Si los deseos más profundos de la Casa Rosada se cumplen, y el FMI envía a Buenos Aires antes del próximo viernes un archivo .PDF con la recomendación técnica para que el Directorio del organismo apruebe el nuevo acuerdo con la Argentina, Javier Milei podrá dar vuelta una semana que aparece complicada.
El peronismo pidió la sesión especial para tratar el jueves 20 en el recinto los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla. El primero tiene a su favor un dictamen de comisión con nueve firmas que lo avalan y el segundo está en la situación contraria: los nueve senadores que firmaron rechazan su nombramiento.
Allí terminan las diferencias, porque hoy, desde que el peronismo se unificó en el rechazo a sus nombramientos por decreto presidencial, los dos tienen un reloj con cuenta regresiva contando. Para rechazar sus pliegos se necesitan 25 senadores con el pulgar señalando hacia abajo, pero para comenzar la sesión los detractores necesitan 37 senadores sentados que den quórum. El peronismo tiene 34, y a ellos se pueden sumar el radical Martín Lousteau y Guadalupe Tagliaferri, del PRO, que ya firmaron en contra de García Mansilla en la Comisión de Acuerdos, y también el libertario disidente Francisco Paoltroni, que se opuso a Lijo desde el minuto uno.
Esa pesadilla tomó forma cuando Cristina Kirchner avisó que se opondría a las designaciones de jueces por decreto. Esas palabras comenzaron a unificar un bloque peronista que mostraba grietas por todos lados y que consiguió empezar a pegar sus pedazos por la decisión del Presidente de avanzar sin mirar a los costados y exponerse así a una derrota que no tenía en sus papeles y que, a diferencia de otros choques que provocó el oficialismo, no tiene rédito electoral para darle a La Libertad Avanza. ¿Cuántos argentinos están dispuestos a defender la designación por decreto presidencial de un juez de la Corte Suprema?
Por supuesto, como pasa siempre en la era libertaria, el conflicto principal esconde otras peleas entre sus pliegues.
Primera complejidad: quien deberá decidir si acepta el pedido de sesión para el próximo jueves es la vicepresidenta Victoria Villarruel, declarada por Javier Milei como enemiga eterna de las Fuerzas del Cielo. Villarruel no tiene mucho margen para desoír un pedido así, pero puede buscar, tal como escribió Jazmín Bullorini en Clarín, argumentos para demorarlo unas semanas.
Segunda complejidad: los senadores de La Libertad Avanza le dieron a Villarruel un argumento para retrasar la sesión por los jueces cuando pidieron otra reunión del pleno para tratar el proyecto de Ficha Limpia. ¿Qué hará la vice? ¿Argumentará que el proyecto de Ficha Limpia es prioritario en este año electoral? ¿O llamará a sesión para tratar todos los temas en el mismo día? En este caso, el peronismo enfrentará un dilema, porque sus senadores quieren dar quórum para votar contra los jueces pero no para que avance Ficha Limpia, que dejaría afuera de las boletas electorales a Cristina Kirchner.
Hasta que esa sesión suceda, Lijo se dedicará a tratar de mantener su postulación a flote hablando con los 14 senadores peronistas que ya le habían prometido su apoyo y que ahora le dan la espalda y a asegurarse de que los radicales que lo sostienen cumplan su pacto. García Mansilla la tiene bastante más difícil.
Otra situación difícil sucederá en la próxima marcha en reclamo de aumentos para los jubilados. El Gobierno espera que, luego de los choques entre los manifestantes y policías de esta semana, la oposición se integre con un poco más de entusiasmo a la próxima protesta. El miércoles último, por lo que mostraron las fotos y filmaciones, hubo sectores marginales de barras de fútbol y una cantidad modesta de militantes políticos que se enfrentaron a una tropa inusualmente grande de policías federales, gendarmes y policías porteños. Allí no hubo sindicatos ni columnas grandes etiquetadas con pancartas de intendentes, como suele ocurrir en las marchas de esta clase. Hubo sí una batalla campal entre los manifestantes que tiraron piedras a la policía e incendiaron tachos de basura y un patrullero y tres fuerzas de seguridad que incluyeron un disparo de una granada de gas que hizo un gendarme todavía no identificado hacia la cabeza del fotógrafo Pablo Grillo.
Un video captado por el canal TN muestra que el gendarme disparó de manera horizontal y directamente hacia la zona en donde estaba Grillo sacando fotos con su cámara. Así, la granada, que debe ser usada para dispersar gas allí donde las fuerzas de seguridad no pueden llegar, fue usada como un mero proyectil que terminó impactando en la cabeza de Grillo, que quedó muy gravemente herido.
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El video que muestra cómo Gendarmería le disparó al fotógrafo Pablo Grillo
Las consecuencias de ese disparo cambiaron el panorama para la movilización de la semana próxima, y en el Gobierno ya están esperando menos camisetas de fútbol y más pancartas políticas en la calle. Hasta ahora, el Presidente sacó rédito de cada una de las marchas que se hicieron en su contra: a muy pocos votantes les gusta ver a militantes enmascarados rompiendo veredas para tirarles baldosas rotas a los policías. Pero, si el peronismo consigue armar una movilización que se parezca en algo a un reclamo por el aumento a jubilados o al menos a una protesta contra la violencia policial, el balance podría ser otro.
El miércoles podría aparecer una buena noticia política para el Gobierno si el PRO no consigue unificar su oferta, en el límite para la conformación de alianzas para la elección de cargos legislativos porteños. Jorge Macri está negociando con Horacio Rodríguez Larreta para evitar que su antecesor vaya con candidatos propios a la elección y divida al electorado del PRO que le permitió encadenar cinco gestiones en el Ejecutivo porteño y clausurar la alternancia en ese puesto.
La llegada de La Libertad Avanza a la presidencia de la Nación y el apoyo que recoge Milei en la Ciudad ya puso en graves problemas de identidad al PRO y una división interna adicional puede ser una pesadilla para el partido fundado por Mauricio Macri en el distrito que lo cobijó desde su nacimiento y que hoy sigue siendo su principal refugio.