Ver un cóndor andino en pleno vuelo es una de esas imágenes que se te graban para siempre. Con sus alas desplegadas, deslizándose en silencio sobre quebradas, valles y montañas, esta ave monumental, una de las más grandes del planeta, transforma cualquier paisaje argentino en una postal inolvidable.
Más allá del impacto visual y de permitirte hacer una escapada diferente, conocer dónde ver cóndores andinos en Argentina permite explorar los mejores santuarios naturales, donde la belleza del entorno se combina con el compromiso por conservar a uno de los íconos más poderosos de la fauna sudamericana.
Uno de los puntos más emblemáticos para avistar cóndores es la Quebrada del Condorito, en el Parque Nacional que lleva ese mismo nombre, en pleno corazón de las sierras cordobesas.
Este profundo cañón de paredes vertiginosas, algunas de más de 800 metros, ofrece un espectáculo inolvidable: el vuelo del cóndor aprovechando las térmicas para planear a pocos metros de los miradores.
Llegar hasta allí implica una caminata de dificultad media, ideal para quienes disfrutan del trekking. A lo largo del sendero, es posible observar otras aves autóctonas, fauna silvestre y vegetación típica de la región. Pero el momento culmine llega cuando uno levanta la vista y lo ve pasar: enorme, sereno, con esa presencia que impone respeto.
En el sur del país, la inmensidad de los Andes patagónicos ofrece refugio a cientos de ejemplares. Los parques nacionales Los Glaciares, en Santa Cruz, y Nahuel Huapi, que abarca zonas de Río Negro y Neuquén, son verdaderos santuarios para el cóndor andino.
Allí, en un entorno de lagos helados, montañas imponentes y valles tallados por el viento, estas aves encuentran paredes rocosas inaccesibles donde anidan y descansan. La mejor hora para verlos es al amanecer o cuando cae el sol, cuando salen a buscar alimento o regresan a sus dormideros.
El avistaje se da en medio de paisajes que parecen de otro planeta. Y mientras el cóndor surca el cielo, el visitante también se eleva un poco, aunque más no sea con el alma.
En el Parque Nacional Talampaya, en La Rioja, el cóndor es protagonista de uno de los vuelos más cinematográficos del país. Los paredones rojizos de más de 100 metros de altura hacen de este sitio un anfiteatro natural ideal para observarlos en acción.
Talampaya no solo ofrece una experiencia visual inolvidable: también es una ventana al pasado geológico, con fósiles, petroglifos y formaciones rocosas únicas. Y en medio de ese escenario milenario, ver a un cóndor surcando el cielo completa la escena perfecta.