Muchas veces los maestros y profesores no han sido adecuadamente formados e instruidos al respecto. Incluso algunos profesionales de la salud que atienden a púberes o adolescentes suelen silenciar esta temática.
Los adultos suelen mostrarse desorientados frente a la temática sexual.
Hoy el inicio de las relaciones sexuales se ubica entre los 12/14 años.
La sociedad muestra contradicciones: por un lado, existe una franca liberación de contenidos a través de medios de comunicación o de las redes sociales y, por otro, un frecuente ensordecedor silencio por parte de los adultos -padres, educadores, profesionales- que suelen mostrarse desorientados o paralizados respecto a una temática que es central en el adolescente.
Y con él la importancia de saber que a esa edad la conciencia del riesgo es menor, la omnipotencia es mayor, la presión del grupo de pares muy marcada y el deseo y la necesidad de experimentación muy potentes.
Todo ser humano nace con una dotación psicobiológica que requiere de procesos complejos de aprendizaje para que adquieran una saludable configuración en la vida futura del individuo.
Desarrollar la capacidad de sentir, gozar, disfrutar el placer; permitirse recrearse en las propias sensaciones corporales y en el erotismo, puede resultar una conjunción que permita el adecuado desarrollo de la mente adolescente.
Los procesos psicológicos siempre están relacionados con la interacción sociocultural, razón por la cual la estructuración de la identidad sexual requiere de necesarios factores de capacitación (emocionales, cognitivos, de influencias sociales y culturales) que se expresarán finalmente como normas y expectativas, propias y ante terceros.
“Sexo” y “sexualidad” generan ideas diferentes: algunos piensan en una relación sexual, algunos en las vivencias de género; otros, en el amor de pareja, cada cual enfatizando aspectos que traducen sus propias fantasías y sus vivencias.
Se puede así evidenciar vergüenza o culpa, si las prácticas sexuales adolescentes rompen las normas que rigen preceptos sociales, muchos ya quizás inadecuados.