Después de la fumata blanca de las 18.07 del jueves 8 de mayo, después de las lágrimas tímidas frente a la plaza de San Pedro llena, y de las primera palabras invitando “a construir puentes”, Robert Francis Prevost, de estreno como papa León XIV, respondió un whatsapp.
Fue el que le envió a Miguel Angel Martín Juárez, el sacerdote agustino español con el que compartió durante doce años la conducción de la congregación de San Agustín, la orden que fue oficialmente constituida hace ocho siglos, en marzo de 1244. Prevost era el prior, la autoridad máxima, y Martín Juárez, su secretario general.
“Yo le decía en el whatsapp: ‘Mira, no sé si vas a recibir esto, porque yo no sé si el papa tiene el móvil puesto encima de la mesa. No sé si lo vas a recibir. Si lo recibes, no te preocupes, no me contestes, porque tendrás muchísimas cosas que hacer. Solamente te digo que qué emoción, qué alegría, cuánto nos hemos alegrado aquí cuando oímos tu nombre’”, cuenta el padre Miguel Angel a Clarín, en el antiguo seminario de los agustinos en Los Negrales, cerca de la sierra de Guadarrama, a unos 45 kilómetros del centro de Madrid.“A los 10 minutos me contestó agradeciéndome lo que le había dicho”, agrega el sacerdote, de 76 años.
Más de una década juntos
“Nosotros hemos vivido doce años juntos. El era el general de la orden y yo era el secretario. Teníamos el despacho puerta con puerta. Y vivíamos en la misma comunidad. Estábamos allí desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos”, cuenta el cura que hoy, ya retirado, vive en esa dependencia de la congregación, en Centro Teológico San Agustín, junto a otros diez sacerdotes.
Así recuerda sus días con Prevost: “Era muy fácil la conexión, porque es un hombre muy dialogante, es un hombre muy acogedor. Sabe trabajar en equipo, es un hombre que siempre escucha”.

“No es un hombre que tenga posiciones tajantes o ideas de las que no se mueve”, subraya Martín Juárez.
“Somos una orden que sigue la tradición de los mendicantes del siglo XIII y, en general, hemos sido de dialogar mucho”, afirma.
Un papa misionero
“Ha estado 15 años de misionero y eso marca mucho. No ha estado en un despacho como yo, por ejemplo”, dice el agustino.
“No sé si fue petición suya o si fue decisión del superior, pero cuando terminó los estudios fue destinado a esa misión en el norte del Perú, cerca de Chiclayo -repasa el cura-. Sería el año ’86″.
“El primer destino te marca mucho -asegura Martín Juárez-. Ese primer sitio donde fue jovencito, con ilusión, con entrega. Y él allí hizo muchas cosas”.
“Ha sido un misionero, por eso sale en fotografías sirviendo, ayudando, buscando cosas -enumera-. Buscando dinero, porque son lugares que tienen que desarrollarse todavía. Hizo de párroco, trabajó en la diócesis, fue director del centro de teología. Estuvo en la formación de los agustinos peruanos que están ahora allí mismo. Y entonces, pues, él se encariñó, naturalmente, con el lugar.”

Prevost llegó a prior de los agustinos en 2001. “En las órdenes religiosas tenemos lo que llamamos capítulo general. Periódicamente, eso depende un poco de la tradición, nosotros cada seis años celebramos un capítulo general, que funciona un poco como un cónclave -explica el ex secretario general de la orden-. Allí nadie se presenta candidato, sino que nos reunimos y luego se va hablando. Roberto (el actual papa) salió elegido general el año 2001”.
Volver a Cuba
Como máxima autoridad de la orden religiosa, Prevost hizo todo lo posible para que los agustinos regresaran a Cuba. Habían llegado a la isla en 1588 y fueron expulsados por Fidel Castro en 1961.
“El siempre tenía la idea de que había que volver a Cuba y al final se volvió -cuenta el padre Miguel Angel-. Tenemos ahora tres comunidades allí”.
Hace unos días, Emilio Aranguren Echeverría, obispo de Holguín en Cuba, recordó para Vatican News la visita de Prevost a la isla. “En el año 2008, el hoy papa León XIV viajó a Cuba para visitar a sus hermanos agustinos y se desplazó hasta la parroquia de Puerto Padre, en la diócesis de Holguín, a 700 kilómetros de La Habana -recordó el obispo cubano-. La casa cural anexa a la parroquia estaba en reparación y el prior general (Prevost) fue acogido en una casa de familia durante los tres días de su estancia.”
“El hoy León XIV dejó una huella de sencillez, de cercanía, de gozo al ver cómo sus hermanos estaban evangelizando y sirviendo el amor de Dios en medio de una realidad tan necesitada”, dijo monseñor Aranguren, quien fue alumno del padre John McKniff, el último agustino que estuvo en Cuba, antes de que Fidel desalojara a la orden religiosa.
“Quienes recuerdan al hoy papa en Puerto Padre, hacen memoria de su sonrisa serena, apacible, incluso al verlo en la televisión son capaces de ver, después de tantos años que han pasado, que se mantiene igualito, con la misma sonrisa.”
¿Será León XIV un progresista moderado?
“¿Qué entendemos por progresista? Yo no creo que Bergoglio era un papa progresista”, considera el ex secretario de los agustinos.
“Hace dos años, Francisco se echó un discurso contra el aborto y contra la eutanasia tremendo. ‘Yo he luchado toda la vida, dijo el papa Bergoglio, por los más débiles y los más vulnerables, y no hay nada más débil y vulnerable que un niño no nacido y que un anciano o una persona que está impedida, que lo que hay que hacer es cuidarle y no matarle’”, cita Martín Juárez al papa Francisco, que murió hace menos de un mes, el día después de Pascua, a los 88 años.
“Y Roberto, el papa León, va por el mismo camino, ¿eh? Será exactamente igual que Bergoglio”, vaticina el sacerdote.
En los días previos al cónclave, Prevost y Martín Juárez hablaron por teléfono: “Hablando con él me di cuenta de que tenía un gran susto encima”, admite el agustino español.
“Porque, claro, que te digan que vas a ser papa es un susto y una responsabilidad tremenda -lo justifica-. Al final, me terminó diciendo: ‘Bueno, estoy en manos de Dios y que sea lo que Dios quiera’”
En la última charla, antes de que Prevost se tuviera que encerrar con los 132 cardenales restantes para elegir al sucesor de Bergoglio, el futuro León XIV bromeó: “Para el sábado tenemos que haber concluido el cónclave -le dijo quien terminaría siendo elegido papa a su amigo agustino-. Porque tengo que felicitar a alguien por su cumpleaños.”
“El sábado 10 de mayo era mi cumpleaños”, admite Martín Juárez.