Que se viralicen memes, bloopers, actos fallidos, no tiene efectos adversos (significativos, al menos). Pero la circulación de información falsa sobre temas de salud, en contradicción abierta con la evidencia científica, es muy peligroso. El disparate de callo solar es ejemplo de ello.
La teoría que promueven desde redes sociales como TikTok o Instagram algunos influencers carentes de papeles es que podemos generar cierta tolerancia al sol al exponernos progresivamente sin protección, lo que generaría un callo solar en la piel que evitaría daños.
¿Hay algo de cierto en ello? ¿Existe el callo solar? ¿Podemos desarrollarlo? ¿Nos protege realmente? El concepto no tiene ningún sustento científico, afirma en diálogo con Clarín el médico dermatólogo Andrés Politi, coordinador de la Campaña Nacional de Prevención del Cáncer de Piel, de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).
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Para fundamentarlo, el especialista explica qué es lo que ocurre cuando la piel se “quema”, se broncea, o se pone colorada, como consecuencia de la sobreexposición al sol.
En primer lugar, precisa, se produce un mecanismo de oxidación, que genera daño en el núcleo de algunas células, la liberación de sustancias (radicales libres) y la activación de un gen (el P53).
¿Cómo se defiende la piel ante esa agresión? Básicamente, a través de dos mecanismos: el aumento de la pigmentación (por eso adquirimos color) y el engrosamiento (lo más parecido al concepto de callo).
“Primero se produce el daño del ADN y la alteración del gen P53 y después se producen el aumento de la pigmentación y el engrosamiento. Es decir, el supuesto callo -si uno quisiera llamarlo así- no protege de nada, al contrario, ocurre como respuesta al daño“, enfatiza Politi.
Callo solar: nombre nuevo, concepto viejo
Para el dermatólogo, el concepto de callo solar lo único que tiene de nuevo es el nombre, ya que reproduce la misma vieja creencia errónea según la cual tomar sol progresivamente ayuda a curtir la piel.
“Durante mucho tiempo se creyó que si me bronceaba de a poco, sin sufrir, la piel se acostumbraba, en lugar de tomar de golpe, ponerse colorado y ampollarse. Históricamente se le decía curtir la piel, ahora le dicen callo solar”, reflexiona.
“El problema es que el bronceado y la quemadura son dos caras de la misma moneda“, enfatiza.
¿La razón? “Dentro de los rayos ultravioletas están los UVB, que son los que favorecen más el colorado; y los UVA, que te broncean. Pero ambos estimulan la producción de daño, y, de hecho, la mayor prevalencia de cáncer de piel se da entre albañiles, agricultores, pescadores, operarios que trabajan en rutas y caminos, guardavidas”, en personas que se supone que tienen la piel curtida o que desarrollaron el famoso “callo solar”, como lo llaman ahora.
El bronceado saludable no existe
Por lo tanto, afirma Politi, el bronceado -por más progresivo o parejo que sea-, no protege de nada. Al contrario. “No existe el bronceado saludable. El que no entiende esto es porque se quedó con los conceptos de la bisabuela y le parece una imagen linda hablar del callo, pero lo que dice no tiene ningún sustento”, sentencia.
Giselle Claros, médica clínica especialista en dermatología clínica y estética, coincide en que el concepto del callo solar carece de todo fundamento científico: “No existe evidencia alguna que respalde la idea de que la piel pueda desarrollar una tolerancia a los rayos ultravioleta del sol”.

“Si tomás sol de a poco te ponés marrón y no colorado. Pero en términos de daños no existe la tolerancia. Sufras o no sufras, una cosa es tan dañina como la otra”, insiste Politi.
El daño es acumulativo
Y es que la piel tiene memoria y el bronceado espléndido de hoy, tarde o temprano, se paga.
“Lo traicionero es que el daño es acumulativo. Años después, se manifiesta con sequedad de la piel, manchas, arrugas (lo que se conoce como fotoenvejecmiento), pero también pueden aparecer lesiones precancerosas o cánceres de piel como el carcinoma vasocelular (el más común), el espinocelular, o el melanoma”, advierte Politi.
“El melanoma maligno, que es el cáncer de piel que tiene mayor mortalidad, es el tipo de cáncer que más aumentó en los últimos 30 años, después del de pulmón en la mujer”, suma. Las personas a las que se les detecta la enfermedad hoy son quienes se sobreexpusieron hace décadas, cuando había menos conciencia de los daños asociados al sol.
“De todo esto se deduce que estar bronceado no es algo bueno. Si la piel se pudiera expresar, diría me lastimaste“, dice Politi.
“El bronceado no protege. Con color o sin color, hay que protegerse exactamente igual. Esto desmitifica la idea de que al principio hay que usar factor de protección 50, después 30 y luego 15. Atrás de eso está el concepto erróneo de que el bronceado es saludable y ponerte colorado es malo. Las dos cosas son exactamente lo mismo”, cerró.
Claves para proteger la piel
- Evitar, en lo posible, la exposición solar entre 10 de la mañana y 4 de la tarde.
- Usar prendas de vestir que cubran zonas delicadas como los brazos, la zona del pecho; y sombreros de ala ancha o gorros para proteger el cuero cabelludo, el rostro, las orejas y el cuello.
- Aplicar abundante protector solar de amplio espectro (que proteja contra los rayos UVB y UVA) con FPS (factor de protección solar) superior a 30 (dependiendo del tipo de piel), incluso en días nublados o con resolana. En caso de pieles blancas, que se enrojecen, el FPS recomendado es de 50 o superior. La protección solar debe aplicarse 30 minutos antes de la exposición y ser renovada cada dos horas (o más seguido si hay transpiración excesiva, inmersión en agua, etc).
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