A medida que los hombres envejecen, su aparato reproductor experimenta cambios graduales que provocan una disminución de los niveles de testosterona y en la producción de espermatozoides y afecta la función eréctil.
A diferencia de la menopausia en las mujeres, donde el cese de la función ovárica y la disminución de estrógenos ocurre de manera más abrupta, en los hombres las señales son progresivas, en un proceso natural conocido como andropausia.
Entre los principales efectos de este fenómeno biológico se encuentran la disminución de la masa testicular, la reducción en la producción de semen y una menor elasticidad en los conductos seminales, lo que puede afectar la fertilidad, sin impedirla por completo.
Además, la próstata tiende a agrandarse con la edad, provocando dificultades urinarias que también pueden afectar la eyaculación.
La disfunción eréctil, por su parte, es una preocupación frecuente en el envejecimiento masculino. Saber adaptarse a estos cambios permite disfrutar de una vida sexual plena y activa pese a la disminución hormonal.
Erección masculina: lo que debes saber de la andropausia

La andropausia es un proceso gradual de envejecimiento que afecta el sistema reproductivo masculino, explica el sitio Medline Plus, de la Biblioteca Nacional de Medicina. Se caracteriza por una disminución progresiva en la producción de testosterona, la cual comienza alrededor de los 30 años y se hace más evidente a partir de los 45 o 50 años. Esta reducción hormonal puede influir en diversas funciones del organismo, incluyendo la sexualidad, la fuerza muscular y el estado emocional.
Uno de los efectos más notables de la disminución de testosterona es la disfunción eréctil, que se manifiesta como la dificultad para lograr o mantener una erección con la firmeza suficiente para una actividad sexual satisfactoria.
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Aunque es normal que ocasionalmente se presenten dificultades en este aspecto, desde la Clínica Mayo, el Dr. Matthew J. Ziegelma, experto en la materia, expresa que cuando la situación se vuelve recurrente puede generar estrés, afectar la autoestima y repercutir en la vida íntima de la pareja.
A pesar de estos cambios hormonales, es importante destacar que la fertilidad masculina no desaparece con la edad. El Dr. Mark P. Trolice, especialista en reproducción asistida e infertilidad de la University of Connecticut Health Center, explica en un artículo que los hombres pueden seguir siendo fértiles y concebir hijos de manera natural incluso después de los 50 o 60 años.
Síntomas y diagnóstico de la andropausia
Estos son los principales síntomas de la andropausia, que pueden variar en intensidad:

- Menor deseo sexual y disfunción eréctil
- Cambios emocionales, como ansiedad, irritabilidad e incluso depresión
- Fatiga y disminución de la fuerza muscular
- Osteoporosis y aumento de la grasa corporal
Para obtener un diagnóstico preciso, los especialistas recomiendan realizar un análisis hormonal que permita confirmar el déficit de testosterona. Una vez identificado, el tratamiento puede incluir terapia de reemplazo hormonal con andrógenos, la cual debe ser prescrita y monitoreada por un especialista. Esta terapia se puede administrar de forma oral, mediante inyecciones intramusculares o por vía tópica.
Quienes prefieren optar por alternativas naturales para mantener los niveles saludables o la creación de la testosterona, existen opciones no invasivas como, por ejemplo, el ejercicio físico regular, que no solo fortalece la masa ósea y muscular, sino que también contribuye al bienestar emocional.
Además, es conveniente contar con una alimentación equilibrada, rica en proteínas, grasas saludables y micronutrientes esenciales. Es fundamental un descanso adecuado, ya que el sueño reparador es clave para la producción hormonal. Por otra parte, es conveniente evitar sustancias nocivas, como el alcohol y el tabaco, que pueden afectar negativamente la producción de testosterona.
Si bien la andropausia forma parte del proceso natural de envejecimiento, mantener un estilo de vida saludable y reconocer los cambios físicos y emocionales pueden ayudar a afrontarla con mayor bienestar. La clave está en la prevención, el autocuidado y la orientación médica adecuada.