Una obra de teatro pone en el centro de la escena una fantasía recurrente, que se podría sintetizar en la clásica frase: “Si estas paredes hablaran”. Algo así es lo que sucede en Local/cito: hay un personaje que es un inmueble, en particular, un local de Avellaneda, que conoce a sus propietarios como nadie, sabe cada secreto, cada miedo, lo ha visto todo y, de alguna manera, los quiere. Esta presencia genera una pregunta: ¿puede ser el vínculo entre las personas y las cosas para siempre? Esta voz y cuerpo que representa la historia de un lugar siente que su existencia corre peligro ante la llegada de un shopping con el cual es imposible competir. Y en esa encrucijada es que se desarrolla este original espectáculo del circuito independiente, que tiene a la reconocida actriz María Figueras, como su autora y directora.

Con seis actores en escena, el espacio de Local/cito parece el comienzo de una obra de Tennessee Williams: cajas, un sillón, una vieja radio, botellas de alcohol y una fotografía de alguien importante y que ya no está preparan el ambiente para el despliegue de una familia que necesita un cambio. Lo que les ofrece el mundo exterior parece bastante hostil y es, al mismo tiempo, la única salida posible.

El texto de María Figueras nació en el espacio de la Diplomatura de Dramaturgia de la Facultad de Filosofía y Letras. La imagen inicial tenía que ver con su propia experiencia: “Mi familia es oriunda de Avellaneda, yo viví ahí hasta los 27 años y, claro, teníamos un local que estaba medio abandonado, porque llegó el shopping Avellaneda y resultó imposible competir. Tengo muchísimos recuerdos de mi infancia y adolescencia, de tomar conciencia de cómo se transformaba ese paisaje: una galería comercial que se volvía un lugar muy inhóspito, mientras irrumpían las primeras marcas, las promociones y se perdía una identidad. Si bien la obra no está enmarcada en una época específica, no aclara si sucede en los 90 o los 2000, lo que se muestra podría pasar hoy, al igual que en el pasado o en el futuro, porque en un punto lo que quiero exponer es esta cuestión cíclica que vive la Argentina”, explica la actriz y ahora también autora teatral.

La actriz María Figueras, ahora autora y directora de "Local/cito" . Foto: Malena Figó/ PrensaLa actriz María Figueras, ahora autora y directora de “Local/cito” . Foto: Malena Figó/ Prensa

La decisión de darle entidad, cuerpo y voz al local, que es interpretado de manera muy lúdica por el actor Miguel Ferreira, permite, casi como si fuera una alegoría, conectar con el valor emocional e histórico que tienen las cosas en la vida de las personas. En este caso, es el negocio familiar, las paredes donde se construyó un proyecto de vida, se unió una familia, crecieron los hijos. Puede ser un espacio, un ropero, un escritorio, una mesa, pero la pregunta acerca de qué tipo de sentimientos e ideas desarrollaría aquel objeto con relación a sus dueños dispara en la autora todo un universo muy creativo. Este “localcito” tiene todos sus sentimientos a flor de piel, le preocupa el futuro de esta viuda con dos hijos, sus debilidades, el autoboicot crónico de algunos personajes y, al mismo tiempo, le angustia su propio destino ante una inminente venta.

Negocio familiar

“Cuando le iba pasando la obra a mis amigos y colegas, no paraban de sumarse relatos propios o de conocidos de personas que tuvieron un negocio familiar, un local que fue pasando de generación en generación y cómo los cambios tanto externos como internos afectaban cierta pérdida del statu quo, innovaciones a las que no se llegaba y esta tendencia que tenemos a romantizar el pasado, a pensar que antes existió un tiempo feliz, pero al mismo tiempo la imperiosa necesidad de que hay que dejar eso atrás para poder avanzar”, relata Figueras.

Todas estas ideas que sostienen con mucha potencia el universo de Local/cito están atravesadas por el humor. Aymará Abramovich, Ezequiel Baquero, Agustín Daulte, Miguel Ferrería, Mercedes Moltedo y Malena Resino son los intérpretes de este espectáculo, que sostienen una actuación física, conectada con el presente. Las historias de estos personajes se entrecruzan: el hijo que esconde su sexualidad y no cumple con las expectativas de la madre; la hija de la que no se espera nada y, a la vez, sostiene toda la familia; la madre amorosa y perdida al mismo tiempo; el mundo exterior del shopping: representado por dos personajes de recursos humanos, con cargos menores y que quieren definir la compra del negocio.

Por último, la gran alegoría de esta historia: el personaje que es el local en sí mismo y con su propia mirada sobre todos los acontecimientos. Este ser que todo lo ve, que es testigo de cómo sus propias paredes se desmoronan es el gran enlace de todos los relatos y situaciones insólitas que tiene el espectáculo.

“La obra mira tan de cerca algo que es terrible que, en un punto, se vuelve gracioso, sin dejar de ser sórdido. Acá hay un humor que habla del paso del tiempo”, explica Figueras y es cierto que el espectáculo oscila entre los tiempos de prosperidad y los recuerdos que melancólicamente trae el personaje del Local, con un presente en ruinas y mucho más deprimente. Pero frente al volantazo inminente que debe dar esta familia para salir del estancamiento, la gran pregunta que queda orbitando es si el cambio que harán es para mejor.

Como pequeña metáfora del capitalismo más voraz, la propuesta a la que accede esta familia para entregar su negocio al shopping no es la más tentadora, pero no tienen otra opción. “Esto también puede leerse como algo en paralelo a lo que sucede con nuestro país. Muchas veces hacemos cambios sabiendo que nos dirigimos hacia algo peor, pero simplemente no se puede estar más en el lugar en el que uno se encuentra. Tenemos ese pensamiento mágico de que vamos hacia un lugar mejor, pero al mismo tiempo no tenemos las herramientas para hacerlo”, explica.

Con dos funciones semanales en una época de crisis de producción y de espectadores para el teatro independiente, la propuesta de María Figueras tiene un gran desarrollo de la mejor versión de la actuación argentina, con escenas que pasan del delirio y el juego físico, a la lectura más sensible y emocional que, en este caso, es el inevitable paso del tiempo. “Cuando uno actúa, está en medio de la faena, se vive un vendaval, sos un poco inconsciente, pero en este lugar que me toca ocupar como autora y directora, me quedo con toda la energía acumulada, veo lo que sucede y ya no puedo intervenir. La energía no fluye, en mi caso porque estoy afuera, me queda todo acumulado en el cuerpo y no lo puedo sacar. Es algo muy fuerte el lugar del director, porque es consciente de todo”, reflexiona la actriz en este nuevo rol.

En medio del caos que viven estos seis personajes, la gran pregunta de este espectáculo es si es posible sostener el amor en los espacios que duelen y si escaparse de ellos o dejarlos atrás es, acaso, una forma de buscar la felicidad.

*Local/cito se presenta los sábados, a las 22, y los domingo, a las 18.30, en Espacio Callejón, Humahuaca 3759.



Fuente Clarin.com

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