Nicolás Randano es un artista plástico oriundo de Temperley y residente en Luis Guillón, que a través de la adversidad y experimentación, encontró una forma única de hacer arte. Trabaja en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, lugar donde encontró en los materiales descartados una forma de expresión que, tras años de exploración, se convirtió en un lenguaje artístico propio. Su obra más reciente, expuesta en el Centro Cultural El Telégrafo bajo el nombre “Solo lo tangible es real”, refleja su búsqueda incansable de transformar lo efímero en perdurable.
Desde hace 15 años, Nicolas trabaja con etiquetas térmicas autoadhesivas utilizadas en el etiquetado de equipajes. Lo que comenzó como una curiosidad con los materiales que sobraban del trabajo, derivó en un profundo proceso de experimentación con fuego, solventes y el paso del tiempo. “Empecé a hacer tramas con las etiquetas y me di cuenta de que reaccionan al calor. Caía de maduro ver qué pasaba con el fuego”, cuenta el artista. La quema de estos papeles produce marcas indelebles debido a los reactivos cromáticos que contienen, lo que da lugar a composiciones únicas e irrepetibles.
El camino de investigación de Randano no estuvo exento de dificultades. Al principio, trabajaba con papeles de baja calidad que envejecían rápidamente. No fue hasta que encontró materiales más resistentes que su obra comenzó a consolidarse. Su primera exposición, en la Bienal de Bahía Blanca en 2015, marcó un hito en su trayectoria. En esa ocasión, presentó una obra en la que el tiempo y el clima interactuaban directamente con el papel térmico. “Había un árbol junto a la obra. Al principio estaba sin hojas porque era fines del otoño. Después de 30 días, el árbol floreció y la obra había cambiado de color por la exposición solar”, recuerda.
Con el tiempo, su trabajo evolucionó hacia nuevas formas y materiales. La piel sintética se sumó a sus creaciones casi por casualidad, mientras realizaba muñecos para un videoclip. “Me di cuenta de que el papel térmico reaccionaba de una manera similar a la piel humana. Nuestra piel es un registro del tiempo y de lo que nos sucede”, reflexiona. A partir de esta conexión, Nicolas integró texturas y colores a sus obras, agregando una mayor carga simbólica a las muestras a través de pinturas y acrílicos.
El mensaje que atraviesa su obra es la transformación. “El papel térmico reacciona a la hostilidad del fuego y eso me parece interesante. Todo el tiempo estamos transformándonos y esa es la clave de la evolución”, afirma. Para él, el arte no tiene que ser complaciente: “No busco que mis obras gusten. Me interesa que generen algo, aunque sea horror“.
Randano tardó en encontrar su identidad artística. “Hubo mucha frustración y dudas. No entendía bien qué estaba haciendo. Recién después de la primera bienal comencé a verlo con claridad”, cuenta. La pandemia fue otro momento clave en su desarrollo. “Tuve todo el tiempo del mundo para crear y reafirmar mi trabajo”, afirma.
Actualmente, sigue explorando nuevas posibilidades. “Estoy volviendo a la pintura y fusionándola con el papel térmico. Siempre me consideré dibujante, pero esta técnica me llevó por otro camino”. Sus piezas requieren meses e incluso años de trabajo. “Lo que menos tiempo lleva es el fuego. Lo más largo es el armado y la espera”. Algunas de sus obras recientemente expuestas las hizo en Pandemia y fueron retocadas antes de la exposición
Nicolás no tiene fechas concretas para nuevas exposiciones pero está abierto a poder presentar su arte. “Lo que me gusta es compartir el proceso y el resultado”. Su obra, producto de la adversidad y la experimentación, sigue transformándose como el material que utiliza. A través de su Instagram: Nicolas.randano, se lo pude contactar para adquirir alguna obra o ver próximas fechas de futuras exposiciones.