Entre 2000 y 2003, la provincia de Mendoza fue sacudida por una serie de asesinatos que aterrorizaron a toda la comunidad, en especial al barrio San Martín, ubicado al este de la capital.
El joven mendocino Matías “el Morocha” Cerón Chirino marcó con sangre las calles del barrio, convirtiéndose en uno de los delincuentes más temidos de la región.
La carrera delictiva de Cerón Chirino, que había nacido en 1984, comenzó cuando tenía 13 años con robos que rápidamente escalaron a homicidios, dejando al menos seis víctimas confirmadas, aunque se sospecha que pudieron ser muchas más.
Su apodo surgió de una memorable huida en la que, disfrazado de mujer, logró evadir a la policía. “El Morocha”, que a los 16 años ya ostentaba una pistola calibre 9 milímetros como su herramienta de muerte, construyó una reputación que lo colocó en el centro de los operativos policiales.
Matías ‘el Morocha’ Cerón: la violenta historia de un criminal mendocino que sembró el terror en Argentina

La breve pero violenta historia de Matías Andrés “el Morocha” Cerón Chirino dejó una huella imborrable en las crónicas policiales mendocinas. En poco tiempo, este joven se convirtió en el delincuente más buscado de la provincia en los comienzos del siglo XXI.
De adolescente, Cerón era parte de una camada de delincuentes que perpetraba asaltos en el Gran Mendoza. Y entre finales de los 90 y principio de los 2000 se le atribuyeron hasta 16 homicidios y numerosos robos, aunque no todos pudieron ser comprobados.
Muchos de esos episodios captaron la atención de los medios periodísticos, como el violento enfrentamiento con la policía cuando, un día de verano de 2001, ingresó a en una vivienda, donde tomó a una joven como rehén.
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Sobre ese hecho existen dos versiones: una señala que irrumpió en el domicilio con el objetivo de robar; la otra, que era pareja de la muchacha y la tomó cautiva al ser sorprendido por la policía.
A pesar de largas negociaciones y el intento de sus familiares cercanos por disuadirlo, “El Morocha” optó por resistir, amenazando con activar una granada y apuntando a la cabeza de su rehén. El disparo certero de un francotirador del Grupo Especial de Seguridad que lo dejó herido.
Ese operativo policial podría haber puesto fin a las andadas del joven criminal. Sin embargo, su captura no marcó el final de su historia delictiva: volvería a las calles tras pasar por el Centro de Observación y Seguimiento Educativo (C.O.S.E), un dispositivo que depende de la Dirección General de la Niñez, la Adolescencia y la Familia, pero que no disponía de un equipo específicamente abocado a la materia penal juvenil.
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Dos años más tarde recuperó su libertad y protagonizó su último acto violento al entrar a robar en una vivienda en Inalicán y España, en la Cuarta Oeste. Nuevamente fueron horas de tensión con un barrio conmocionado y rodeado de patrulleros. Acorralado, Cerón Chirino intentó escapar por los techos, pero fue abatido por un disparo en la ingle que resultó fatal.
Su muerte no solo cerró un capítulo violento en la historia policial de Mendoza. Este joven, que a sus 18 años ya había dejado una estela de crímenes y sufrimiento, representa un caso extremo de violencia juvenil que sigue resonando como un recordatorio del impacto social de la criminalidad temprana.
El temible Clan Cerón

Con la muerte de “el Morocha”, el apellido Cerón igualmente siguió teniendo en vilo a Mendoza. Todos sus hermanos poseen un extenso historial delictivo vinculado a robos, agresiones y homicidios.
- “El Chucky” Cerón. En 2016, fue baleado en un incidente confuso en Palmira y luego arrestado en Las Heras por resistencia a la autoridad mientras gozaba de libertad condicional tras una condena de 2009 por robo agravado.
- Luis Alberto Cerón. En 2015 fue baleado por un policía tras un supuesto asalto, lo que casi le costó la vida. En 2007, había recibido una condena de seis años y ocho meses por robo.
- Marcelo Adrián Cerón Silva. Asesinado en 2019 en el barrio San Martín, tenía un amplio prontuario que incluía robo, lesiones graves, privación ilegítima de la libertad y homicidio agravado, por lo cual había sido condenado en 2003.